No sólo las tumbas de niñas, niños, adultos maduros y mayores lucieron solas, sin adornos ni flores coloridas de cempasúchil o manitas moradas, también estuvieron desolados los comercios cercanos a las entradas de los campos santos, y las decenas de ambulantes que vendían flores, adornos de papel picado, veladoras, dulces típicos de esta temporada como calabaza y camote en miel, antojitos mexicanos y golosinas, se quedaron si los ingresos de ventas del 1 y 2 de noviembre.
La familia Hernández tiene 20 años de trabajar en el Panteón Jardines del Recuerdo, en Tlalnepantla, Estado de México, para ellos, los días previos al 1 y 2 de noviembre, eran muy buenos para juntar ingresos para sus gastos y pagos en diciembre y enero. Limpiar las tumbas de pasto y flores secas, podar el césped y llevar agua a las personas cuando llegan a los sepulcros es su forma de ganarse la vida.
De ese trabajo ha comido Juan Carlos, su mamá y papá; sin embargo, ahora con el cierre de los panteones en Todos Santos y los fieles difuntos, el 1 y 2 de noviembre, “les ha dado en la torre” a su empleo. Desde marzo que comenzó el confinamiento por el Covid-19 ha llegado poca gente y tampoco la gente a las que les cuidan las tumbas les ha depositado, por lo cual están quebrados.
Las tumbas están desoladas, sólo algunas lucen coloridas flores de cempasúchil, las de las personas que vinieron antes del cierre del panteón, dijo Juan Carlos Hernández.
Doña María cada año vendía flores en la entrada del Cementerio de San Miguel Chalma, “de ahí juntaban unos centavos para ayudar a su esposo en el gasto familiar, ahora con el cierre del 1 y 2 de noviembre, se quedó sin ese dinero extra y su situación está muy complicada, porque a su marido le están pagando 30% menos de su salario.”
Pese a conocer que estaría cerrado el campo santo, por el cierre para evitar la Cadena de contagios por Covid-19, se arriesgó y estuvo un rato cerca de la entrada, vendió muy poco y la policía le pidió que se retirara. “Había que hacer el intento, el hambre está canija”, dijo.
En algunos panteones capitalinos se pudo ver grandes cartelones amarillos con la leyenda: “zona de alto contagio”; debido a la contingencia sanitaria “no habrá acceso al panteón hasta el 1 de enero del 2021; únicamente sepelios con un máximo de 15 a 20 personas con cubrebocas”, así como la presencia de algunos policías que resguardan las entradas.
En el panteón Jardín una gran manta franqueó la entrada con la manta “se le informa a todo el público que el panteón permanecerá cerrado 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre, sólo inhumaciones.
En el panteón de Dolores, la manta de alto contagio así como el cierre del lugar los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre, ocupó un gran principal en la entrada, aunque no faltaron las personas que quisieron entrar a llevar flores y comida a las tumbas de sus difuntos.
Los fieles difuntos que descansan en panteones de la Ciudad de México, se quedaron este año sin la visita de sus padres, familiares y amigos.
La policía capitalina resguarda los accesos a los más de 80 panteones públicos como el de San Isidro en Azcapotzalco, Cuautepec, en GAM, las visitantes se quedaron con el ornamento que llevaban a sus fieles difuntos.
Los servicios funerarios no tuvieron contratiempo, pero a los deudos se les notificaron algunas restricciones para su ingreso.
“Sólo 15 personas pueden ingresar nada más en el servicio funeral hasta nuevo aviso de las autoridades y cuando nos den las órdenes se va abrir de nueva cuenta el panteón”, dijeron elementos de seguridad de los panteones.
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