La sociedad debe exigir políticas que favorezcan la igualdad de oportunidades; la iglesia organizar a las comunidades para atender las necesidades de los más pobres y los ciudadanos a tomar acciones como darle de comer al hambriento, de beber al sediento y consolar al que sufre, convocó la Arquidiócesis Primada de México.
En la misa dominical en la Basìlica de Guadalupe, los presentes elevaron oraciones por todos los gobernantes de la administración federal y local, para que trabajen en favor de sus representados.
Asimismo, llamó a ser una Iglesia preocupada —y ocupada— por los hermanos extraviados, que tienda la mano a los descartados y que ofrezca apoyos y soluciones. “Vivir la caridad reclama salir en auxilio de los más necesitados”.
“Queremos que la Iglesia sea el lugar donde las personas que se sienten extraviadas encuentren consuelo espiritual, y donde los más necesitados reciban apoyo; que sea esa casa donde todos encuentran techo”.
En el editorial titulado “¿Qué hacemos por los más necesitados?” publicado en la revista católica Desde la Fe, recordó que históricamente, la Iglesia ha tenido un papel fundamental en la atención a los más necesitados.
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“Jesús fue revolucionario porque le tendió la mano a sectores de la sociedad que eran ignorados y descartados”.
Subrayó que hoy, más de 2000 años después, esta labor continúa siendo un eje central de la Iglesia que él mismo fundó.
La sede eclesiástica capitalina recordó que el sábado 15 de enero, en la Misa con la que culminó la peregrinación anual de nuestra Arquidiócesis de México, el Cardenal Carlos Aguiar Retes habló en su homilía de dos objetivos para esta Iglesia particular: fortalecer nuestra convicción como discípulos y establecer instancias de servicio a los más necesitados.
El Arzobispo de México comentó: “toda comunidad parroquial debe ofrecer a su feligresía no sólo el indispensable servicio del Culto Divino, sino también las estructuras de servicios para responder a las variadas necesidades de los fieles, sea en la formación de su fe, o en la ayuda a los miembros más necesitados de la sociedad”.
Estos dos objetivos, añadió el editorial, consolidan nuestra misión como Iglesia, pues ser discípulo de Cristo significa dar testimonio, vivir los valores del Evangelio de forma pública, y estos valores incluyen la fraternidad, la solidaridad y la caridad.
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