/ domingo 11 de septiembre de 2022

Crece 20% población en situación de calle en CDMX durante pandemia

Es una población que vive en la exclusión social y es muy complicado que alguien de la comunidad se les acerque

Los parques, los puentes y las calles de la Ciudad de México son sus hogares. Personas sin techo se apropian de estos espacios para convertirlos en sus viviendas. Las razones por las que llegaron ahí son muy variadas, y a raíz de la pandemia la población callejera se incrementó un 20 por ciento, aproximadamente.

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Los datos oscilan entre las cifras que maneja el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y organizaciones civiles que trabajan con estas poblaciones vulnerables, aunque difieren en la cantidad de personas sin techo.

La asociación civil “El Caracol” trabaja de cerca con las poblaciones que afrontan la vida en las calles de la CDMX y de primera mano ha sido testigo del difícil proceso de la pandemia y los estragos que dejó en familias que se quedaron sin ingresos para pagar la renta.

“Derivado de la pandemia en 2020, desde El Caracol, lo que identificamos fue que el número de personas viviendo en calle aumentó aproximadamente un 20 por ciento, no es un dato oficial, porque no hubo ningún censo, ni ninguna institución que contabilizará esos datos”, explicó Alexia Moreno Domínguez, Coordinadora Ejecutiva de El Caracol, que trabaja en siete alcaldías en la Ciudad de México.

“La mayor presencia de población callejera está dentro de lo que incluso el gobierno de la Ciudad de México ha llamado el cinturón de las poblaciones callejeras: Cuauhtémoc, que tiene alrededor del 70 por ciento, Venustiano Carranza y Gustavo A. Madero, qué son las tres donde se concentran alrededor del 80 por ciento de la gente que habita en la calle”, señaló Alexia.

De la crisis sanitaria a la crisis económica

La pandemia por Covid-19 dejó a varias personas en el desamparo, “la gran mayoría era gente que nunca había vivido en la calle, que llegó a vivir a la calle derivado de la pandemia y de la crisis económica. Dentro de El Caracol, lo que hicimos fue implementar un programa de programa de vivienda segura, lo que buscamos fue que el mayor número de familia no estuvieran en la calle, porque sabíamos el riesgo que significaba”, expuso Alexia.

El asombro en la pandemia fue que más familias completas terminaron en esta situación, por lo que en El Caracol buscaron apoyoscon financiadoras para pagarles esas rentas y logramos sostenerlas aproximadamente dos años, a algunas las seguimos acompañando”.

La coordinadora sabe que a pesar de que contribuyeron con alrededor de 160 personas, no alcanzaron a asistir a todos aquellos con necesidad de un techo y, por consiguiente, de un empleo para sostener alimentación y alquiler.

Contagios en la población de calle

La organización no cuenta con registros específicos sobre los decesos en la población de calle por Covid-19, ya que de los pocos que acudieron a un albergue para atenderse por algún síntoma ya no tuvieron noticias.

Moreno comparte que fueron muy pocos los casos de Covid-19 que se atendieron. Se lo atribuye a que, según “grupos de estudio de personas que atienden a la población de calle, en México y otros países de América, es una población que vive en la exclusión social y es muy complicado que alguien de la comunidad se les acerque, de cierta forma eso impidió que hubiera un tema de contagio en cadena, que era lo que ocurría en los trabajos o en las escuelas”.

No reportamos ninguna persona contagiada con un diagnóstico oficial, encontramos personas que presentaban indicadores de Covid, que tenían algunos síntomas, pero muchas de estas personas, justo por desinformación y miedo, no quisieron acudir a realizarse una prueba”, dijo Domínguez.

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

Aunque no hay un conteo oficial de muertes por Covid-19 en la población y los pocos casos que llegaron a un albergue, dentro de la organización no se explican por qué de un tiempo a la fecha hay menos gente en las calles, tema que han corroborado en sus constantes visitas.

¿Menos población en la calle?

Algunos de los casos que poco a poco se habían recuperado de la mano de El Caracol, en la pandemia volvieron a las calles, junto a familias completas que se vieron desprovistas de un ingreso económico. “En la cuarentena cuando el gobierno montó el operativo para quitar a los ambulantes para cuidar el tema de los contagios… y algunos de ellos se quedaron sin su puesto”, explicó Alexia.

La coordinadora dijo que, de 2021 a la fecha, han documentado “que existe una estrategia del gobierno de la Ciudad de México para retirar a las personas que viven en la calle, hace un tiempo la jefa de gobierno dijo que para 2024 se tenía previsto que hubiera en la calle viviendo solo 250 personas, qué es un número muy contrastante”, indicó la coordinadora.

El número le hace ruido a Moreno, tras recordar los datos del censo de poblaciones callejeras de 2017, “que decía que en la calle había viviendo alrededor de 6,500 personas y lo contrastamos con el censo que presentó INEGI, donde hizo un primer ejercicio en 2020 para saber cuánta gente había en la calle y decía que alrededor de 980”.

La diferencia de este conteo también les ha dado la pauta para investigar las razones por las que, tras el crecimiento durante la pandemia, ahora hay menos población en las calles, “hemos documentado que la estrategia del gobierno ha sido retirar a esta población y hemos encontrado cuatro variables”.

Variables para disminuir a la población de la calle

En El Caracol han detectado que las familias, al ser asistidas por algunas instancias, viven eventos de separación y terminan a disposición de la Fiscalía especializada en niñas, niños y adolescentes, y posteriormente del Desarrollo Integral de la Familia (DIF).

El número de menores que había en la calle o que estaban con sus mamás ha disminuido muchísimo, nosotros atendíamos alrededor de 60 niños y niñas, y ahora estamos entendiendo a no más de 20”, asegura.

Lo segundo, “es que las personas con discapacidad son llevadas a albergues de la Ciudad de México (y) muchas veces están ahí, porque se le ofrece un tema de aseo, de ir a bañarse, a comer y demás, pero también sabemos que muchas de esas personas ya no salen de los albergues. Ahí hay muchas historias donde nos cuentan que no los dejan salir, o su salud empieza a empeorar dentro del albergue y mueren, esto tampoco es algo oficial”, externó Alexia.

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El tercer punto es que, “las personas que están mejor físicamente, llegan a los nexos o clínicas de atención para las adicciones a recibir apoyo de entrada por salida y pueden estar de uno a tres meses. Otros han sido detenidas por delitos menores; robarse unas galletas o se les encontró droga, y están en los reclusorios por delitos menores; muchas veces pueden salir con fianza pero no tienen información”.

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

También les han contado que “de un tiempo para acá, dentro de los programas de la Ciudad de México, hay embajadores y embajadoras, qué es gente de población de calle que han estado llevando a los albergues y se convierten en parte del equipo”, narra la coordinadora.

Para la asociación esto ha sido un tema importante, ya que las acciones del gobierno de la Ciudad de México “han hecho que ahora el número de personas en la calle disminuya, nos ha tocado acudir a puntos donde antes trabajábamos con 10 o 15 personas, y ahora solo cinco, la población opta por moverse de la zona y recorrer hacia las periferias, en lugares menos accesibles”.

El apoyo de “El Caracol”

La asociación civil no cuenta con un albergue, pero tiene un espacio donde la población puede acudir algunos días a la semana para recibir atención en servicios básicos; bañarse, lavar su ropa, comer, acompañamiento para acceder a otros servicios de salud física, tratamiento para las adicciones, recuperar documentos de identidad, o participar en talleres educativos para hablar sobre sus derechos humanos para identificar habilidades sociolaborales.

Atendemos de forma constante alrededor de 450 personas que conocemos, que sabemos en dónde están, qué les damos un seguimiento, y de esas personas, el 80 por ciento son hombres entre los 30 y 35 años”.

Las actividades que realizan son de campo educativo en la población callejera con educadores y educadoras que acuden diferentes zonas para trabajar con grupos que ya conocemos o identificamos nuevos grupos para llevarles información sobre sus derechos humanos, sobre la importancia de recuperar sus documentos de identidad, buscar vivienda para evitar que sigan en la calle, aunque su labor es extensa y se extiende por medio de cada uno de sus integrantes.

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Los parques, los puentes y las calles de la Ciudad de México son sus hogares. Personas sin techo se apropian de estos espacios para convertirlos en sus viviendas. Las razones por las que llegaron ahí son muy variadas, y a raíz de la pandemia la población callejera se incrementó un 20 por ciento, aproximadamente.

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Los datos oscilan entre las cifras que maneja el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y organizaciones civiles que trabajan con estas poblaciones vulnerables, aunque difieren en la cantidad de personas sin techo.

La asociación civil “El Caracol” trabaja de cerca con las poblaciones que afrontan la vida en las calles de la CDMX y de primera mano ha sido testigo del difícil proceso de la pandemia y los estragos que dejó en familias que se quedaron sin ingresos para pagar la renta.

“Derivado de la pandemia en 2020, desde El Caracol, lo que identificamos fue que el número de personas viviendo en calle aumentó aproximadamente un 20 por ciento, no es un dato oficial, porque no hubo ningún censo, ni ninguna institución que contabilizará esos datos”, explicó Alexia Moreno Domínguez, Coordinadora Ejecutiva de El Caracol, que trabaja en siete alcaldías en la Ciudad de México.

“La mayor presencia de población callejera está dentro de lo que incluso el gobierno de la Ciudad de México ha llamado el cinturón de las poblaciones callejeras: Cuauhtémoc, que tiene alrededor del 70 por ciento, Venustiano Carranza y Gustavo A. Madero, qué son las tres donde se concentran alrededor del 80 por ciento de la gente que habita en la calle”, señaló Alexia.

De la crisis sanitaria a la crisis económica

La pandemia por Covid-19 dejó a varias personas en el desamparo, “la gran mayoría era gente que nunca había vivido en la calle, que llegó a vivir a la calle derivado de la pandemia y de la crisis económica. Dentro de El Caracol, lo que hicimos fue implementar un programa de programa de vivienda segura, lo que buscamos fue que el mayor número de familia no estuvieran en la calle, porque sabíamos el riesgo que significaba”, expuso Alexia.

El asombro en la pandemia fue que más familias completas terminaron en esta situación, por lo que en El Caracol buscaron apoyoscon financiadoras para pagarles esas rentas y logramos sostenerlas aproximadamente dos años, a algunas las seguimos acompañando”.

La coordinadora sabe que a pesar de que contribuyeron con alrededor de 160 personas, no alcanzaron a asistir a todos aquellos con necesidad de un techo y, por consiguiente, de un empleo para sostener alimentación y alquiler.

Contagios en la población de calle

La organización no cuenta con registros específicos sobre los decesos en la población de calle por Covid-19, ya que de los pocos que acudieron a un albergue para atenderse por algún síntoma ya no tuvieron noticias.

Moreno comparte que fueron muy pocos los casos de Covid-19 que se atendieron. Se lo atribuye a que, según “grupos de estudio de personas que atienden a la población de calle, en México y otros países de América, es una población que vive en la exclusión social y es muy complicado que alguien de la comunidad se les acerque, de cierta forma eso impidió que hubiera un tema de contagio en cadena, que era lo que ocurría en los trabajos o en las escuelas”.

No reportamos ninguna persona contagiada con un diagnóstico oficial, encontramos personas que presentaban indicadores de Covid, que tenían algunos síntomas, pero muchas de estas personas, justo por desinformación y miedo, no quisieron acudir a realizarse una prueba”, dijo Domínguez.

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

Aunque no hay un conteo oficial de muertes por Covid-19 en la población y los pocos casos que llegaron a un albergue, dentro de la organización no se explican por qué de un tiempo a la fecha hay menos gente en las calles, tema que han corroborado en sus constantes visitas.

¿Menos población en la calle?

Algunos de los casos que poco a poco se habían recuperado de la mano de El Caracol, en la pandemia volvieron a las calles, junto a familias completas que se vieron desprovistas de un ingreso económico. “En la cuarentena cuando el gobierno montó el operativo para quitar a los ambulantes para cuidar el tema de los contagios… y algunos de ellos se quedaron sin su puesto”, explicó Alexia.

La coordinadora dijo que, de 2021 a la fecha, han documentado “que existe una estrategia del gobierno de la Ciudad de México para retirar a las personas que viven en la calle, hace un tiempo la jefa de gobierno dijo que para 2024 se tenía previsto que hubiera en la calle viviendo solo 250 personas, qué es un número muy contrastante”, indicó la coordinadora.

El número le hace ruido a Moreno, tras recordar los datos del censo de poblaciones callejeras de 2017, “que decía que en la calle había viviendo alrededor de 6,500 personas y lo contrastamos con el censo que presentó INEGI, donde hizo un primer ejercicio en 2020 para saber cuánta gente había en la calle y decía que alrededor de 980”.

La diferencia de este conteo también les ha dado la pauta para investigar las razones por las que, tras el crecimiento durante la pandemia, ahora hay menos población en las calles, “hemos documentado que la estrategia del gobierno ha sido retirar a esta población y hemos encontrado cuatro variables”.

Variables para disminuir a la población de la calle

En El Caracol han detectado que las familias, al ser asistidas por algunas instancias, viven eventos de separación y terminan a disposición de la Fiscalía especializada en niñas, niños y adolescentes, y posteriormente del Desarrollo Integral de la Familia (DIF).

El número de menores que había en la calle o que estaban con sus mamás ha disminuido muchísimo, nosotros atendíamos alrededor de 60 niños y niñas, y ahora estamos entendiendo a no más de 20”, asegura.

Lo segundo, “es que las personas con discapacidad son llevadas a albergues de la Ciudad de México (y) muchas veces están ahí, porque se le ofrece un tema de aseo, de ir a bañarse, a comer y demás, pero también sabemos que muchas de esas personas ya no salen de los albergues. Ahí hay muchas historias donde nos cuentan que no los dejan salir, o su salud empieza a empeorar dentro del albergue y mueren, esto tampoco es algo oficial”, externó Alexia.

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El tercer punto es que, “las personas que están mejor físicamente, llegan a los nexos o clínicas de atención para las adicciones a recibir apoyo de entrada por salida y pueden estar de uno a tres meses. Otros han sido detenidas por delitos menores; robarse unas galletas o se les encontró droga, y están en los reclusorios por delitos menores; muchas veces pueden salir con fianza pero no tienen información”.

Foto: Ignacio Huitzil | La Prensa

También les han contado que “de un tiempo para acá, dentro de los programas de la Ciudad de México, hay embajadores y embajadoras, qué es gente de población de calle que han estado llevando a los albergues y se convierten en parte del equipo”, narra la coordinadora.

Para la asociación esto ha sido un tema importante, ya que las acciones del gobierno de la Ciudad de México “han hecho que ahora el número de personas en la calle disminuya, nos ha tocado acudir a puntos donde antes trabajábamos con 10 o 15 personas, y ahora solo cinco, la población opta por moverse de la zona y recorrer hacia las periferias, en lugares menos accesibles”.

El apoyo de “El Caracol”

La asociación civil no cuenta con un albergue, pero tiene un espacio donde la población puede acudir algunos días a la semana para recibir atención en servicios básicos; bañarse, lavar su ropa, comer, acompañamiento para acceder a otros servicios de salud física, tratamiento para las adicciones, recuperar documentos de identidad, o participar en talleres educativos para hablar sobre sus derechos humanos para identificar habilidades sociolaborales.

Atendemos de forma constante alrededor de 450 personas que conocemos, que sabemos en dónde están, qué les damos un seguimiento, y de esas personas, el 80 por ciento son hombres entre los 30 y 35 años”.

Las actividades que realizan son de campo educativo en la población callejera con educadores y educadoras que acuden diferentes zonas para trabajar con grupos que ya conocemos o identificamos nuevos grupos para llevarles información sobre sus derechos humanos, sobre la importancia de recuperar sus documentos de identidad, buscar vivienda para evitar que sigan en la calle, aunque su labor es extensa y se extiende por medio de cada uno de sus integrantes.

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