/ lunes 4 de enero de 2021

La nueva normalidad, regreso a clases pero virtual en la UNAM

Historias en el metro, por mi raza

La Universidad Nacional Autónoma de México es uno de los centros educativos más importantes de México y de América Latina. En sus escuelas y facultades al sur de la Ciudad de México están inscritos más de 200 mil estudiantes a nivel licenciatura y 30 mil en diferentes posgrados.

En una de las orillas de la inmensa instalación está la estación del Metro Universidad, de la Línea 3, que en tiempos normales siempre estaba como hervidero, gente que iba y venía desde las seis de la mañana porque tomaban clases a todas horas. Desde marzo pasado ya no es así y quién sabe cuándo volverán las clases presenciales.

En los alrededores todo está vacío. Los únicos que quedan como testigos mudos del bullicio de antes de la pandemia son algunos puestos ambulantes sobre todo de comida, que tienen poca clientela porque no hay mucho movimiento en la zona como antes con miles de universitarios yendo y viniendo.

Hay algunos pasillos, como el que va a la terminal del Pumabús, que están cerrados con listones amarillos de plástico para impedir el acceso. En los corredores donde había mucha vendimia de toda, hay soledad, silencio y puestos sin abrir porque no tiene sentido sin compradores.

Mientras tanto, miles de estudiantes siguen con las clases a distancia, por internet o como pueden. Por el momento, están suspendidas las prácticas y las visitas de campo. Nadie puede salir de viaje. Tienen que hacerlo de manera virtual y hay carreras como Veterinaria, Medicina, Odontología, Ingeniería, que requieren de ejercicios profesionales.

Hace unos días visité la estación Universidad porque el profesor Sandalio Saenz de la Maza, uno de los creadores de las terminales emblemáticas del Metro la administración anterior, me había platicado con mucho orgullo que trabajó durante dos años para instalar ahí un centro cultural en el cual se hablara de la grandeza de la universidad durante sus 100 años.

También me había comentado que estaba un espacio dedicado a los Premios Nobel en el mundo, como un homenaje para ellos y para que los estudiantes que recorren los andenes y pasillos, conocieran más con respecto a la historia de los galardonados.

Eso ya no existe actualmente en la estación Universidad. Le pregunte a los vigilantes y a una persona que supuestamente era el jefe de estación y ninguno sabía qué había pasado y qué autoridad decidió quitarlo y desde cuándo. En una de las paredes sólo hay un mural espectacular de Arturo García Bustos llamado “La Universidad en el umbral del siglo XXI”. Es un acrílico sobre tela de 14 metros de largo por tres de ancho.

La obra se inauguró en 1989. En el centro se aprecia el emblema de la universidad. También están personajes como José Vasconcelos, Manuel Gómez Morín, Antonio Caso, Nabor Carrillo y Javier Barros Sierra. Tiene referencias al México antiguo y a la Revolución, entre otros detalles.

Jamás pensamos ver a la UNAM vacía y sus alrededores sin gente y sin estudiantes. La estación del Metro Universidad tampoco es la misma sin el ir y venir de miles de jóvenes buscando su futuro

La Universidad Nacional Autónoma de México es uno de los centros educativos más importantes de México y de América Latina. En sus escuelas y facultades al sur de la Ciudad de México están inscritos más de 200 mil estudiantes a nivel licenciatura y 30 mil en diferentes posgrados.

En una de las orillas de la inmensa instalación está la estación del Metro Universidad, de la Línea 3, que en tiempos normales siempre estaba como hervidero, gente que iba y venía desde las seis de la mañana porque tomaban clases a todas horas. Desde marzo pasado ya no es así y quién sabe cuándo volverán las clases presenciales.

En los alrededores todo está vacío. Los únicos que quedan como testigos mudos del bullicio de antes de la pandemia son algunos puestos ambulantes sobre todo de comida, que tienen poca clientela porque no hay mucho movimiento en la zona como antes con miles de universitarios yendo y viniendo.

Hay algunos pasillos, como el que va a la terminal del Pumabús, que están cerrados con listones amarillos de plástico para impedir el acceso. En los corredores donde había mucha vendimia de toda, hay soledad, silencio y puestos sin abrir porque no tiene sentido sin compradores.

Mientras tanto, miles de estudiantes siguen con las clases a distancia, por internet o como pueden. Por el momento, están suspendidas las prácticas y las visitas de campo. Nadie puede salir de viaje. Tienen que hacerlo de manera virtual y hay carreras como Veterinaria, Medicina, Odontología, Ingeniería, que requieren de ejercicios profesionales.

Hace unos días visité la estación Universidad porque el profesor Sandalio Saenz de la Maza, uno de los creadores de las terminales emblemáticas del Metro la administración anterior, me había platicado con mucho orgullo que trabajó durante dos años para instalar ahí un centro cultural en el cual se hablara de la grandeza de la universidad durante sus 100 años.

También me había comentado que estaba un espacio dedicado a los Premios Nobel en el mundo, como un homenaje para ellos y para que los estudiantes que recorren los andenes y pasillos, conocieran más con respecto a la historia de los galardonados.

Eso ya no existe actualmente en la estación Universidad. Le pregunte a los vigilantes y a una persona que supuestamente era el jefe de estación y ninguno sabía qué había pasado y qué autoridad decidió quitarlo y desde cuándo. En una de las paredes sólo hay un mural espectacular de Arturo García Bustos llamado “La Universidad en el umbral del siglo XXI”. Es un acrílico sobre tela de 14 metros de largo por tres de ancho.

La obra se inauguró en 1989. En el centro se aprecia el emblema de la universidad. También están personajes como José Vasconcelos, Manuel Gómez Morín, Antonio Caso, Nabor Carrillo y Javier Barros Sierra. Tiene referencias al México antiguo y a la Revolución, entre otros detalles.

Jamás pensamos ver a la UNAM vacía y sus alrededores sin gente y sin estudiantes. La estación del Metro Universidad tampoco es la misma sin el ir y venir de miles de jóvenes buscando su futuro