El Museo del Juguete Antiguo, cuenta con la colección más grande del mundo

Con más de 55 mil piezas que narran cultura popular mexicana del siglo XX

Patricia Carrasco | La Prensa

  · jueves 8 de abril de 2021

David Deolarte | La Prensa

Ciudad de México.- El Museo del Juguete Antiguo México (MUJAM) se ubica en un viejo edificio construido en 1935, situado en una de las zonas más populares de la Ciudad de México: la Colonia Doctores, alcaldía Cuauhtémoc, el cual alberga más de 55 mil piezas exhibidas y 6 millones en bodega.

Su acervo es incalculable y variado, resultado de 70 años de colección de su fundador y director Roberto Yukio Shimizu. Ahí se pueden apreciar grandes carros originales de latón; las cámaras antiguas de Televicentro, vitrinas repletas de juguetes prehispánicos y de la época colonial.

Es una colección privada abierta al público. No sigue protocolos de museos, ni a su dueño le interesa la museografía perfecta. Las vitrinas no tienen fichas. Cada visitante crea su historia. Esa es la intención. El decidió cómo se colocarán las vitrinas, ha hecho la museografía y curaduría a su entender.

Al entrar al museo, todo parece todo amontonado, “pero es la intención, todo está en su lugar y hacen conexión de neuronas”, dice el director creativo Roberto Shimizu Jr.

Hay miles de objetos relacionados con la cultura popular mexicana, muchos de ellos hechos a mano. Piezas desde 1900 hasta la actualidad; soldaditos y carritos de plomo y madera; vitrinas de muñecas de todos tamaños y nombres; la versión mexicana de Barbie; chimalis con motivos mexicanos.

En el Museo hay manuscritos originales como de Francisco González Bocanegra, justo antes de comenzar a escribir el Himno Nacional. Así como los documentos personales de Santo el Enmascarado de Plata, sus máscaras, mallas, botas, capas, que antes de ser el famoso enmascarado de plata, fue Rudy Guzmán, el Murciélago y el Hombre Rojo.

David Deolarte | La Prensa

El segundo piso del Museo contiene la espectacular sala de la lucha libre, además de máscaras originales, luchadores de diversos materiales, capas, botas, mallas, carteles de 1920, 1930, 1940, hasta la fecha. Y es una de las más visitadas, por fanáticos y luchadores profesionales y amateurs.

En una visita que realizó LA PRENSA en compañía del coleccionista Roberto Shimizu padre y Roberto Jr., se apreciaron los carteles de las olimpiadas de 1968 y el mundial del 1986. Ahí informaron que sin bien la colección tiene siete décadas, el museo se abrió al público hace 13 años.

La colección incluye materiales originales de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, propaganda, fotografías hasta una de las macanas del Batallón Olimpia.

El lugar es un frenético viaje por los años dorados de la industria del entretenimiento en México. Y hasta se pueden apreciar fotografías de las vedettes más famosas, que formaron parte de la vida nocturna de México como Lyn May, Rossy Mendoza, Ana Bertha Lepe, Iris Cristal, Isela Vela, Kitty de Hoyos, Tongolele, en los espectaculares anuncio de los cabarets de moda.

Tienen todas las caricaturas del Chango Cabral, del Pato Guillén y cientos de caricaturistas mexicanos como Gabriel Vargas, autor de la familia Burrón.

En el primer piso hay una pieza que llama la atención. El enorme mascarón del Negro del Salón Colonia en cuya boca se colocaba el piano de la orquesta que musicalizaba el lugar y sus enormes maracas en amarillo y negro.

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Roberto Shimizu Kinoshita, (Ciudad de México 1945) narró que un “chacharero” le fue a contar que iban a desmantelar el salón Colonia (la Catedral del Danzón en México) e iban a vender “el mascarón” y las maracas como fierro viejo.

“Fui a la calle de Perú, que estaba lleno de puestos les dije que se los compraba, pero que se lo llevaran al Museo. La encontré en relativo buen estado, aunque ya le habían raspado el diente dorado porque creyeron que era de oro. Incluso logró reparar el mecanismo que hacía que sus ojos se movieran, lo cual es altamente terrorífico y las macanas también."

Salió más caro transportarla y adaptarla al espacio donde la tendría (tuvo que tumbar paredes y pisos), pero hoy es uno de los emblemas del Museo.

Don Roberto es un experto en la historia popular de la Ciudad de México. Sonriente y con nostalgia platicó que comenzó a coleccionar sus juguetes y recuerdos de infancia en 1955, cuando tenía 10 años, era un hobby para él. Y nunca pensó en crear o hacer un museo. “Pero si veía un México que se nos iba a ir de las manos”.

“Es un monstruo de exhibición”. Ahí se encuentran las butacas originales del cine Ermita, la placa del Consulado Alemán.

Los barandales Art Deco del edificio de La Nacional ubicado en Avenida Juárez y San Juan de Letrán. Las lámparas de la Casa Nieto, muchas otras de los años 50 y tiene la marquesina original de la tienda de su abuelo.

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EL PRÍNCIPE DE LA LAGUNILLA

“Mi papá hizo una colección hecha a pie, como dicen “los chachareros”. De mano en mano, caminando en las calles, visitas a bazares, en la Lagunilla, Portales, Plaza del Ángel y otros de la ciudad de México. “Adquirió muchos juguetes en depósitos y fierro viejo”, platicó el director creativo.

Sus fines de semana los pasaba en la Lagunilla. “A su papá en el bajo mundo le dicen el “Príncipe de la Lagunilla”. El junto con Irma Serrano detonaron ese conocido bazar. Es el pionero del coleccionismo en México. A sus 76 años sigue comprando juguetes para su colección.

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Pero también caminando en los bazares de Dolores Hidalgo, San Miguel Allende, Morelia; en el Mercado de Los Sapos en Morelia, un peregrinar en Estados Unidos y Europa para participar en las subastas y conseguir piezas exclusivas”, detalló Roberto Shimizu Jr.

“En un principio iba guardando los momentos felices de su infancia, coleccionaba las envolturas del Tin Larín, cascos de refrescos, álbumes. Lo que se vendían en el mercado, los artesanales que se vendían en las calles, que tomaba objetos de su vida cotidiana. Y coleccionaba los juguetes que su padre traía de Japón de la posguerra a México”, agregó.

Con el tiempo se volvió un coleccionista profesional y le comenzaron a interesar juguetes alemanes, ingleses, italianos. Las muñecas como la señorita Lily, aventurero Lily, a la fecha, son de las más caras para conseguir.

La recopilación que alberga este museo es considerada como la más grande del mundo, por una sola persona. Fue integrada de mano en mano, a diferencias de otros que compraron en grande.

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El director del Museo tuvo la pasión de guardar la mayoría de los objetos que le hacían feliz; espacio en donde almacenar sus juguetes y artículos diversos, el apoyo familiar y haber nacido y crecido en el límite de la colonia Doctores y Obrera, donde había todo tipo de manifestaciones de cultura popular. Y el béisbol, box y lucha libre era una tradición.

Ha contado con una red de más de 500 personas buscando piezas originales, por lo tanto, hay objetos invaluables. Como una nave espacial hecha con lámparas de quirófano antiguas en su interior tiene robots japoneses; sinfonola Art Deco de madera también con robots; camiones repartidores de refresco, de madera, réplicas del Metro.

En su opinión, todos los juguetes tienen vida, tienen energía. Un juguete que no se abrió, que nadie jugó o produjo gozo y alegría a muchos niños, no tiene sentido.

En el 2004 el coleccionista enfermó de gravedad, tuvo un padecimiento conocido como septicemia, lo dejó al borde de la muerte, en ese momento decidió compartir su colección para enseñar el valor a sus hijos y nietos. Por ello decidió ordenar, clasificar sus objetos y abrir el Museo del Juguete Antiguo México años después.

Roberto Y Shimizu, ha coleccionado 200 juguetes diarios, (división de las piezas con sus años vividos). Los tiene clasificados por pieza. Quién se la vendió, dónde las compró, cuánto le costó. Recuerda perfectamente todo.

El arquitecto, quien estudió en la UNAM, cuenta con una colección de fotos de la construcción de Ciudad Universitaria.

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Uno de los juguetes que marcó su infancia fue un Patín del Diablo, con este juguete “aprendió a moverse solo a estar en la calle sin problema. Aprendió a convivir a trabajar en equipo y a tener amigos”.

En 1921 los padres del arquitecto Shimizu llegaron de Japón. Su puerto de entrada fue Mazatlán, en un viaje de 48 días.

No se adaptaron al calor sinaloense y decidieron venir a la Ciudad de México, llegaron a la calle de Niño Perdido, (hoy Eje Central), en la colonia Doctores y fundaron la casa Shimizu en 1935, en los primeros años se llamó Valladolid porque se la compraron a un español.

FAMILIA SHIMIZU TRAJO EL SUSHI A MÉXICO

La familia Shimizu fue la primera en elaborar sushi en nuestro país, la comida japonesa; en importar soya, ajinomoto, alga, arroz, ese fue el negocio familiar. El negocio familiar era la importación de productos japoneses, que comenzó en los años 40, cuando estaban cerradas las fronteras de México.

Inclusive la Casa Shimizu tenía mucho éxito, que en época de Navidad y Reyes se remolineaba para ver la apertura de los mostradores, el 1 y 3 de enero, para ver las novedades que llegaban de Japón.

Uno de los grandes juguetes que trajeron a México fue el hula hula, fueron los pioneros.

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El MUJAM participa con la Secretaría de Cultura para que se declare Patrimonio de México y en su momento Patrimonio de la Humanidad. Tiene como misión ofrecer un espacio lúdico donde se promueva el diálogo y la interacción inter generacional a través de la colección.

VISITAS AL MUSEO

El peculiar Museo cuenta con 9 salas de exhibición en 4 pisos, 1 terraza de arte urbano, 2 tiendas; una sala de arte feo. Abre de lunes a viernes de 9 a 17: horas y sábado y domingo de 9 a 16:00 horas. De manera frecuente hay promociones 2X1.

En el estacionamiento del MUJAM, Doctor Olvera 15, realizan funciones en el estacionamiento. Ahí se han presentado grandes leyendas de la lucha libre: Mil máscaras, Dos caras, Los Brazos, Sicodélico, Súper Porky, Black Shadow, Fishman y otros. Han estado 40 luchadoras firmando autógrafos para sus fans.

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