Si se busca un sinónimo para la palabra lealtad, podría ser perro. El vínculo entre los canes y el ser humano es milenario, la fidelidad de los lomitos para con nuestra especie ha sido materia de estudio por años y hasta ha generado historias de peludos que acompañan a sus amos hasta la muerte.
En muchos pueblos antiguos, incluidos los mayas y los aztecas, existen leyendas sobre los perros que, cuando los humanos mueren, los ayudan a cruzar el río que los lleva al inframundo, o al Mictlán (lugar donde van las almas después de morir).
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Ahora entendemos que los perros son capaces de saber, gracias a su olfato, cuando alguien está a punto de morir, y si ven a la persona una vez fallecida reconocen y entienden que ya no está viva; detectan que no respira, no desprende calor corporal y no reacciona a los estímulos, y asimilan lo más rápido posible que ya no convivirán con esa persona.
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El duelo tampoco es algo desconocido para los canes, al igual que las personas, pasan por este proceso cuando alguien a quien conocen o con quien conviven fallece o desaparece de su vida.
Además, su naturaleza es empática, por ello, no es extraño verlos en las escenas de asuntos policiacos, ya sea despidiéndose de alguien a quien conocen o simplemente entendiendo que alguien ya partió. Este 21 de julio se conmemora en diversos países el Día Mundial del Perro, instaurado en 2004.
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