Auscultar los cuerpos en descomposición sobre una plancha de metal es la labor cotidiana de la Perita Médica Forense, Fabiola González Hernández, adscrita al Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses (INCIFO), de la Ciudad de México.
En los informes que llena desde hace siete años, cada dato y cada detalle cobran relevancia, en especial, después de llevar a cabo la necropsia solicitada por la ley, que será integrada a una carpeta de investigación para, en caso de ser necesario, conocer las causas de una muerte violenta o extraña.
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El fétido olor llega a ser una herramienta que Fabiola ocupa en su trabajo para identificar algunas de las causas de la muerte de su paciente en turno, al que explora meticulosamente con la vista y las manos, obteniendo información complementaria que después será corroborada con estudios.
La doctora, quien pertenece al Poder Judicial de la Ciudad de México, en el INCIFO, dice que conocer a fondo las historias de los casos que llegan solo es una parte del trabajo que realiza, pero el contacto con los vivos es el que le cuesta un poco más que explorar un cadáver.
"Lo más complejo, quizás, sería tener este acercamiento con las víctimas indirectas de las personas que llegan fallecidas por alguna situación violenta, porque si ya de por sí el tema de la muerte puede ser bastante complejo, doloroso, todavía más cuando se presenta de un modo súbito, cuando hay un contexto de violencia", cuenta González, para los lectores de LA PRENSA.
Para Fabiola existe un momento tenso a la hora de explicarle a la familia las causas de la muerte, "se me hace difícil, porque es enfrentarse de cara con la más pura expresión del dolor humano, y esto no es algo que a nosotros nos habitúen en la carrera, ni en la especialidad", y tampoco los años hacen que está labor le resulte fácil.
El temple, la inteligencia emocional y la empatía juegan un papel fundamental para tratar con los familiares de las víctimas, a quienes debe dar pormenores de las causas del deceso, así como de los procedimientos.
La egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México (UNAM) relata que parte de sus tareas son lograr que el cadáver permanezca el menor tiempo posible dentro de las instalaciones, y que se le haga la mayor cantidad de procedimientos para que toda la intervención sea lo más completa posible y solo se realice una vez; es decir, entregar el mejor trabajo en calidad en menor tiempo.
¿Quiénes llegan al INCIFO?
El horror humano lo ha conocido a través de las historias que los cadáveres le cuentan a solas, ahí le revelan los atroces secretos, muchos de ellos englobados en violencia. Los casos que le parecen más impactantes son los que involucran homicidios de niños, o los abortos.
Me acuerdo del caso de un fetito abandonado en la vía pública dentro de una bolsa de plástico, en cierto estado de putrefacción, tenía unas aberturas en la cara lateral del tórax. Haciendo la revisión de esas lesiones, y observando la apertura de la caja torácica, nos dimos cuenta de que no eran ocasionadas por la putrefacción, sino que tuvo algunos minutos de sobrevida y lo lastimaron con un objeto punzocortante, de esa manera lo privaron de la vidaPerita Médica Forense, Fabiola González Hernández
Las diversas situaciones que ha experimentado en su trabajo la hacen cuestionarse sobre las condiciones que llevaron a una persona a cometer determinados delitos. La mayoría de los casos que llegan al Instituto de Ciencias Forenses son por muerte violenta; hechos de tránsito donde fallecen personas, muertes en la vía pública, enfermedad en general, como aquellos que fallecen por infartos en la calle, un paradero de camiones, muertes violentas por armas de fuego, de riñas, asaltos o muertes donde existan dudas.
“También recibimos cadáveres de personas que se encuentran en custodia, como los de reclusos penitenciarios, incluso los que fallecen en las agencias del Ministerio Público, los que están en las celdas, muertes de origen incierto”, cuenta Fabiola González.
De entre los varios casos que tiene, recuerda el de un señor “que falleció por un infarto agudo de miocardio de una enfermedad general, no tenía ninguna lesión, pero esta persona falleció dentro de un consultorio, porque refería cierto dolor en el pecho, otro en el estómago fue a un consultorio médico y le dijeron que le tenían que hacer unos estudios. Entonces le hicieron una broncoscopía y tuvo la mala suerte de infartarse".
Comentó que “tras la necropsia se percataron de que el estudio no tuvo nada qué ver con el fallecimiento, pero los familiares estaban muy consternados porque ellos tenían la impresión de que su familiar estaba sano, y argumentaron que lo habían matado durante el procedimiento”, por lo que debe haber una investigación para esclarecer el hecho.
Los no reclamados, a la fosa común
Aquellos cadáveres no identificados van a la fosa común, esos que no fueron reclamados por algún familiar o conocido, que ocurre con frecuencia en personas en situación vulnerable o desaparecidas.
La forense explica que, en estos casos, los procedimientos son diferentes, “les hace una ficha de identificación, intervienen otras especialidades como son; fotografía forense, dactiloscopia y odontología, con lo que se genera un “perfil biológico”, y se integra a un archivo específico que permite a las personas que están buscando a un familiar, ofrecer alguna coincidencia”.
El INCIFO funciona como un espacio de resguardo de los cadáveres, donde hay unas cámaras frigoríficas especiales en las que se detiene el proceso de degradación mediante el frío, en espera de que algún cuerpo sea identificado y reclamado, en un periodo de tres semanas.
Se les colocan una placa de acero en los tobillos y las muñecas, con sus datos de identidad y el número de la carpeta de investigación que está relacionada con ese cuerpo y, si llegan a ser identificados, que se sepa con certeza que el cuerpo que se va a exhumar es el correcto
Perita Médica Forense, Fabiola González Hernández
La especialista dice que la ley obliga al Instituto a que esos restos terminen su proceso de descomposición a través de las fosas comunes en panteones, en este caso, el INCIFO cuenta con un espacio en el cementerio de San Fernando, de donde se pueden extraer.
Casos por resolver
“Atender a un muerto es más complejo que a un vivo”, asegura Fabiola, ya que los segundos le darán las respuestas de viva voz y con los primeros ella tiene que llegar a la verdad con algunos datos, que pueden estar o no correctos.
A pesar de muchos de los procedimientos son similares, las historias y causas del deceso cambian, lo primero que hace González es revisar las carpetas de investigación. La información vertida ahí, debe coincidir con la revisión que ella llevará a cabo en las siguientes dos o tres horas, depende la complejidad.
“Conocer cada caso particular, para así empezar a establecer hipótesis diagnósticas, luego llenamos formatos para hacer las requisiciones de estudios y entramos a un área donde está el equipo de protección personal, con un traje completo que le llaman tyvek”, narra Fabiola.
Luego de conocer los casos que le corresponden revisa el cadáver que está en una bolsa de plástico especial denominado embalaje, mismo que pasará a la plancha de acero que es el área de trabajo donde revisan el expediente llamado “certificado de cadáver” para corroborar hallazgos y lesiones, reportados por los agentes del Ministerio Público.
“Corroboramos que se trate del de la misma persona, una vez hecho esto, hacemos un examen en el exterior, corroboramos lesiones, algún otro cambio, procedimientos médicos y luego hacemos el procedimiento de disección y cavidades anatómicas”, cuenta la médica forense.
Luego de la documentación y respaldo gráfico, narra que se hace el diagnóstico y la causa de la muerte, “se prepara el cadáver, se cierra, se lava, se pone presentable para que se presente a los familiares de esta persona, para que lo identifiquen y se vaya en la carroza fúnebre”, agrega.
En su turno, Fabiola practica entre tres y seis necropsias, los motivos de la muerte pueden ser sorprendentes para los trabajadores del INCIFO, por lo que cuentan con apoyo psicológico con especialistas, en caso de que lo requieran.
La especialista dice que no le ha tocado vivir ningún evento paranormal cuando trabaja, ha llegado a escuchar historias de otras personas, pero no ha sido su caso; refiere que siente más temor por lo que algunas personas vivas puedan hacer, que sus pacientes difuntos.
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