Desde la década de los 80, y hasta el día de hoy, muchas cosas han cambiado de manera vertiginosa en la Ciudad de México. En medio de esta dinámica, llama la atención la permanencia de ciertos lugares o espacios sociales en ese lapso, y una muestra de ello es el Tianguis Cultural del Chopo, que ha permanecido ya por cuatro décadas.
Su “metamorfosis” lo ha llevado de tener una esencia contracultural, alternativa, rebelde, anárquico, y hasta caótico, a ser un sitio “interesante” para ir de compras y escuchar algo de música. En el Chopo aún encuentras diversas mercancías para tu look rockero, emo, tecno y/o ciberpunk, new wave, así como las nuevas corrientes de tipo cosplay. Sobreviven, aunque son los menos, discos de vinil, CD y hasta algunos casettes, algo de literatura (libros y revistas), que años atrás eran predominantes junto con el intercambio de esos artículos.
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En los 80, 90 y hasta principios de los 2000, era común que al llegar a las inmediaciones del tianguis y que te abordara un grupito de punketos o rockeros para “talonearte una lana para las caguamas”, a lo que no te podías oponer y soltabas tus diez “varitos” para la causa. ¡Eso ya no existe!
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Ahora es un apacible lugar familiar al que acuden desde los viejos rockeros acompañados de sus hijos, y hasta nietos, así como parejas jóvenes con sus bebés en brazos.
Los tiempos cambian y el tianguis aplica, aparentemente muy bien, el “renovarse o morir”, o el “si no puedes contra de ellos,úneteles”. Pero cómo dijera el viejo rockero: El rock and roll nunca muere… el cuero es el que se arruga.
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