En situación de abandono, por parte de sus familiares, se encuentra el 65 por ciento de la población con problemas psicosociales, dentro de los diferentes centros penitenciarios en la Ciudad de México, donde los padecimientos más frecuentes son; depresión y esquizofrenia.
El Coordinador del Programa de Rehabilitación para Personas con Discapacidad Psicosocial, que pertenece a la Dirección Ejecutiva de Prevención y Organización Social, José Luis Nava Camacho, explica que este vínculo es necesario para “la reinserción social en un 80 por ciento y el 20 por ciento el medicamento que, por sí solo, puede generar sus reacciones, sin embargo, la estabilidad siempre la va a proporcionar la familia”.
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Desafortunadamente, resulta común que las personas privadas de la libertad, con diagnóstico de algún padecimiento mental, que sean abandonados por sus cuidadores, lo que provoca un retraso en su proceso de recuperación para una futura reinserción.
José Luis, cuenta que la gran mayoría de los internos manifiesta alguna conducta o rasgo psicosocial, que tan solo en el Pabellón de Psiquiatría en el Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial, con una población de 267, el 90 por ciento toma medicamentos controlados.
Evaluación indispensable
Sobre las personas que cometen un delito a causa de sus padecimientos psicosociales, comentó que, luego de las investigaciones pertinentes, si la persona resulta responsable del delito del que se le acusa, cuentan con un grupo conformado por 13 especialistas que dependen de la Secretaría de Salud, al interior del Centro Penitenciario.
“Cuando llegan a un centro penitenciario, en este caso, a un centro de rehabilitación psicosocial, ya pasaron por un proceso donde existen áreas técnicas que se encargan de evaluar a las personas por medio de entrevistas, pasan por áreas técnicas de Psicología, tecnología, trabajo social, quienes son las que pueden llegar a detectar alguna situación distinta para identificar que puede haber un probable diagnóstico”, señala José Luis Nava.
Ellos “son los encargados de darle continuidad a al tratamiento cuando ingresan, cuando hay comunicación con el exterior, es decir, con la familia, ellos proporcionan un historial o un expediente médico, y se le da al psiquiatra para que valoren”, dijo Nava Camacho.
El trabajo de los profesionales de la salud, es indispensable para llegar a un diagnóstico, ya que “hay veces que, por el proceso que está pasando, puede que se genere una inestabilidad en la persona, entonces tiene que ajustar medicamentos y lo que se tiene que hacer, es darle continuidad con lo que traía del exterior”.
El especialista, comentó que en la mayoría de los casos, las familias tienen conocimiento sobre algún tipo de discapacidad psicosocial sobre la persona imputada o sentenciada, por lo que se les da seguimiento al interior, pero cuando la evaluación se hace al interior del centro penitenciario, a veces, resulta complejo de aceptar.
Nava, dio a conocer que las personas privadas de la libertad, necesariamente se someten a una revisión por parte del equipo, varios de ellos canalizados al psiquiatra, previamente revisados por un psicólogo, quien les otorga un tratamiento en caso de requerirlo.
Asimismo, detalló que, a pesar de que todos los internos se someten a revisiones, algunos de ellos llegan con crisis nerviosas luego de estar detenidos en la Fiscalía por varias horas, y es necesario diferenciar esa situación a un problema relacionado con la salud mental. “Solo un especialista puede determinar esa situación”.
Confianza o irresponsabilidad
Las personas con padecimientos mentales, no están exentas de ser víctimas de la fabricación de un delito, propensas por su misma condición, que en algunos casos alcanza la inimputabilidad, pero en otros, no solo pagan una condena posiblemente injusta, sino que son abandonados por sus familiares, desde el inicio de su proceso legal.
Muchas veces, lo que ocurre es que “no quieren cuidar a un esquizofrénico, ni convivir con un psicótico” y, hasta representa un alivio al no tener que proporcionales cuidados diarios y la medicación, que en muchos casos puede ser costosa. “Van a tener psiquiatra, medicamento y alimento”.
Como parte de la rehabilitación de las personas privadas de la libertad, en los centros penitenciarios les proporcionan una serie de actividades, lúdicas, recreativas y educativas, lo que apoya en su recuperación y reinserción.
Entre las actividades, “las deportivas para una descarga y carga de energía, es una terapia ocupacional para ellos, necesitan desintoxicarse los medicamentos, en cuestiones de expresión, uno de ellos es una actividad que se llama Días de radio, donde pueden hablar como si estuvieran en el radio y poner música, sin dejar de lado el baile y la pintura”, entre otras.
A pesar de los esfuerzos por que las personas privadas de la libertad logren una vida útil y con oportunidades, José Luis Nava, reiteró que la cercanía con sus familiares podría afianzar el proceso y reflejar avances significativos.
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