Desde hace quince años Paco ha recorrido la ciudad realizando trabajos de fumigación, oficio que eligió como forma de vida, sin pensar que un virus llegaría al mundo y con el traería largas jornadas de trabajo. Pese a esto, Francisco Amores hace su trabajo con la misma pasión que la de hace ya más de una década, en la que ha contribuido a combatir amenazas contra la salud, está vez tras la llegada del coronavirus.
El técnico en fumigación asegura que en lo quince años que lleva trabajando para Cris Service, empresa de fumigación, nunca había tenido tanta carga de trabajo como ahora, donde solo descansa los domingos y los otros días trabaja desde que el sol sale hasta incluso después de que se oculta.
Aunque en su larga trayectoria nunca le había tocado enfrentar una pandemia, confía en que el equipo de protección que utiliza y las medidas sanitarias ayudarán a que salga bien librado de la emergencia sanitaria, pese a que su trabajo lo lleva a lugares donde se expone al contagio del virus.
Vistiendo cómodo y lo más fresco posible, Paco, como le dicen sus compañeros de cuadrilla, se viste con el traje sanitario, se coloca los guantes y una mascarilla protectora, finalmente carga a sus espaldas una mochila tanque en la que almacena el líquido que roseará por todos los rincones del lugar, que en esta jornada corresponde a las instalaciones de la Fiscalía General de Justicia en la alcaldía de Venustiano Carranza.
Explica que su trabajo no es tan complejo y se aprende sobre la práctica, la empresa se encarga de darle la capacitación sobre las cantidad de químico que debe de diluir en agua, aunque sí aclaró que es muy diferente sanitizar a fumigar, pues este último no era muy aceptado entre los burócratas, a diferencia de estos tiempos en que son bien recibidos a fin de que saniticen todos los rincones de los edificios públicos.
Lo más complicado de este trabajo –explica- es resistir largas jornadas de trabajo con este uniforme, termina uno deshidratado y bañado en sudor, ni la máscara ni los guantes son tan molestos como el uniforme. Aunque también le llega a pesar las desinfecciones en edificios altos, “tener que subir por las escaleras edificios de hasta quince pisos de altura, cargando en las espaldas hasta treinta kilos que pesa la bomba motorizada, entre químico, gasolina y el motor”.
Reconoce que tras la llegada del virus el trabajo ha aumentado, pues su empresa está a cargo de la sanitización de las instalaciones públicas que se encuentran en la demarcación Venustiano Carranza, ya lo han hecho en todas las oficinas de las diferentes direcciones de la alcaldía, también en los más de cuarenta mercados y en campamentos de servicios urbanos.
Como muchos ante la pandemia, no tiene idea de cuando pasará la contingencia, incluso cree que las fuertes cargas de trabajo continuarán después de que se levanté la cuarentena, pues considera que será necesario continuar las sanitización para no dejar ningún rastro del Covid-19.
Pese a los riesgos que su trabajo implica, Paco dice amarlo, pues lo ha llevado a conocer lugares a los que difícilmente creó llegaría, como las galeras de una agencia del Ministerio Publico, en donde con gracia recuerda que estuvo a punto de no salir pues lo confundieron con un detenido. Pero no todo es diversión, pues su labor lo ha llevado a hospitales, lugares en donde él y su brigada extreman precauciones.
Tras la jornada de trabajo, acude junto con su cuadrilla a las oficinas de la empresa, la cual se ubica en la colonia Portales, para después usar el transporte público rumbo a su casa en la colonia Anáhuac, al poniente de la ciudad, donde su familia ya lo espera con el agua caliente lista para que Paco llegue directo a la ducha.
Aunque su familia sabe del riesgo que implica su trabajo, reconoce la importancia de su labor y de poder contar con un ingreso económico en tiempos de inestabilidad. A ellos como a sus conocidos les pide acaten las restricciones sanitarias pues asegura que pese a que mucha gente no cree en el virus, este está presente.
Aunque se enorgullece de su labor dice no creerse un salvador de la humanidad, aunque si bien su trabajo ayuda a evitar la propagación del virus, el esfuerzo colectivo será la única forma en que podamos terminar con esta emergencia.
Al igual que muchos, Paco ya ansía el momento de que se levante la alerta sanitaria, pues confía en que al final habrá una recompensa económica por su ardua labor, misma que invertirá en un paseo familiar, que le quite el estrés y lo relaje después de su intensa lucha en el combate contra el coronavirus.