En la Central de Abasto, ubicada en la alcaldía Iztapalapa, 13 mil personas se ganan la vida como carretilleros o diableros. Muchas de las personas que desempeñan este oficio ni siquiera cuentan con diablo propio, sino que a diario lo rentan para no tener que llevárselo a su casa o para no tener que pagar en alguna bodega para que se los guarden.
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Al interior de la Ceda también existen bodegas, como la de El Chavo, que se dedica a rentar los diablitos en al menos 50 pesos por jornada laboral, siempre y cuando sean entregados en las condiciones que les fue dado.
Ubaldo López Reyes, El Chavo, como le conocen todos en la Central de Abasto, explica que en caso de perderlo, dañarlo o hacer algo indebido con él, se debe pagar entre 3 mil 500 y 4 mil 500 pesos para su reposición. Él es el dueño de la bodega y de las carretillas.
En la Central de Abasto existen diferentes tipos de zona como las bodegas de mayoreo en menor escala, es decir, secciones que venden abarrotes, hierbas, frutas, dulces, vegetales, carnes, quesos y lo que se ocurra de manera abierta al público.
Pero también se encuentra la zona O-P, donde se lleva a cabo la carga y descarga de camiones, una zona donde los diableros más fuertes y más experimentados llegan a cargar hasta una tonelada de peso en las carretillas.
Cada diablero toma su carretilla y sale en busca de clientes que necesiten ayuda par cargas sus bultos. Mario, diablero con al menos siete años de experiencia, narró a La Prensa que éste puede ser de uno de los trabajos más ingratos.
“Puedes estar buscándole todo el día y no encontrar nada, pero así es esto, hay días en los que allá, en O-P, gente se saca una muy buena lana, porque ya tienen sus clientes y así, pero en un mal día puedes estar corriendo por toda la central y no encontrar nada. Luego, yo me pongo a lavar los diablos ahí con El Chavo, y de ahí le saco otro jalesito”, relató.
En un buen día, un diablero puede ganar entre 200 y 500 pesos, “pero se trata de un trabajo muy pesado, acabas con los pies, la espalda y las manos molidas”.
Los diableros también se enfrentan a otros problemas, como a los robos de su carretilla. “Me ha tocado perder ya varias veces, en un año lo perdí todo, cuatro veces con los asaltantes, dos veces aquí con el diablo, y no me quedó nada. Una vez nada más fui al baño rápido, y ya con eso mi diablo había desaparecido”, cuenta Mario.
El trabajo de diablero inicia desde muy temprano, pues a las dos de la tarde los carretilleros están de regreso para entregar la carretilla a los lugares de renta, ya que a esa hora ya nadie se detiene a comprar.
Ubaldo López Reyes contó que, normalmente, los diableros son gente que baja de la sierra en busca de trabajo cuando hubo una mala cosecha.
El Chavo comentó que “la gente tiene que trabajar día y noche, aquí todos intentamos ayudarnos, las cooperativas me incentivaron para poner este negocio. Con ayuda de un ingeniero alemán fuimos construyendo nuestras propias carretillas que podían cargar más que las demás; aquí se hacen desde cero, se reparan, pintan y se lavan todos los diablos”.
Nuevos lineamientos
A fin de reordenar los servicios de carga en la Central de Abasto, la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco), emitió nuevos lineamientos para la actividad. Entre éstos destaca que cada persona que se dedica a cargar con carretillas, ya sea para servicio a usuarios o a locatarios y bodegueros, deberán registrarse para crear un padrón que contenga datos como nombre o razón social, ubicación de la base, vigencia, número de carretillas y de carretilleros.
La dependencia detalló que dicho registro deberá ser actualizado cada año por el trabajador y deberán pintar su carretilla conforme a los colores que designe la administración general de la Ceda para identificar sus áreas y características, así como obtener una placa.
La carga que podrán llevar en las carretillas no deberá exceder de 400 kilogramos por viaje, deberán mantener las dimensiones óptimas del volumen de las mercancías para la maniobrabilidad, conducir con precaución con carga o sin carga, y portar su registro y mostrarlo al usuario a quien preste el servicio de carga en carretilla o al supervisor que lo solicite.
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Y se detalló que las autoridades podrán llevar a un depósito o corralón las carretillas de quienes incumplan la normatividad.
Los carretilleros deberán pagar sus cuotas en la tesorería de la Ceda y no deberán ser afectos a sustancias adictivas; los menores de edad deberán contar con el consentimiento parental.
Dichas normas fueron aceptadas por 26 organizaciones, conformadas por 8 mil 500 diableros, con la intención de mejorar el servicio, y dar seguridad a clientes, locatarios y trabajadores.
En 5 años, 83% menos delitos
Los delitos de alto impacto al interior de la Central de Abasto (Ceda) se redujeron en un 83% de 2018 a 2024.
Se trata del centro de distribución más importante de Latinoamérica y el segundo a nivel mundial, con una afluencia diaria de 300 mil visitantes, y un fluctuante económico que supera los 9 mil millones de dólares al año.
Para hacerle frente al reto, que es mantener la seguridad al interior de ella, se ha empleando la tecnología, pero sobre todo la proximidad social para generar confianza entre la comunidad y fomentar la cultura de la denuncia.
Además, la Central de Abasto cuenta con una sólida infraestructura para vigilar dicho mercado.
El 2 de enero de 2020 se inauguró el C2 al interior de la Ceda, y con sus 636 cámaras con una capacidad de 60 días de almacenamiento, 100 botones de auxilio, 96 altavoces, herramientas de análisis de video y una plataforma de gestión de incidentes supervisada en tiempo real a través de 20 posiciones de monitoreo y despacho, se convirtió en una herramienta fundamental para el combate a la delincuencia.
Y con la llegada del módulo del Consejo Ciudadano a la Ceda, se fortaleció la confianza a las víctimas para denunciar, teniendo así las herramientas para identificar, perseguir y erradicar diversos delitos.
La Ceda tiene una extensión equivalente a 51 veces la plancha del Zócalo de Ciudad de México (327 hectáreas), el número de visitantes que se tienen en promedio (360 mil) supera a los habitantes de las alcaldías Cuajimalpa y Milpa Alta, y en época de romerías recibe hasta quinientos mil visitantes al día.
Las autoridad al interior de la Central de Abasto se encargaron de desmantelar a las bandas que por años habían operado al interior de la Ceda, además de que se atendieron los delitos de alto impacto como una prioridad sin dejar de lado los delitos menores.
Un ejemplo de la anterior era una célula del Cártel de Sinaloa, encabezada por Sandra “N”, conocida como La Tía, misma que fue detenida el 3 de noviembre de 2021, a quien se le acusó de ser la encargada de importar droga de Centroamérica y llevarla a Estados Unidos.
Dicha célula utilizaba la Ceda como centro de almacenamiento y bodegas y la droga la traían de Chiapas y Guatemala para ingresarla a la ciudad. A la Central de Abasto entraba oculta en cargamentos de plátanos, papa, aguacate o diversas frutas tropicales.
La compañía se hacía llamar Chiquitas Brands International y, de acuerdo con las autoridades, por años utilizó esa ruta para distribuir droga en Tijuana y llegar hasta Washington o Chicago.
Un análisis de la Secretaría de Seguidad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC CdMx) y de la Fiscalía General de Justicia de la capital detallan que se tienen registros de que desde 2017 al menos 23 bandas delincuenciales operan en las inmediaciones de la Ceda.
No obstante, en noviembre 2022 la cifra se redujo a tres grupos criminales, los cuales están asociados directamente con la extorsión a locatarios, así como a la distribución de drogas en los pasillos del mercado mayorista.
En lo que va de 2024 no se han registrado homicidios dolosos, violación o robo con violencia, los casos que se han detectado de extorsión son de personal de confianza de los empresarios e incluso sus propios familiares.
Inclusive las autoridades al interior de la Central de Abasto hicieron un llamado para que quienes sean víctima de algún delito realicen su denuncia correspondiente.
Sobre este tema, la coordinadora general de la Central de Abasto, Mónica Pacheco Skidmore, en entrevista con La Prensa, explicó que en ese mercado trabajan 90 mil vendedores y cuestan con todo un operativo que garantiza que la gente puede acudir a comprar de manera segura.
“En términos generales tenemos una coordinación muy estrecha con la Secretaría de Seguridad Ciudadana, la Ceda tiene poca seguridad al interior, pero se coordina con la Fiscalía General de Justicia, con la Guardia Nacional, en ese sentido tenemos todo un operativo que garantice que el que venga a comprar, estará seguro”, expresó.
La funcionaria detalló que al interior se dan robos mínimos, pero esa problemática se trabaja de la mano con el gabinete de seguridad para tener una central muy segura.
“Los policías que resguardan la Ceda son alrededor de 300, tenemos un gabinete y platicamos semanalmente con la alcaldía y con el secretario de Seguridad Ciudadana”, concluyó.
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