/ martes 15 de marzo de 2022

El Covid-19 redefinió y transformó la movilidad urbana: AMTM

Este proceso de repensar la movilidad en las ciudades, se debe apostar al transporte público, pues es el medio más utilizado por los ciudadanos

El COVID-19 hizo que la movilidad urbana cambiara posiblemente para siempre, en todas las ciudades del país y del mundo. La demanda de viajes en transporte público o colectivo se redujo en respuesta directa a los cierres de centros escolares que a dos años del inicio de la pandemia apenas intentan volver a las aulas, se cerraron por mucho tiempo restaurantes, centros turísticos y de convenciones, además muchas empresas han apostado al trabajo remoto de manera permanente.

“La movilidad no volverá a ser la misma, estimamos que al terminar la pandemia los viajes en transporte público se recuperarán hasta en un 80%, pero no alcanzaremos el número de viajes que se realizaban pre pandemia”, expresó Nicolas Rosales, presidente de la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM).

Por la dinámica diferente de vida que exigía la pandemia en los últimos dos años se incrementó de manera significativa la cultura de la movilidad activa. Por exigencia de los habitantes, las ciudades de todo el mundo apostaron por ciclovías emergentes que ahora son, en su gran mayoría fijas. Los trayectos caminando se incrementaron y poco a poco las áreas peatonales se han recuperado; en algunos casos aumentaron y se dotaron de elementos que brindan seguridad y comodidad al peatón, como es la iluminación, cámaras de vigilancia y arbolado.

“La pandemia, el miedo y la inmovilidad transformó todo, se redujo la demanda de viajes en transporte y se profundizó principalmente en los temas financieros. Esto hace que se remueva de tal manera el sector, que sea necesario pensar en nuevas formas de operar los sistemas de transporte público”, comentó Fernando Páez, director de Movilidad Urbana para México y Colombia del Instituto de Recursos Mundiales (WRI).

Los gobiernos, la industria y los transportistas en México han empezado a resentir la reducción dramática de los ingresos por los servicios de transporte público, se frenaron las renovaciones de flotas, algunas rutas han desaparecido, muchos que operan bajo el modelo hombre-camión saben que no resistirán la crisis que, aún se ve lejos de llegar a su fin, y la venta de autobuses cayó drásticamente, así como el pago de créditos.

Todo esto exige repensar y transformar la movilidad en las ciudades, ya que de no hacerlo se corre el riesgo de que la motorización se incremente y con ello la contaminación, los accidentes y las muertes viales.

“Es necesario pensar en nuevas formas de operar, con nuevas tecnologías, en nuevas formas de asociarse, en nuevos modelos de negocios, porque los modelos de negocio tradicionales en el transporte público empiezan a estar desgastados’’, agregó Páez.

Apuesta por el Transporte público

De acuerdo con información detallada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en este proceso de repensar la movilidad en las ciudades, se debe apostar al transporte público, pues es el medio más utilizado por los ciudadanos y un mecanismo de igualdad social; pero debe hacerse con estándares altos de higiene y poco a poco optar por unidades que se muevan con energía o combustibles limpios.

Al comprender el papel integral que desempeña el transporte público, por ejemplo, al permitir que los trabajadores se muevan fácilmente entre su hogar y el lugar de trabajo, las ciudades deben elevar los estándares de higiene para abordar el riesgo de infección asociado con el transporte público.

“Con las medidas adecuadas, el transporte público se puede utilizar de forma segura durante una pandemia. Sin embargo, los gobiernos de las ciudades deberán realizar esfuerzos económicos para evitar que colapsen los servicios y comunicar las medidas adecuadas para tranquilizar a los usuarios y restaurar la confianza en el transporte público”, se lee en su reportaje, La nueva movilidad.

En este urgente y necesario replanteamiento de la movilidad en México, tanto WRI, AMTM y autoridades y expertos, han coincidido en que los modelos de negocios deberán cambiar, se deberá apostar con urgencia en la implementación de un plan de rescate a corto, mediano y largo plazo, que permita un servicio de calidad, sustentable y financieramente sano.

“Urge atender de manera inmediata la crisis. Los sistemas de transporte hacen ciudades más incluyentes, tienen un beneficio para cerrar la brecha de inequidad. Se requieren servicios con cobertura y calidad, y garantizar (el uso de) tecnologías con la menor afectación al medio ambiente”, afirmó el representante del WRI.

“El tema tarifario ya está sobrepasado, no podemos pensar que con una tarifa el sector salga de la crisis y se modernice, tenemos que perderle el miedo al tema de subsidio o subvenciones destinados a la mejora de los sistemas; creo que las autoridades deben apostar por esta alternativa con reglas claras de operación, y un seguimiento puntual de su ejecución”, dijo Nicolas Rosales.

La Asociación Mexicana de Autoridades de Movilidad (AMAM), estima que en México más de 70% de la población se mueve en transporte público, mientras que apenas el 15% de los viajes se realizan en transporte privado; sin embargo, hasta el 2020 la inversión en movilidad fue en un 75% para infraestructura para el auto.

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Movilidad activa

Los cambios que se han registrado en los modos de movilidad, también exigen que los gobiernos apuesten por modelos de movilidad activa, como las áreas adecuadas y seguras para el uso de bicicletas, patinetas, patines o cualquier tipo de scooter, además de espacios para el peatón.

La ONU señala que en todo el mundo “caminar y andar en bicicleta han demostrado ser alternativas bienvenidas para muchos habitantes urbanos durante la pandemia”.

Un cambio significativo fue la proliferación del transporte no motorizado, provocada tanto por las regulaciones públicas como por las respuestas individuales. En un contexto en el que el distanciamiento social era fundamental, la bicicleta ofrecía la posibilidad de un transporte urbano seguro debido a la separación natural que proporciona entre los usuarios.

Estos modos también cobraron más importancia en algunas ciudades, ya que se restringió o desalentó el uso de vehículos motorizados privados, y muchas personas que optaron por caminar distancias cortas o usar la bicicleta por miedo a las aglomeraciones en el transporte público, seguirán utilizando estos medios, incluso cuando la pandemia esté controlada.

“La pandemia abrió la ventana de lo inesperado y en consecuencia las personas en lo general, gobiernos y diversos sectores privados dimensionaron y asimilaron la relevancia de cambiar de hábitos, dentro de ellos apropiarse de esquemas de movilidad activa y lo que implica una movilidad local en atención a las necesidades de cada uno. Esto es relevante porque representa reforzar el esquema de movilidad pertinente con respecto a lo que tenemos en puerta: afectaciones por el calentamiento global, la crisis civilizatoria y los límites planetarios sobre utilizados”, señaló Victor Alvarado, especialista en Movilidad y Ciudades.

Acciones por una nueva movilidad.

En respuesta a la pandemia, en la Ciudad de México, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Movilidad, los viajes en bicicleta aumentaron 221% durante 2020 y 2021, mientras que los viajes en transporte público y automóvil particular descendieron hasta un 70%.

Durante el periodo de la pandemia en la capital del país se han habilitado más de 54 kilómetros en dos ciclovías emergentes para atender el creciente uso de la bicicleta, una de ellas en avenida Insurgentes.

De igual forma, mantener el cambio hacia el transporte no motorizado tiene el potencial de contribuir a estilos de vida activos que mejoren la salud personal y reduzcan las emisiones de CO2.

Además, las mejoras en las aceras, ciclovías y otras infraestructuras pueden aumentar la seguridad vial al reducir los conflictos entre diferentes modos de transporte, como el que se presenta frecuentemente entre automóviles y bicicletas.

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El COVID-19 hizo que la movilidad urbana cambiara posiblemente para siempre, en todas las ciudades del país y del mundo. La demanda de viajes en transporte público o colectivo se redujo en respuesta directa a los cierres de centros escolares que a dos años del inicio de la pandemia apenas intentan volver a las aulas, se cerraron por mucho tiempo restaurantes, centros turísticos y de convenciones, además muchas empresas han apostado al trabajo remoto de manera permanente.

“La movilidad no volverá a ser la misma, estimamos que al terminar la pandemia los viajes en transporte público se recuperarán hasta en un 80%, pero no alcanzaremos el número de viajes que se realizaban pre pandemia”, expresó Nicolas Rosales, presidente de la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM).

Por la dinámica diferente de vida que exigía la pandemia en los últimos dos años se incrementó de manera significativa la cultura de la movilidad activa. Por exigencia de los habitantes, las ciudades de todo el mundo apostaron por ciclovías emergentes que ahora son, en su gran mayoría fijas. Los trayectos caminando se incrementaron y poco a poco las áreas peatonales se han recuperado; en algunos casos aumentaron y se dotaron de elementos que brindan seguridad y comodidad al peatón, como es la iluminación, cámaras de vigilancia y arbolado.

“La pandemia, el miedo y la inmovilidad transformó todo, se redujo la demanda de viajes en transporte y se profundizó principalmente en los temas financieros. Esto hace que se remueva de tal manera el sector, que sea necesario pensar en nuevas formas de operar los sistemas de transporte público”, comentó Fernando Páez, director de Movilidad Urbana para México y Colombia del Instituto de Recursos Mundiales (WRI).

Los gobiernos, la industria y los transportistas en México han empezado a resentir la reducción dramática de los ingresos por los servicios de transporte público, se frenaron las renovaciones de flotas, algunas rutas han desaparecido, muchos que operan bajo el modelo hombre-camión saben que no resistirán la crisis que, aún se ve lejos de llegar a su fin, y la venta de autobuses cayó drásticamente, así como el pago de créditos.

Todo esto exige repensar y transformar la movilidad en las ciudades, ya que de no hacerlo se corre el riesgo de que la motorización se incremente y con ello la contaminación, los accidentes y las muertes viales.

“Es necesario pensar en nuevas formas de operar, con nuevas tecnologías, en nuevas formas de asociarse, en nuevos modelos de negocios, porque los modelos de negocio tradicionales en el transporte público empiezan a estar desgastados’’, agregó Páez.

Apuesta por el Transporte público

De acuerdo con información detallada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en este proceso de repensar la movilidad en las ciudades, se debe apostar al transporte público, pues es el medio más utilizado por los ciudadanos y un mecanismo de igualdad social; pero debe hacerse con estándares altos de higiene y poco a poco optar por unidades que se muevan con energía o combustibles limpios.

Al comprender el papel integral que desempeña el transporte público, por ejemplo, al permitir que los trabajadores se muevan fácilmente entre su hogar y el lugar de trabajo, las ciudades deben elevar los estándares de higiene para abordar el riesgo de infección asociado con el transporte público.

“Con las medidas adecuadas, el transporte público se puede utilizar de forma segura durante una pandemia. Sin embargo, los gobiernos de las ciudades deberán realizar esfuerzos económicos para evitar que colapsen los servicios y comunicar las medidas adecuadas para tranquilizar a los usuarios y restaurar la confianza en el transporte público”, se lee en su reportaje, La nueva movilidad.

En este urgente y necesario replanteamiento de la movilidad en México, tanto WRI, AMTM y autoridades y expertos, han coincidido en que los modelos de negocios deberán cambiar, se deberá apostar con urgencia en la implementación de un plan de rescate a corto, mediano y largo plazo, que permita un servicio de calidad, sustentable y financieramente sano.

“Urge atender de manera inmediata la crisis. Los sistemas de transporte hacen ciudades más incluyentes, tienen un beneficio para cerrar la brecha de inequidad. Se requieren servicios con cobertura y calidad, y garantizar (el uso de) tecnologías con la menor afectación al medio ambiente”, afirmó el representante del WRI.

“El tema tarifario ya está sobrepasado, no podemos pensar que con una tarifa el sector salga de la crisis y se modernice, tenemos que perderle el miedo al tema de subsidio o subvenciones destinados a la mejora de los sistemas; creo que las autoridades deben apostar por esta alternativa con reglas claras de operación, y un seguimiento puntual de su ejecución”, dijo Nicolas Rosales.

La Asociación Mexicana de Autoridades de Movilidad (AMAM), estima que en México más de 70% de la población se mueve en transporte público, mientras que apenas el 15% de los viajes se realizan en transporte privado; sin embargo, hasta el 2020 la inversión en movilidad fue en un 75% para infraestructura para el auto.

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Movilidad activa

Los cambios que se han registrado en los modos de movilidad, también exigen que los gobiernos apuesten por modelos de movilidad activa, como las áreas adecuadas y seguras para el uso de bicicletas, patinetas, patines o cualquier tipo de scooter, además de espacios para el peatón.

La ONU señala que en todo el mundo “caminar y andar en bicicleta han demostrado ser alternativas bienvenidas para muchos habitantes urbanos durante la pandemia”.

Un cambio significativo fue la proliferación del transporte no motorizado, provocada tanto por las regulaciones públicas como por las respuestas individuales. En un contexto en el que el distanciamiento social era fundamental, la bicicleta ofrecía la posibilidad de un transporte urbano seguro debido a la separación natural que proporciona entre los usuarios.

Estos modos también cobraron más importancia en algunas ciudades, ya que se restringió o desalentó el uso de vehículos motorizados privados, y muchas personas que optaron por caminar distancias cortas o usar la bicicleta por miedo a las aglomeraciones en el transporte público, seguirán utilizando estos medios, incluso cuando la pandemia esté controlada.

“La pandemia abrió la ventana de lo inesperado y en consecuencia las personas en lo general, gobiernos y diversos sectores privados dimensionaron y asimilaron la relevancia de cambiar de hábitos, dentro de ellos apropiarse de esquemas de movilidad activa y lo que implica una movilidad local en atención a las necesidades de cada uno. Esto es relevante porque representa reforzar el esquema de movilidad pertinente con respecto a lo que tenemos en puerta: afectaciones por el calentamiento global, la crisis civilizatoria y los límites planetarios sobre utilizados”, señaló Victor Alvarado, especialista en Movilidad y Ciudades.

Acciones por una nueva movilidad.

En respuesta a la pandemia, en la Ciudad de México, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Movilidad, los viajes en bicicleta aumentaron 221% durante 2020 y 2021, mientras que los viajes en transporte público y automóvil particular descendieron hasta un 70%.

Durante el periodo de la pandemia en la capital del país se han habilitado más de 54 kilómetros en dos ciclovías emergentes para atender el creciente uso de la bicicleta, una de ellas en avenida Insurgentes.

De igual forma, mantener el cambio hacia el transporte no motorizado tiene el potencial de contribuir a estilos de vida activos que mejoren la salud personal y reduzcan las emisiones de CO2.

Además, las mejoras en las aceras, ciclovías y otras infraestructuras pueden aumentar la seguridad vial al reducir los conflictos entre diferentes modos de transporte, como el que se presenta frecuentemente entre automóviles y bicicletas.

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