Durante los últimos seis años ha incrementado la cantidad de días considerados limpios en la Ciudad de México debido a que ninguno de los contaminantes criterio rebasa los límites que están establecidos por las normas, informó la Secretaría del Medio Ambiente.
Conforme a los criterios de salud mientras que en 2018 la ciudad tuvo 99 días limpios, de 2019 a 2023 se tuvieron más de 100 días limpios al año, alcanzando 107, 103, 128, 120 y 105 días limpios en los años 2019, 2020, 2021, 2022 y 2023, respectivamente.
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Para que dichas condiciones sigas así continúa la ejecución de estrategias y acciones dirigidas a profundizar la tendencia de reducción de las concentraciones contaminantes, atendiendo de manera especial aspectos prioritarios, como lo es la situación del ozono, que impone grandes retos debido a que su presencia en el ambiente no es una consecuencia directa de su emisión por algún tipo de fuente, sino que se forma en la atmósfera a partir de reacciones químicas entre "precursores" (como los COV) y óxidos de nitrógeno.
Actualmente, como parte del ProAire, se desarrollan acciones para controlar los óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles (COV) provenientes de solventes de productos comerciales y domésticos, así como de fugas de gas LP, en conjunto con las demás medidas dirigidas hacia la mejora de la calidad del aire en la capital mexicana y la zona metropolitana.
La mejora de la calidad del aire es uno de los desafíos más profundos y complejos para la Ciudad de México, que ha enfrentado el reto de contar con una intensa dinámica de actividades de transporte, productivas, comerciales y de servicios que produce distintos tipos de emisiones a la atmósfera.
Estos se suman a las condiciones climáticas y orográficas que favorecen la concentración de distintos tipos de contaminantes, además que su concentración es distinta en función de la temporada del año.
En primavera, por ejemplo, tiene lugar lo que se conoce como la "temporada de ozono", en la que la poca presencia de vientos genera una acumulación de óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles (COV) que, al reaccionar con la alta radiación solar característica de la temporada, produce la formación del ozono.
Entre las fuentes que contribuyen a la generación de emisiones, destaca el sector de transporte y el de tránsito sobre vialidades, responsables de más del 60% de las partículas menores a 10 micrómetros, y los vehículos pesados a diésel.
La Ciudad de México cuenta con un diagnóstico claro sobre las fuentes de contaminación atmosférica y la evolución que han tenido las concentraciones de los diversos contaminantes en los últimos años y décadas, gracias al estudio que se ha realizado del tema durante años y a la existencia del Sistema de Monitoreo Atmosférico (SIMAT) que es uno de los sistemas más completos de su tipo, y que hace posible una medición permanente de la concentración de contaminantes en el aire del Valle de México y la emisión, cada hora, del Índice de Calidad del Aire.
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Dicho diagnóstico está asentado en el Programa de Gestión para Mejorar la Calidad del Aire de la Zona Metropolitana del Valle de México (ProAire) que, con base en ello, establece las 19 medidas y 40 acciones a realizar en el periodo de
2021-2030, a través de la coordinación entre el Gobierno de la Ciudad de México, los gobiernos de la Zona Metropolitana y el Gobierno de México.
Este diagnóstico muestra que en las últimas tres décadas se han presentado reducciones de más de 30% en los distintos contaminantes criterio, y que todos los contaminantes criterio, salvo el ozono y las partículas suspendidas menores a 10 y 2.5 micrómetros, tienen concentraciones menores a las establecidas por los límites de las normas oficiales mexicanas de salud.
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