Ciudad de México.- En la Ciudad de México, a partir de darse a conocer el pasado 28 de febrero en primer caso de Covid-19 en esta ciudad, se han entretejido infinidad historias con diversos matices para las familias de diversos extractos económicos; desde ese momento todos los mexicanos hemos experimentado un cambio drástico en nuestra forma de vida en todos los aspectos.
Tal es el caso de Mon Montoya, una mujer de 39 años, empleada profesionista, hija de familia que se siente secuestrada por esta pandemia, por ser una da las personas clasificadas como vulnerables por ser asmática.
Esta es su historia
Entre la salud y la economía es difícil contestar, debido al respaldo que le brinda la empresa le permite preocuparme y cuidar de su salud. Pero la situación económica que vive México es delicada y esto obliga a mucha gente a salir a las calles a buscar el sustento económico para la familia, sin tener la certeza si ese día podrán obtener un poco de dinero para los gastos básicos y dejar en segundo plano la salud. Miles de personas han perdido su empleo y otras tantas perdieron sus negocios. Y no se puede ser indiferentes ante esta situación.
La pandemia del Covid-19 le ha dejado, a Montoya, un radical cambio de hábitos, de cuidados extremos desde la limpieza en casa y personal, los de la salud a los que generalmente por priorizar cualquier otra situación se deja para después.
Sin embargo, a parte de Covid-19 hay muchas otras enfermedades a las que se les ha dejado de poner atención, un índice importante de mortalidad está en la diabetes, el cáncer, la obesidad, en el tabaquismo.
La convivencia con la familia le ha llevado a experimentar la tolerancia con la convivencia de 24 horas los 7 días de la semana que no ha sido difícil, y que en muchos casos –que no es el suyo- termina en violencia familiar. Temas que el gobierno minimiza sin darle la importancia que se debe.
Enfatizó que el Covid-19 le ha arrebatado tiempo de vida, se siente secuestrada desde hace de más de 3 meses, ha tenido pérdidas económicas en su negocio que día a día va muriendo y la incertidumbre de sacarlo adelante, el dilema de cuándo terminará, la convivencia con sus seres amados se ha mermado por no poder expresar lo importante que son a través de un abrazo.
Este tiempo de aislamiento e incertidumbre le ha arrebatado a seres queridos que perdieron la guerra frente a este virus, le quitó la confianza de salir a la calle y hacer una vida normal por el miedo al contagio y formar parte de las estadísticas; esto ha truncado planes de vida, con ilusiones y sueños que deseaba llevar a cabo este año.
Agregó que la incongruencia con la que se ha manejado la información en los medios de comunicación, con respecto a esta pandemoa, hace que a la gente no crea lo que está pasando, ha hecho que las personas sean indiferentes al peligro que se vive día con día a perder la vida, sin embargo, es real y no se debe bajar la guardia.
La vida con Covid-19 la lleva a vivir con esta llamada “Nueva Normalidad” a ser precavida y empatica con las personas que rodean su entorno tanto familiar como laboral, a ver a su alrededor y disfrutar la vida con más cuidados sin temor a vivirla porque esta pandemia le está enseñando a qué a la vida se divide de una línea tan delgada que termina en cualquier momento con ella, a decir un te quiero, y a ocuparse de lo bello que regala la misma vida. Con Covid-19 o sin Covid-19 lo único real es que un día vamos a morir.
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