/ viernes 23 de diciembre de 2022

Exigen establecer cinturones verdes en la CDMX para frenar la mancha urbana

Se calcula que el 59 por ciento del territorio capitalino es suelo de conservación, distribuido en nueve demarcaciones territoriales

Para frenar la mancha urbana en la capital del país, donde diariamente se pierde una hectárea de suelo de conservación por deforestación, asentamientos irregulares y tala ilegal, es preciso establecer cinturones verdes, estrategia que ha tenido éxito en diversas ciudades del mundo, propuso la integrante de la bancada del PRI en el Congreso de la Ciudad de México, Lourdes González Hernández, al exponer que el modelo funciona ya desde hace décadas en Australia, Nueva Zelanda, Suecia, Holanda y Estados Unidos.

Se trata, dijo, de emprender los denominados cinturones verdes en la metrópoli, como una política pública en materia ambiental y de planeación, así como una alternativa para contribuir a detener la expansión de la mancha urbana en suelos de conservación o áreas con riqueza en biodiversidad forestal.

La diputada priista detalló que en las zonas con ese tipo de mecanismo, por ningún motivo se permite el establecimiento de nuevos asentamientos humanos, usos habitacionales, comerciales o de algún otro tipo o clasificación que pongan en riesgo a la población, ecosistemas y cualquier forma de vida presente en las mismas y al medio ambiente en general, con lo que se evita el crecimiento desproporcionado e irregular de la mancha urbana.

¿Qué es un cinturón verde?

Dio cuenta que los cinturones verdes se definen como corredores naturales o espacios de tierra rodeados de ciudades o pueblos; casi siempre son una mezcla de tierras públicas y privadas donde existen restricciones al crecimiento, como ya sucede en Kenia, mientras que se cuenta con el Groene Hart, en Holanda; la Biósfera de Sao Paulo, en Brasil; el Jardín Circunvalar en Medellín, Colombia y está el denominado Metropolitano en Londres, Inglaterra.

La propuesta de González Hernández está contenida en una iniciativa de reformas a diversas disposiciones de la Ley de Desarrollo Urbano, así como de la Ley Ambiental y de Protección a la Tierra, ambas del Distrito Federal, que fue presentada por la legisladora al pleno del Congreso de la Ciudad de México los primeros días de diciembre.

El documento ya es analizado por integrantes de las Comisiones de Desarrollo e Infraestructura Urbana y de Preservación del Medio Ambiente, Cambio Climático y Protección Ecológica.

Dentro de la iniciativa, la congresista del Revolucionario Institucional expone que en la capital mexicana no se detiene el avance de la mancha urbana y el crecimiento desordenado, con sus asentamientos irregulares en áreas de suelo de conservación y en zonas de alto riesgo, como en las alcaldías Xochimilco, Tláhuac, Cuajimalpa, Milpa Alta, Tlalpan, Álvaro Obrwgón y Magdalena Contreras, en las que existen bosques, barrancas, cuencas, ríos y zonas de cultivos.

Suelo de conservación

Comunicó que se calcula que el 59 por ciento del territorio capitalino es suelo de conservación, distribuido en nueve demarcaciones territoriales, principalmente al sur, con más de 900 asentamientos irregulares y 200 mil pobladores, por lo que se estima que diariamente se pierde una hectárea de suelo de conservación por deforestación, asentamientos irregulares y tala ilegal, de acuerdo con datos de la Fiscalía General de Justicia (FGJ) capitalina.

Sobre el tema, Elizabeth Caracheo, académica de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, ha explicado que el boom de la expansión urbana se registró en 1990, derivado de la reforma en la Ley Agraria de 1992, con la que los ejidos se incorporaron a los mercados inmobiliarios, aumentando la oferta de suelo más barato en zonas de conservación y áreas de alto riesgo, aunado a que la mayoría de las colonias populares en la Ciudad de México iniciaron como asentamientos irregulares.

Así, en zonas de reserva se pueden apreciar casas precarias que invaden las faldas del cerro, las orillas de ríos y de acuerdo con vecinos del pueblo de San Luis Tlaxialtemalco, en Xochimilco, en los últimos 30 años se empezó a poblar de manera irregular las partes altas, como La Guadalupita, San Miguel, Las Torres, entre otras, donde no debería haber casas.

Resulta que a la fecha, es un reto para las autoridades rescatar las zonas que de la noche a la mañana se invaden con viviendas, basura o cascajo.

Complicado, detener expansión

Productores de Milpa Alta luchan a diario para evitar que el suelo rural se urbanice; lo mismo sucede en San Juan Ixtayopan, Tláhuac, con los campesinos que siembran diversos cultivos, quienes aseguran que ha sido muy complicado detener la expansión y crecimiento desordenado en las áreas de cultivos.

En el documento la representante popular del tricolor, destacó que durante la pandemia por Covid-19 aumentó la invasión de zonas naturales protegidas, como en los casos de San Salvador Cuauhtenco y San Francisco Tlalnepantla, en Milpa Alta; la zona del Ajusco, en Tlalpan, y en Magdalena Atlitic, en Magdalena Contreras.

Mientras que en la carretera Picacho-Ajusco, en Tlalpan, se evidenció el crecimiento de casas de lámina en el paraje Resumideros, de acuerdo con denuncias de vecinos.

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Milpa Alta, Tlalpan y Xochimilco son las alcaldías con mayor superficie de suelo de conservación; le siguen Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón, Tláhuac y parte de Iztapalapa con el Cerro de la Estrella.

Esas áreas naturales protegidas son el hábitat de más de mil 800 especies de plantas y animales, algunas endémicas, las cuales permiten que haya captación de carbono; con la zona de cubierta vegetal de las serranías del sur regulan el clima, facilitan la infiltración de agua en época de lluvias y favorecen la recarga de acuíferos.

De acuerdo con EVALÚA de la CDMX, en 2010 había 877 asentamientos irregulares en una superficie de dos mil 820 hectáreas, mientras que la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA), ha citado que en 2015 eran 812 las mayores concentraciones de asentamientos humanos irregulares en las alcaldías Tlalpan, Xochimilco y Milpa Alta, pero es un hecho que éstos se duplican.

En los últimos 20 años, el área urbana creció 15 por ciento; en el 2000 la superficie era de 68 mil 939 hectáreas y ya en 2019 era de 79 mil 307 hectáreas; de acuerdo con datos del INEGI, en ese periodo se registró un aumento de 10 mil 368 nuevas hectáreas de suelo urbano.

Por lo anterior, resulta de vital importancia y necesidad, impulsar políticas públicas que contribuyan a frenar la urbanización en territorios que aún conservan su riqueza tanto en mantos acuíferos como en biodiversidad forestal.

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Para frenar la mancha urbana en la capital del país, donde diariamente se pierde una hectárea de suelo de conservación por deforestación, asentamientos irregulares y tala ilegal, es preciso establecer cinturones verdes, estrategia que ha tenido éxito en diversas ciudades del mundo, propuso la integrante de la bancada del PRI en el Congreso de la Ciudad de México, Lourdes González Hernández, al exponer que el modelo funciona ya desde hace décadas en Australia, Nueva Zelanda, Suecia, Holanda y Estados Unidos.

Se trata, dijo, de emprender los denominados cinturones verdes en la metrópoli, como una política pública en materia ambiental y de planeación, así como una alternativa para contribuir a detener la expansión de la mancha urbana en suelos de conservación o áreas con riqueza en biodiversidad forestal.

La diputada priista detalló que en las zonas con ese tipo de mecanismo, por ningún motivo se permite el establecimiento de nuevos asentamientos humanos, usos habitacionales, comerciales o de algún otro tipo o clasificación que pongan en riesgo a la población, ecosistemas y cualquier forma de vida presente en las mismas y al medio ambiente en general, con lo que se evita el crecimiento desproporcionado e irregular de la mancha urbana.

¿Qué es un cinturón verde?

Dio cuenta que los cinturones verdes se definen como corredores naturales o espacios de tierra rodeados de ciudades o pueblos; casi siempre son una mezcla de tierras públicas y privadas donde existen restricciones al crecimiento, como ya sucede en Kenia, mientras que se cuenta con el Groene Hart, en Holanda; la Biósfera de Sao Paulo, en Brasil; el Jardín Circunvalar en Medellín, Colombia y está el denominado Metropolitano en Londres, Inglaterra.

La propuesta de González Hernández está contenida en una iniciativa de reformas a diversas disposiciones de la Ley de Desarrollo Urbano, así como de la Ley Ambiental y de Protección a la Tierra, ambas del Distrito Federal, que fue presentada por la legisladora al pleno del Congreso de la Ciudad de México los primeros días de diciembre.

El documento ya es analizado por integrantes de las Comisiones de Desarrollo e Infraestructura Urbana y de Preservación del Medio Ambiente, Cambio Climático y Protección Ecológica.

Dentro de la iniciativa, la congresista del Revolucionario Institucional expone que en la capital mexicana no se detiene el avance de la mancha urbana y el crecimiento desordenado, con sus asentamientos irregulares en áreas de suelo de conservación y en zonas de alto riesgo, como en las alcaldías Xochimilco, Tláhuac, Cuajimalpa, Milpa Alta, Tlalpan, Álvaro Obrwgón y Magdalena Contreras, en las que existen bosques, barrancas, cuencas, ríos y zonas de cultivos.

Suelo de conservación

Comunicó que se calcula que el 59 por ciento del territorio capitalino es suelo de conservación, distribuido en nueve demarcaciones territoriales, principalmente al sur, con más de 900 asentamientos irregulares y 200 mil pobladores, por lo que se estima que diariamente se pierde una hectárea de suelo de conservación por deforestación, asentamientos irregulares y tala ilegal, de acuerdo con datos de la Fiscalía General de Justicia (FGJ) capitalina.

Sobre el tema, Elizabeth Caracheo, académica de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, ha explicado que el boom de la expansión urbana se registró en 1990, derivado de la reforma en la Ley Agraria de 1992, con la que los ejidos se incorporaron a los mercados inmobiliarios, aumentando la oferta de suelo más barato en zonas de conservación y áreas de alto riesgo, aunado a que la mayoría de las colonias populares en la Ciudad de México iniciaron como asentamientos irregulares.

Así, en zonas de reserva se pueden apreciar casas precarias que invaden las faldas del cerro, las orillas de ríos y de acuerdo con vecinos del pueblo de San Luis Tlaxialtemalco, en Xochimilco, en los últimos 30 años se empezó a poblar de manera irregular las partes altas, como La Guadalupita, San Miguel, Las Torres, entre otras, donde no debería haber casas.

Resulta que a la fecha, es un reto para las autoridades rescatar las zonas que de la noche a la mañana se invaden con viviendas, basura o cascajo.

Complicado, detener expansión

Productores de Milpa Alta luchan a diario para evitar que el suelo rural se urbanice; lo mismo sucede en San Juan Ixtayopan, Tláhuac, con los campesinos que siembran diversos cultivos, quienes aseguran que ha sido muy complicado detener la expansión y crecimiento desordenado en las áreas de cultivos.

En el documento la representante popular del tricolor, destacó que durante la pandemia por Covid-19 aumentó la invasión de zonas naturales protegidas, como en los casos de San Salvador Cuauhtenco y San Francisco Tlalnepantla, en Milpa Alta; la zona del Ajusco, en Tlalpan, y en Magdalena Atlitic, en Magdalena Contreras.

Mientras que en la carretera Picacho-Ajusco, en Tlalpan, se evidenció el crecimiento de casas de lámina en el paraje Resumideros, de acuerdo con denuncias de vecinos.

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Milpa Alta, Tlalpan y Xochimilco son las alcaldías con mayor superficie de suelo de conservación; le siguen Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón, Tláhuac y parte de Iztapalapa con el Cerro de la Estrella.

Esas áreas naturales protegidas son el hábitat de más de mil 800 especies de plantas y animales, algunas endémicas, las cuales permiten que haya captación de carbono; con la zona de cubierta vegetal de las serranías del sur regulan el clima, facilitan la infiltración de agua en época de lluvias y favorecen la recarga de acuíferos.

De acuerdo con EVALÚA de la CDMX, en 2010 había 877 asentamientos irregulares en una superficie de dos mil 820 hectáreas, mientras que la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA), ha citado que en 2015 eran 812 las mayores concentraciones de asentamientos humanos irregulares en las alcaldías Tlalpan, Xochimilco y Milpa Alta, pero es un hecho que éstos se duplican.

En los últimos 20 años, el área urbana creció 15 por ciento; en el 2000 la superficie era de 68 mil 939 hectáreas y ya en 2019 era de 79 mil 307 hectáreas; de acuerdo con datos del INEGI, en ese periodo se registró un aumento de 10 mil 368 nuevas hectáreas de suelo urbano.

Por lo anterior, resulta de vital importancia y necesidad, impulsar políticas públicas que contribuyan a frenar la urbanización en territorios que aún conservan su riqueza tanto en mantos acuíferos como en biodiversidad forestal.

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