A sufrir. Llegó el regreso a clases y con él, volvieron las carreras para todos los padres de familia que deben llevar a sus hijos a la escuela.
“Traes todo, el sándwich, la mochila, cuaderno, pluma, lápiz”, es lo que las mamás preguntan a sus niños antes de que los pequeños entren a su escuela.
Los más chiquitos, de recién ingreso sufren de miedo y angustia al tener que desprenderse de su mamá para ir a un lugar que no conocen, el llanto se apodera de ellos y se abrazan fuerte de alguna de las piernas de sus padres para no entrar.
“Ándale, metete ya, ve cómo los demás niños entran y tú aquí llorando, vas a conocer nuevos amigos y vas a poder jugar en el recreo, cuando salgas aquí voy a estar esperándote”, dice Ana Hernández a su pequeño David quien es de nuevo ingreso.
Receloso David camina hacia la entrada sin dejar de voltear a ver a su mamá quien echa una mentira piadosa “no me voy a ir, aquí te voy a esperar hasta que salgas, métete”.
Otros reciben la bendición de sus padres y corren hacia adentro para buscar a sus amigos.
La campana anuncia que ya es hora de formarse y de hacer honores a la bandera. Tampoco podían faltar los que llegan tarde y corriendo para que a sus hijos no les cierren la puerta.
También existen padres de familia que al no poderse estacionar cerca del plantel lo hacen en segunda fila y esperan a que sus hijos entren para poder arrancar rumbo a sus deberes sin importarles que ocasionan un severo congestionamiento vehicular.
En tanto policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana hacen labores de vialidad en las inmediaciones de los planteles de preescolar, primaria y secundaria para ceder el paso a los papás y sus pequeños.
El tráfico volvió al mismo caos de siempre pues nadie le cede el lugar al otro porque el chiste es no llegar tarde.
HM
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