/ lunes 24 de agosto de 2020

HISTORIAS EN EL METRO: Entre tiburones

Dice que es raro que en el Metro exista un accidente porque están muy definidos los eslabones de seguridad

Miguel Campero García es uno de los ingenieros de la Línea 12 en el Sistema de Transporte Colectivo es un hombre de éxito, pero fundamentado en mucho trabajo y esfuerzo desde niño. Es joven e inquieto, amante de los retos, aunque consciente de su responsabilidad para aportar su parte para el desarrollo del país y de eso habla orgulloso.

Es ingeniero en Electrónica y Comunicaciones, egresado de la Universidad Tecnológica de México. Recuerda que llegó hace casi 21 años a laborar al Metro. Su mamá, Matilde García, quien se acaba de jubilar con 30 años de servicio, lo ánimo en ese tiempo a realizar el examen de ingreso. Él lo hizo de mala gana – confiesa – porque ya tenía otra opción en una empresa privada.

Ahora – reconoce – está enamorado de su trabajo en el Sistema de Transporte Colectivo. Actualmente está en la coordinación de Automatización y Control de la Línea 12; se encarga de regular el tráfico de trenes, el flujo en determinado circuito de vía y dar la información adecuada para que avancen o no en determinado momento.

Dice que es raro que en el Metro exista un accidente porque están muy definidos los eslabones de seguridad. Lo ocurrido hace poco tiempo en la estación Tacubaya cuando un tren alcanzó a otro, fue una situación extraordinaria, pero – afirma – casi todos los días hay saldo blanco con más de cinco millones de personas en circulación desde las cinco de la mañana a las 12 de la noche.

Miguel señala que para que haya cero accidentes laboran intensamente en coordinación con los conductores y los inspectores. También reconoce el apoyo del sindicato y de los directivos pese a que el personal se ha reducido temporalmente a consecuencia de la pandemia, sobre todo los trabajadores en situación de riesgo. En su área sólo están por ahora dos de siete ingenieros.

Además de su actividad en el Metro, Miguel es deportista y nadador en aguas abiertas, una disciplina muy exigente ¿A qué hora lo haces si tu trabajo es muy absorbente? Le pregunto. Contesta que tiene el horario de la tarde en el Metro. Por las mañanas entrena en la Alberca Olímpica Francisco Márquez. Con su entrenadora Nora Toledano, recientemente compitió en un parque acuático en Morelos y le bajó tres minutos a su mejor marca después de no practicar durante tres meses por la cuarentena.

Posee además la triple corona en aguas abiertas, que son las tres competencias más complicadas en una distancia arriba de 22 kilómetros. En la Isla de Manhattan, en Estados Unidos, en 2014, hizo 46 kilómetros; quedó en tercer lugar y fue el primer mexicano en llegar a la meta.

Al año siguiente compitió en la Isla de Catalina, en Los Ángeles, California, en mar abierto, agua helada, con tiburones blancos rondando a su alrededor y debía controlar la mente para no caer en pánico. Es el equivalente al Canal de la Mancha en América.

Platica que finalizó con el Everest o el doctorado de los nadadores, es decir, cruzar el Canal de la Mancha de Inglaterra a Francia, con 34 kilómetros de recorrido. Comenta que normalmente los competidores hacen esos tres recorridos – Isla de Manhattan, Isla de Catalina y El Canal de la Mancha -- en un lapso de un año y él lo llevó a cabo en 78 días.

Me despedí de Miguel Campero García, pero lo voy volver a buscar pronto porque todavía tengo mucho que aprender del Metro y de sus andanzas entre tiburones en aguas abiertas.



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Miguel Campero García es uno de los ingenieros de la Línea 12 en el Sistema de Transporte Colectivo es un hombre de éxito, pero fundamentado en mucho trabajo y esfuerzo desde niño. Es joven e inquieto, amante de los retos, aunque consciente de su responsabilidad para aportar su parte para el desarrollo del país y de eso habla orgulloso.

Es ingeniero en Electrónica y Comunicaciones, egresado de la Universidad Tecnológica de México. Recuerda que llegó hace casi 21 años a laborar al Metro. Su mamá, Matilde García, quien se acaba de jubilar con 30 años de servicio, lo ánimo en ese tiempo a realizar el examen de ingreso. Él lo hizo de mala gana – confiesa – porque ya tenía otra opción en una empresa privada.

Ahora – reconoce – está enamorado de su trabajo en el Sistema de Transporte Colectivo. Actualmente está en la coordinación de Automatización y Control de la Línea 12; se encarga de regular el tráfico de trenes, el flujo en determinado circuito de vía y dar la información adecuada para que avancen o no en determinado momento.

Dice que es raro que en el Metro exista un accidente porque están muy definidos los eslabones de seguridad. Lo ocurrido hace poco tiempo en la estación Tacubaya cuando un tren alcanzó a otro, fue una situación extraordinaria, pero – afirma – casi todos los días hay saldo blanco con más de cinco millones de personas en circulación desde las cinco de la mañana a las 12 de la noche.

Miguel señala que para que haya cero accidentes laboran intensamente en coordinación con los conductores y los inspectores. También reconoce el apoyo del sindicato y de los directivos pese a que el personal se ha reducido temporalmente a consecuencia de la pandemia, sobre todo los trabajadores en situación de riesgo. En su área sólo están por ahora dos de siete ingenieros.

Además de su actividad en el Metro, Miguel es deportista y nadador en aguas abiertas, una disciplina muy exigente ¿A qué hora lo haces si tu trabajo es muy absorbente? Le pregunto. Contesta que tiene el horario de la tarde en el Metro. Por las mañanas entrena en la Alberca Olímpica Francisco Márquez. Con su entrenadora Nora Toledano, recientemente compitió en un parque acuático en Morelos y le bajó tres minutos a su mejor marca después de no practicar durante tres meses por la cuarentena.

Posee además la triple corona en aguas abiertas, que son las tres competencias más complicadas en una distancia arriba de 22 kilómetros. En la Isla de Manhattan, en Estados Unidos, en 2014, hizo 46 kilómetros; quedó en tercer lugar y fue el primer mexicano en llegar a la meta.

Al año siguiente compitió en la Isla de Catalina, en Los Ángeles, California, en mar abierto, agua helada, con tiburones blancos rondando a su alrededor y debía controlar la mente para no caer en pánico. Es el equivalente al Canal de la Mancha en América.

Platica que finalizó con el Everest o el doctorado de los nadadores, es decir, cruzar el Canal de la Mancha de Inglaterra a Francia, con 34 kilómetros de recorrido. Comenta que normalmente los competidores hacen esos tres recorridos – Isla de Manhattan, Isla de Catalina y El Canal de la Mancha -- en un lapso de un año y él lo llevó a cabo en 78 días.

Me despedí de Miguel Campero García, pero lo voy volver a buscar pronto porque todavía tengo mucho que aprender del Metro y de sus andanzas entre tiburones en aguas abiertas.



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