/ domingo 22 de septiembre de 2024

El Chupacabras, más tres décadas viviendo entre chácharas  [Fotorreportaje]

Eustacio Jiménez es originario de Tequisquiapan, Querétaro, y recuerda con gran cariño y sonrisa a su familia. La misma sonrisa con la que continuará vendiendo chácharas.

Eustacio Jiménez, mejor conocido como “El Chupacabras”, lleva más de 30 años vendiendo chácharas al pie del cerro conocido como "La pata de elefante", ubicado a la orilla de la autopista México-­Puebla, en el kilómetro 29, dirección Ciudad de México. La gente que pasa por ese lugar es quien, generalmente, le surte de las chácharas, dice Eustacio entre sonrisas, y a veces no las compra.

Aunque no tiene buena venta a diario, por lo menos asegura “tengo para comer. Ahí va saliendo poco a poco”. El mapache, una cháchara más que le llegó, es muy de su agrado, por lo que no está a la venta pues le inspira alegría.

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“Me gusta porque está muy sonriente, y lleno de alegría, tengo poco más de cuatro meses con él, es sonriente, no sabe de crisis, ni de hambre”, dice al referirse a un enorme peluche que ha visto mejores tiempos.

Don Eustacio tiene gran corazón, así que, a quién llega a pedirle prestado para un cigarro o un taco, él les ofrece una cháchara para que la vendan, pero siempre diciéndoles "no te olvides de mí".

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Eustacio Jiménez, mejor conocido como “El Chupacabras”, lleva más de 30 años vendiendo chácharas al pie del cerro conocido como "La pata de elefante", ubicado a la orilla de la autopista México-­Puebla, en el kilómetro 29, dirección Ciudad de México. La gente que pasa por ese lugar es quien, generalmente, le surte de las chácharas, dice Eustacio entre sonrisas, y a veces no las compra.

Aunque no tiene buena venta a diario, por lo menos asegura “tengo para comer. Ahí va saliendo poco a poco”. El mapache, una cháchara más que le llegó, es muy de su agrado, por lo que no está a la venta pues le inspira alegría.

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“Me gusta porque está muy sonriente, y lleno de alegría, tengo poco más de cuatro meses con él, es sonriente, no sabe de crisis, ni de hambre”, dice al referirse a un enorme peluche que ha visto mejores tiempos.

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