Para reproducir el ajolote mexicano, singular anfibio que está en peligro crítico de extinción a causa de la pérdida de hábitat, se inauguró en las instalaciones de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, el Laboratorio de Especies Acuáticas Acuícolas, donde buscan devolverlo a su ambiente.
Será el 30 de septiembre cuando los primeros ejemplares de ajolote mexicano (ambystoma mexicanum) cultivados en el citado Laboratorio serán liberados en los humedales de la Corenadr, en Xochimilco para permitir en un futuro, la reintroducción de colonias de ajolotes (Ambystoma mexicanum) y charales (Chirostoma spp) en la zona chinampera de esa alcaldía.
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El ajolote (axolotl) símbolo cultural importante en México y el mundo, y como está en peligro de desaparecer, se puso en marcha el plan para su conservación en los kilómetros de canales de las chinampas en la zona de Conservación.
Un nuevo plan de Corenadr para la conservación del ajolote mexicano
La titular de la Corenadr, Columba López, resaltó que tras casi seis años de implementar el programa Altépetl Bienestar, que ha avanzado en la restauración de la zona chinampera en Xochimilco y Tláhuac, en 2024 el organismo puso en marcha dicho plan para la conservación del ajolote mexicano, que contará con la participación de comunidades, gobierno, academia y todos aquellos interesados en su conservación.
Este esfuerzo se ha concretado con la creación del Centro de Reproducción e Investigación de Especies Acuícolas Nativas Anemitilkalli, que cuenta con un banco genético, un módulo chinampa y humedales artificiales donde se realizarán los estudios necesarios para iniciar la reproducción de la colonia inicial de 60 ejemplares.
Estos ejemplares no serán liberados en la vida silvestre de inmediato. Primero, se llevará a cabo una reproducción controlada de los ajolotes fundadores en las chinampas demostrativas de la Corenadr, para obtener una segunda generación de individuos sanos que serán reintroducidos en secciones de los humedales artificiales de esta institución, los cuales cuentan con las condiciones ecológicas necesarias para su buen desarrollo.
El propósito a largo plazo es crear las condiciones apropiadas para su reintroducción en vida silvestre en sitios previamente monitoreados de la zona chinampera, asegurando siempre que las condiciones medioambientales y sociales permitan su desarrollo.
El nuevo Centro está ubicado en la nave de la unidad 5 del vivero de la Corenadr, con una superficie total de 231.88 m², y contará con un ajolotario, un charalario, un banco genético, un humedal artificial y un área de exhibición para visitantes.
Zoológico de Chapultepec y Ajolotario de Xochimilco entre los donadores
Para el cultivo de ajolotes y charales, se ha destinado un entorno seguro y propicio para su desarrollo, que incluye un módulo chinampa, humedales artificiales, un laboratorio genético y áreas de exhibición para visitantes.
La colonia inicial de ajolotes se ha formado mediante vinculaciones con Unidades de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMAS) y Predios o Instalaciones que Manejan Vida Silvestre (PIMVS) de la Ciudad de México, que manejan esta especie y han donado ejemplares juveniles y/o reproductores con su respectiva procedencia legal y permiso de aprovechamiento.
Entre estas instituciones se encuentran el Zoológico de Chapultepec, Ambystomania, Ajolotario Xochimilco, El Paraíso de los Ajolotes, FES Iztacala, y CIBAC-UAM, entre otros.
La bióloga Claudia Viridiana Saldaña Durán, responsable técnico del Laboratorio de Especies Acuícolas nativas Anemitikalli, explicó que para el repoblamiento de ajolotes, se está llevando a cabo un estudio con 60 ejemplares que formarán la colonia inicial del Centro de Conservación de la Biodiversidad.
Este estudio permitirá establecer líneas de reproducción que generen un mayor acervo genético, evitando cuellos de botella que ya se presentan en algunos criaderos y en el extranjero debido a la reproducción entre ejemplares muy relacionados entre sí. Además, se mantendrá un banco vivo de germoplasma de la especie de ajolote mexicano.
Se realizará un análisis de variabilidad genética mediante la técnica de secuenciación de microsatélites (técnica de PCR multiplex para amplificar fragmentos de 8 loci). Con estos datos, se identificará qué poblaciones presentan la más alta variabilidad genética.
Al mismo tiempo, se llevará a cabo un estudio de presencia-ausencia del hongo Batrachochytrium dendrobatidis (BD) en los 60 ejemplares de la colonia del ajolotario, lo que permitirá asegurar que los ejemplares están libres del patógeno y establecer un protocolo para el ingreso de organismos en el futuro.
Plan incluye el repoblamiento del charal
Para el repoblamiento de charales, se llevará a cabo un cultivo de especies nativas de la cuenca capitalina, con un laboratorio dedicado al monitoreo e investigación.
Los ejemplares (Chirostoma jordani, Chirostoma humboldtianum, entre otras especies) serán colectados en humedales de la cuenca de la Ciudad y trasladados a un sistema monitoreado, donde se recibirán las capturas en el área de recepción de Anemitilkalli.
El proceso se realizará en tanques de 200 litros, donde tendrá lugar la aclimatación, además de un proceso de cuarentena para el control de enfermedades, sanitización y prevención adecuada.
El agua será abastecida por una cisterna central de 10 metros cúbicos, equipada con sistemas de revisión de la calidad del agua. En las tinas de 6 metros cúbicos se colocarán los ejemplares con tallas mayores a 25 mm, mientras que los organismos de menor talla serán trasladados a acuarios de 1 y 2 metros cúbicos.
La logística y los procesos del cultivo serán discutidos con expertos locales, como el Instituto Mexicano de Investigaciones Pesqueras y Acuícolas (IMIPAS) y proveedores del Mercado de Morelos en CDMX. Los protocolos estarán disponibles en la zona de crianza.
Este proyecto integral, además de la conservación de especies nativas, es la concreción del segundo piso de las políticas medioambientales para el suelo de conservación de la Ciudad de México en términos de restauración y preservación de los ecosistemas.
Las obras del laboratorio se realizaron en cinco años, con apoyo de instituciones como la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional y el Cinvestav.
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