Ciudad de México.- Desde que se dio el primer caso de coronavirus en la Ciudad de México, todos los que la habitamos esta urbe hemos tenido, experimentado y conocido una infinidad de historias que compartimos y contamos a nuestro allegados día con día.
Esta pandemia ha cambiado radicalmente nuestra vida, hemos vivido aislamiento, encierro, esperar noticias de algún ser querido que está internado en el hospital, la implementación de medidas sanitarias para salvaguardar nuestras vidas, el fallecimiento de personas conocidas, familiares, amigos, etc.
El solo hecho de pensar subir a un transporte público provoca en algunos de nosotros el pánico de que nos vamos a contagiar y ni pensar en ir a una unidad hospitalaria, porque tenemos algún padecimiento, aunque hay personas escépticas que no crees que esto exista.
Este es el testimonio de un hombre que vivió en carne propia el peregrinar al dar positivo de este virus.
Edgar, 40 años de edad, su deseo compartir su experiencia de haberse contagiado del Covid-19 la cual fue una etapa de las más fuertes que vivió porque aún y cuando desde que empezó toda esta pandemia, en casa todos tomaron las previsiones implementadas por autoridades de la salud.
Un día cualquiera sintió malestar estomacal y todo pensó, excepto que fuera Covid-19 pero al pasar de los días no había mejoría y después de haber acudido a 2 médicos diferentes, aclaró que ninguno de ellos le informó que probablemente era coronavirus.
Su familia le sugirió que acudiera al hospital y ahí fue cuando empezó su angustia porque después de una entrevista y valoración en el primer filtro decidieron internarlo y a las pocas horas le informaron que lo iban a intubar.
En ese momento todo vino a su cabeza y su temor creció enormemente porque pensó en que pudo haber contagiado a su familia, pues sus padres son adultos mayores e hipertensos, además de no saber si infectó a su pareja, a su sobrino de un año y medio, a su hermana, al esposo de esta, en fin, los que estuvieron cerca de él.
También experimentó una gran angustia y temor porque se dio cuenta de que tal vez ya no volvería a ver a sus hijos que actualmente radican en el extranjero con su mamá.
Pero gracias a la dedicación y profesionalismo de la doctora López y el doctor Solano, le comunicaron que de acuerdo a los resultados de sus estudios de laboratorio habían decidido hacerle un tratamiento y los resultados se verían de 3 a 7 días para ver si su cuerpo lo aceptaba.
Y así fueron pasando los días muy lentamente, y afortunadamente su cuerpo fue reaccionando favorablemente y agregado a esto todos los días tenía comunicación con su familia por videollamada y podía darse cuenta de que ellos estaban bien.
Y definitivamente, parte fundamental en este proceso son las enfermeras, enfermeros y personal de intendencia que aun y cuando están en riesgo constante, continúan haciendo su labor heroicamente.
Y el contraste de esta vivencia es que cuando los vecinos se enteraron de su hospitalización, por su ignorancia o temor, se alejaron de su familia y no les dirigían ni el saludo; afortunadamente si hubo familiares que los apoyaron con las compras durante su cuarentena.
Pasó 21 días en el hospital y hoy día se siente mucho muy recuperado y aunque aún sigue en convalecencia, se siente agradecido de tener otra oportunidad de vida.
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