Ciudad de México.- El año pasado la venta libros disminuyó 56.3 por ciento, de acuerdo con cifras de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM), aún y cuando el uso de la tecnología digital y la pandemia impulsaron el reencuentro de las personas con la lectura ya sea en física o electrónicamente, se avivó este gusto.
Pero, de acuerdo con datos de este organismo en 2020 las librerías vendieron aproximadamente 89 millones de libros físicos, 35 millones menos que en 2019, se reveló en un conversatorio previo al 23 de abril, Día Internacional del Libro y el Derecho de Autor.
Debido al cierre de establecimientos de venta de libros en México por la emergencia sanitaria durante el año pasado, la comercialización alcanzó sólo siete mil 964 millones de pesos, cifra menor a los 11 mil 234 millones registrados en 2019. En mayo de 2020 se reportó la contracción más pronunciada desde que inició la pandemia al disminuir 56.3 por ciento las ventas.
La contingencia impulsó al libro digital; sin embargo, su presencia es aún baja, toda vez que representaba el dos por ciento en 2019 y se estima que al terminar 2020 se ubicó en cuatro y cinco por ciento.
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Cifras del Módulo sobre Lectura (MOLEC) 2020, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) revelan que la población alfabeta de 18 años de edad y más declaró leer en promedio 3.4 ejemplares por año. A nivel mundial, según la ONU, en Argentina se lee una media de 4.6 libros per cápita, en España 11 y en Finlandia 47.
El libro es un objeto que nació perfecto, que no ha tenido cambios mayores desde que Gutenberg imprimió su Biblia (1440), porque las modificaciones han ocurrido en los últimos 20 años, considera Jaime Soler Frost, titular del Departamento de Publicaciones del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM.
Y, basa esta perfección a partir de su origen porque “no ha necesitado cambios; aun cuando sea un ejemplar único o un tiraje prolífico, cumple su función de transmitir el pensamiento de alguien a un número de personas que puede estar en otra parte del mundo o en otra época”.
“Las modificaciones realizadas al libro en las últimas dos décadas están más relacionadas con los procesos de producción que con la forma del libro en sí. Han sido más avances tecnológicos que otra cosa. Avances que hoy permiten que una persona con una computadora, una impresora y un par de instrumentos más, pueda hacer de forma individual una edición casera”, ejemplifica.
No obstante, aclara que el formato en sí, su aspecto y materialidad, se conservan y una persona contemporánea de Gutenberg seguiría reconociendo el libro como tal. En el caso del libro digital, precisa, es un desarrollo contemporáneo, pero no es un objeto.
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