Una nube de polvo recibe a los visitantes en la colonia Pensil Norte, cuando se acercan a los escombros que este lunes eran removidos del inmueble que colapsó el sábado en Lago Naur y Lago Ammer, debido a la explosión pos acumulación de gas, debido a un tanque de gas en mal estado, que dejó 12 heridos y una mujer fallecida.
Bajo el sol hacían guardia los uniformados de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), mientras los pedazos de concreto, tabique y metal, eran retirados en camiones de la alcaldía Miguel Hidalgo, entre la mirada de algunos curiosos vecinos, asombrados aún, de lo ocurrido el fin de semana.
En los alrededores del inmueble, a temprana hora, se observaba la presencia de personal militar y de la Guardia Nacional, así como de una que otra ambulancia, en medio de los camiones tipo volquete de la alcaldía, formados en las calles cercanas.
Para los habitantes de la zona, resulta extraño levantar la mirada y observar vacío el espacio que ocupaba la vecindad, que dejó sin vivienda a 28 familias, quienes han tenido que pedir asilo en casa de amigos y familiares y otros, han acudido al albergue que habilitó el Gobierno de la Ciudad de México, ubicado en Bernal Díaz número 34, colonia Buenavista.
Cerca del lugar del siniestro, todavía se pueden apreciar algunas cintas amarillas que delimitan el perímetro, solo residentes o afectados pueden ingresar con autorización de los uniformados, entre las ruinas, se alcanzan a ver algunos pedazos de muebles, papeles, juguetes y ropa que ya no alcanzaron a rescatar los propietarios tras la explosión.
Algunas vallas metálicas también impedían el paso con la finalidad de agilizar los trabajos de remoción, ante el cambiante clima de aire frío y el sol insistente, con el que trabajaba el personal de la alcaldía, con descansos intermedios bajo una sombra.
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A punto de salir de su vivienda, se encontraba el señor Pedro, quien recuerda el estallido del sábado, “iba por pan con mi nieta y se escuchó tornar bien fuerte y se cimbró el piso, bajé a la niña y me asomé a la calle, vi pedazos de tabique a la puerta de mi casa, al voltear, miré todo derrumbado y me acerqué a ver si podía ayudar a alguien”.
Él como varios de sus vecinos, se unieron para ayudar mientras llegaban los servicios de emergencia, “me tocó ver algunos con sangre, sin poder caminar bien y con crisis nerviosa, también mi familia se asustó”, pero el susto más les queda a todos es el estado de los tanques de gas, por lo que piden al gobierno que intervenga y nos les vendan los cilindros en mal estado para evitar una tragedia como la del sábado pasado.
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