Los sismos que sacudieron a la Ciudad de México en septiembre de 2017 provocaron severos daños en varios templos católicos, incluida la Catedral Metropolitana, donde sus dos torres campanario sufrieron afectaciones en su estructura. Luego de cinco años de restauración, 30 de sus 35 campanas volvieron a repicar este Sábado Santo.
La Ronca, Santa María de Guadalupe, la Doña María, la de San Pedro y San Pablo; los Ángeles Custodios y las otras en funcionamiento, tañeron en la Vigilia Pascual, fecha que conmemora la Resurrección de Jesús.
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Todas las campanas de este majestuoso templo católico, considerado como uno de los más hermosos de América Latina, esconden siglos de historia, cultura, tradición religiosa y leyendas urbanas.
Luego de esos años de una exhaustiva revisión y restauración, los católicos y visitantes al primer cuadro de la capital tuvieron el privilegio de escuchar el repique de las campanas del primer monumento religioso de América.
“Vi cómo se sacudía la torre oriente de lado a lado, como se movían y crujían las campanas. Vi cómo la Torre Latinoamericana se mecía como una palmera; pensé que todo se vendría abajo”, describió Ernesto Román Pérez Fuentes, quien estuvo en el campanario durante ese sismo.
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El campanero de la Catedral, músico de profesión, llegó a los 13 años como voluntario. Luego de 14 años de estar al cuidado de las campanas, a sus 26 años, es el coordinador de 32 campaneros voluntarios que hacen que suenen los carillones en ese recinto religioso.
Su historia, con su actual oficio, comenzó cuando era niño, “le pedía a mi madre y abuela que me trajeran al zócalo a escuchar las campanas, y fue en el 2009, al entrar a la Catedral se enteran que había visitas guiadas, preguntó si podía acudir al lugar y lo recibió el diácono Rafael Parra, campanero mayor de ese tiempo, quien no lo dejaba subir por la edad.
Ernesto Román explicó que cada una de las 35 campanas que hoy tiene la Catedral, donde sólo se utilizan 30 (cinco están en desuso), cuentan con un nombre e historia, y se tocan de manera manual. Afirmó que en los dos campanarios de Catedral, puede haber 45 campanas y si tuviera todos sus campaniles ocupados podría tener hasta 90.
Hay 23 en la Torre Oriente, hay cuatro que ya no se utilizan, dos de ellas están colocadas en el suelo, debido a que están fracturadas de la estructura; 11 en la Poniente, una de ellas no está en funcionamiento, está rota.
Cada una de las campanas está dedicada a un santo y en el bronce lleva su nombre.
La más antigua es conocida como Santa María de la Asunción, "La Doña", pesa 7 toneladas; cuenta la leyenda que fue fundida en 1578, de un cañón que Hernán Cortés había cedido para ello.
La más joven es la campana San Juan Diego que tuvo la dicha de ser bendecida por el Papa Juan Pablo II en su última visita a México.
La campana más grande se llama Santa María de Guadalupe, fue fundida por Salvador de la Vega y Valdés en 1791, pesa 13 toneladas y tiene un diámetro de cuatro metros, su badajo o bola de metal pesa 260 kilos.
Santa María Magdalena, también conocida como la “Campana bebé”, pesa solo 50 kilos, que sólo se toca el Sábado Santo, pues es la encargada de dar la orden para que el resto de las campanas toquen.
La hermanita de “La Doña”, se llama San José, es la más pequeña dentro de las campanas más grandes, pesa 4 mil 140 kilos, de cariño le dicen “La Ronca”, fundida por los hermanos Juan y Simón Buenaventura.
La campana de San Pedro y San Pablo fundida en 1752, pesa 6,300 kilos, seis toneladas 300 kilos; “todas las campanas están hechas de bronce, pero ésta es diferente a las demás, en su aleación de metales tiene un porcentaje de plata”.
CASTIGADA 57 AÑOS
Está la campana castigada, la cual tiene una cruz roja, que durante más de 50 años no emitió ningún sonido, luego de haberse visto involucrada en un accidente que le costó la vida a un joven campanero en 1943.
Un joven inexperto subió al campanario, en la festividad del Corpus Christi, “se le hizo fácil tocar esa campana, desconociendo el peligro, al momento que tiene que tocar, él, al empujarla no se retira a tiempo del espacio del giro, y le cayó el contrapeso en la nuca, matándolo instantáneamente”.
Por lo que la tradición venida de Europa, se toma la decisión de imponer un castigo a la campana, por el accidente se decidió quitarle el badajo y amarrarlo, y de esta forma permanecerá en silencio toda la eternidad. Pasaron los años, hasta que en el 2000, se celebra el año del Jubileo, y el entonces cardenal Norberto Rivera, decidió otorgar el perdón, y ya se puede tocar.
“Le desamarraron el badajo. Estuvo callada durante 57 años. Como parte del castigo se quemaron todos sus documentos, no saben cómo se llama, cuánto pesa, ni quien la fundió. Pero se piensa que puede ser del siglo XVIII”.
Todas las campanas de Catedral se tocan de manera manual, por una sola persona, “no hay nada eléctrico para moverlas”. Aún se conserva el oficio de campanero, precisó.
En un recorrido por el campanario de este importante recinto religioso, luego de subir 60 escalones, Ernesto, acompañado por el canónigo Ricardo Valenzuela, rector de la Catedral Metropolitana, detalló que hay varios tipos de repique: el de fiesta, el solemne y cuando se echan las campanas al vuelo, que se hace en Navidad, Año Nuevo, Sábado de Pascua, en Corpus Christi y cuando se celebra la Independencia de México.
Las campanas tienen usos muy determinados para la Iglesia católica. El repique de campanas para difuntos es muy específico: cuando fallece algún miembro del cabildo o un obispo, la campana mayor da 50 toques. Si se trata del arzobispo son 75 y si fuera el Papa se darían 100 toques.
La Plegaria o rogativa, con 13 campanas en una escala musical de agudas a graves, “esta se hacía para pedir en las inundaciones por la salud del pueblo, por la salud del pueblo, en las tempestades”.
Hay toques, como el de Laudes, que consiste en hacer sonar 13 campanas en "la hora nona" a las 15:00 horas, cuando se recuerda la muerte de Cristo.
Además, del Ángelus al mediodía que hace referencia a cuando el Arcángel Gabriel anunció a María de la encarnación de Cristo en ella.
En tiempo de Cuaresma se disminuye el toque y cuando es símbolo de luto, redoblan las campanas, son toques lentos.
RESTAURACIÓN DE LOS CAMPANARIOS
El canónigo Ricardo Valenzuela informó que la restauración de las torres campanario consistió en la inyección de 20 mil litros de lechada realizada por el Instituto de Ingeniería de la UNAM, en cada una, para fortalecerlas; se realizaron inyecciones a presión en un total de 8 mil puntos
En cuanto a las campanas, se revisaron y recibieron mantenimiento una por una, se les cambió el cuero del badajo y se limpiaron, algunas requirieron cambio de cuerdas.
Las campanas de tipo esquila, que giran 360 grados, fueron las que más mantenimiento necesitaron, se lijaron y se hidrataron los contrapesos y se apretaron tornillos.
Después de Semana Santa, las campanas volverán a repicar de manera regular; se tomó la decisión de no hacer uso de ellas hasta que tanto la construcción, como las 35 campanas fueran revisadas y restauradas, subrayó el rector de este recinto histórico, con más 400 años de existencia, que a lo largo de los siglos ha resistido sismos, incendios y hundimientos.
El padre Valenzuela puntualizó que la primera etapa de restauración ocurrió entre 2019 y 2020 como parte del Programa de Preservación del Patrimonio Cultural y el Sagrario Metropolitano.
En esta etapa se erradicó la fauna nociva, sellado y calafateo de grietas; se modernizó el sistema eléctrico y de pararrayos, y se nivelaron algunos pilotes, dispositivos que sostienen a la Catedral y que evitan su hundimiento.
La segunda etapa de restauración ocurrió durante los últimos meses de 2022 y se arreglaron las estructuras de las dos torres campanarios, en especial en la torre oriente se colocó la cruz que había caído durante el sismo de 2017. Se arregló la grieta histórica en mampostería, muros y bóvedas.
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En especial, a la cúpula central se le quitó el recubrimiento interno y externo, se cambió toda la talavera.
En la primera restauración se utilizaron 20 millones de pesos del fideicomiso, entre otras acciones, del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes; y durante la segunda etapa se usaron 56 millones de pesos del extinto Fondo de Desastres Naturales (Fonden), asignados desde 2017 para atender las necesidades del inmueble, explicó.
La empresa designada por licitación para realizar las obras fue Escoda Técnicas de Arquitectura Monumental SA de CV.
El canónigo Ricardo Valenzuela resaltó que “si bien es una alegría tener estos arreglos importantes, todavía falta mucho por hacer por la Catedral.
“Se necesitarían otros 400 millones para avanzar más en su restauración”, citó.
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Fue abandonada entre 30 y 100 años, a decir de los expertos. “Como sociedad podemos seguir trabajando para restaurar este emblemático inmueble, conocido como la joya de la corona, el edificio más emblemático de la Ciudad de México”.
Se dio mantenimiento y restauración a las esculturas hechas por Manuel Tolsá: la Esperanza, La Fe y La Caridad, con un peso cercano a las cuatro toneladas, hechas de piedra blanca del tipo de las chilucas.
“La Esperanza”, una de las esculturas, cayó durante el sismo partiéndose a la mitad. Por lo que las tres fueron retiradas de su sitio y tratadas por especialistas del INAH.
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