Fosa común de la Miguel Hidalgo alberga la historia de Pedro Bribiesca

Luego de que el hombre se extravió, murió en un albergue público de la CdMx que donó sus restos a una escuela del IPN; hoy su cuerpo descansa en el panteón de Dolores

Dana Estrada / El Sol de México

  · domingo 3 de noviembre de 2024

La familia de Pedro Martín Bribiesca lo visitó ayer en pleno Día de Muertos. Foto: Ivonne Rodríguez / El Sol de México

Desde 2023, la familia Bribiesca pasa el Día de Muertos en la fosa común del Panteón Civil de Dolores, en la alcaldía Miguel Hidalgo, para honrar la memoria de Pedro Martín Bribiesca Almaguer, quien desapareció el 1 de noviembre de 2019 y tras casi tres años de búsqueda fue hallado en ese lugar, junto a los cuerpos de otras 100 personas.

Antes de que los restos de Pedro terminarán en esta área, pasaron por varios lugares, descuidos y negligencias de autoridades capitalinas, que hoy su hija, hermanos y sobrinas no perdonan.

El día que el hombre salió de su casa, en la colonia Independencia de Tlalnepantla, Estado de México, tenía 56 años y padecía un deterioro mental, producto de un diagnóstico de demencia. Horas después de su salida, su familia inició la búsqueda en la zona, creyeron que en poco tiempo lo encontrarían, pero no fue así

“Todos salimos a buscar. Él vivía con su pareja y pensamos que volvería, pero nunca pasó. En ese momento, su pareja nos aseguró que había levantado la ficha de búsqueda, pero días después nos dimos cuenta de que no, hasta que nos dijeron que fuéramos a un Ministerio Público (...) somos en total nueve hermanos, y uno de mis hermanos fue quien denunció su desaparición”, relató Beatriz Bribiesca, hermana de Pedro.

El 20 de enero del año pasado, la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) les informó que habían encontrado un cuerpo con las características de su familiar. Ellos pensaron que irían a reconocerlo a un anfiteatro, pero fue a través de un documento de 25 páginas que se enteraron de su paradero.

“En junio de 2022, la CNB encontró una pista del paradero del señor Pedro Martín. Personal comparó un listado de nombres de personas fallecidas inhumadas en la Fosa Común del Panteón de Dolores”, detalló el informe entregado a la familia.

Previo a ello, según el expediente, el hombre deambuló por la capital durante siete meses, hasta que en mayo de 2020, personal de la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social de la CdMx lo llevó a un albergue público para personas sin techo: el CAIS Plaza del Estudiante, conocido como Coruña, en la colonia Viaducto Piedad de alcaldía Iztacalco.

Pedro murió el 11 de agosto de 2020, a las 8:05 horas, nueve meses después de que su familia lo vio por última vez y luego de tres meses de llegar al albergue. Según lo reportado por el CAIS, el hombre sufrió un infarto causado por un cuadro de desnutrición y anemia.

Pese a que el CAIS tenía el nombre completo de Pedro, afirman sus deudos, no fue auxiliado para hallar a su familia y su cuerpo fue donado a la Escuela Superior de Medicina del IPN, donde sus restos fueron objeto de prácticas y mantenidos “en buen estado” en morfol.

“Creímos que iríamos a un semefo a reconocerlo, pero nos enseñaron fotos de su cuerpo, antes de que fuera sepultado en la fosa común. No lo reconocimos, nos negábamos a decir que sí era, sólo sus tatuajes nos confirmaron que era. Su cuerpo ya estaba muy delgado y maltratado, primero por haber vivido en la calle y después por todo lo que le hicieron los estudiantes”, reclamó Viridiana, una de sus familiares.

Foto: Cortesía / Familia Bibriesca

Según el informe de la CNB, la escuela de medicina entregó el cuerpo de Pedro al panteón de Dolores el 4 de mayo de 2022 y fue sepultado en la fosa número 17, de la quinta clase y línea dos, a una profundidad de 2.5 metros.

“Quisimos recuperar el cuerpo de mi hermano, pero el panteón nos cobraba 40 mil pesos por sacarlo de ahí. Yo no tenía el dinero, era mucho, y ni siquiera nos permitían llevarlo a otro panteón o cripta lejos de la fosa común. Nos dijeron que lo sacaban, pero lo ponían a un lado de la fosa y le podíamos poner una tumba”, relató Beatriz.

Foto: Dana Estrada / El Sol de México

Los restos no fueron exhumados y solo pudieron colocar una cruz con su nombre, la cual fue removida este año, por lo que su familia puso su nombre con un plumón en la placa de identificación de la fosa, a donde ayer le llevaron flores de cempasúchil y terciopelo, agua y le pusieron algunas de sus canciones preferidas: Murió la Flor de Los Ángeles Negros y Sufrir me Tocó de Los Solitarios.

Beatriz lloró porque cada vez que quiera visitar a su hermano, será solo por medio del número de fosa.

Israel Cancino, sepulturero de la fosa común desde 2005, señala que desde que empezó a trabajar en el lugar recibe cada mes un promedio de entre 40 a 50 cuerpos.

“Cuando empecé a trabajar aquí casi no ocurría la identificación. Desde el año pasado, se han identificado y recuperado, en promedio, cuatro cuerpos al mes. Antes, esto pasaba, pero muy poco. Ahorita ya hay más trabajo para que las personas que están aquí sean encontradas por sus familias”, dijo.

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“Cada fosa tiene un aproximado de 90, 100 hasta más cuerpos de personas no identificadas”, comentó otro de los sepultureros de esta zona del panteón.

En tanto, la asociación civil El Caracol, que trabaja por los derechos y dignidad de las poblaciones sin techo, ha logrado identificar desde 2023, con ayuda de la Consejería Jurídica y de Servicios Legales de la CdMx, a cinco personas en condición de calle que fueron reclamadas.