A casi dos semanas de que la ciudadanía regrese a la nueva normalidad, trabajadora del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), narra cómo se vive el ambiente dentro de las instalaciones donde trabaja, la falta de personal, equipo para atender la urgencia sanitaria y el nivel de estrés al que están expuestos ante la llegada de nuevos casos al hospital.
Entre los nuevos casos declarados y los que se consideran sospechosos, faltan manos para atender a los convalecientes, quienes se quedan a merced de la falta de camas, ventiladores, medicamentos y personal, lo que genera otro tipo de problemas dentro de cada uno de los hospitales del IMSS donde solo trabajan entre 40 y 60 por ciento de la plantilla.
En entrevistas separadas, Juan Valdés, laboratorista de un hospital Covid-19 al Sur y Mariana Juárez, técnico radiólogo ubicada en la zona Norte, platicaron para los lectores de LA PRENSA sobre crítica situación que se vive en los nosocomios del seguro social, dedicados o no a la atención del coronavirus.
Las condiciones en las que operan las autoridades sanitarias, han lanzado contra las cuerdas a los empleados que siguen en la primera línea al recibir a los pacientes contagiados, mientras ellos no son atendidos oportunamente, “algunos compañeros que presentaron los síntomas, pero resultaron negativas, tuvieron derecho solo a unos días de descanso y después regresar a trabajar, en tanto, otros tomaron licencias para evitar riesgos en el trabajo”, comentó Mariana.
En el caso de la aplicación de pruebas para el personal, estas se han destinado para los derechohabientes, aun cuando “nosotros tenemos contacto directo con los casos confirmados de Covid-19 y sospechosos, todo el día y a diario, no nos han permitido la prueba”, misma que ahora no han surtido a su hospital desde hace dos semanas, con la promesa de que cuando lleguen, se les practicará también a los laboratoristas, expresó Valdés.
Tanto Juan como Mariana saben que la situación es de emergencia y comparten, por su cuenta, el estrés al que están sometidos al contar con menos compañeros para repartir las actividades, al tiempo que, constantemente llegan pacientes, mientras ellos continúan con las mismas necesidades “nos dan equipo de baja calidad, se rompe cuando te lo pones, aunque nos han llegado más, no sirve del todo para atender a los derechohabientes”, comenta el laboratorista.
Al respecto, Mariana asegura que, además de la exposición al coronavirus, se enfrentan al estrés, en su caso, el hospital en el que presta sus servicios no está asignado a pacientes Covid, “aunque los pacientes ingresan por algún golpe o fractura y requieren hospitalización, a los pocos días presentan los síntomas y son referidos a los nosocomios designados, mientras ya nos expusimos al virus y con equipo poco eficiente ante la magnitud de los contagios.
En lo que se catalogó como la semana cumbre de contagios, Juan dice que notó el incremento en la solicitud de las pruebas en el laboratorio, “mientras llevábamos a cabo alrededor de 20 diarias, pasaron a 30 o 35, ahí nos dimos cuenta que los contagios habían incrementado”.
Al mismo tiempo, recalco que en su unidad no se ha visto rebasado el número de camas asignadas para estos pacientes, ya que, a pesar de que la mayoría están ocupadas, aun quedan espacios disponibles para futuros pacientes, mismos que permanecen un tiempo aproximado de dos semanas.
La atmósfera que ha traído el coronavirus a sus lugares de trabajo, es notable en los pasillos donde la gente no habla, se saludan a distancia, en el comedor pasa lo mismo, donde “cada uno desempeña su trabajo con el menor contacto hacia los demás, lo que genera estrés y tensión, ya que hay mucha incertidumbre y tristeza por ver el estado de los pacientes”, dice Juan.
Por su parte, Mariana reconoce la solidaridad entre los compañeros, aunque sea a distancia, “no todos están buscando la manera de irse o de no presentarse a trabajar, muchos médicos que no se han presentado se han presentado ha sido porque se han contagiado o han presentado algunos síntomas”.
La inconformidad de la radióloga y el laboratorista, radica en el poco caso se sienten por parte de las autoridades sanitarias máximas, al no prestar atención necesaria a este sector que es de los más vulnerables y del que la ciudadanía requiere ante la emergencia.
Ambos trabajadores toman con seriedad las medidas recomendadas para evitar contagios, por lo que tanto en el hospital como en casa, cumplen con la higiene necesaria, tanto que han sufrido dermatitis en las manos por el constante uso del agua, el jabón y el gel.
El mes de junio les parece una fecha poco conveniente para regresar a “la nueva normalidad”, ya que están conscientes de que es muy próxima a la fecha de mayor contagio y saben es muy posible que venga un rebrote en los siguientes meses, por lo que piden a las autoridades, mejor equipo, así como sanitizar con mayor frecuencia los hospitales y a la población, que no bajen la guardia y continúen con las recomendaciones sanitarias para evitar los contagios.