Horas antes de casarse por el civil, Brenda y Emanuel acudieron desde Ecatepec, Estado de México, al templo de San Juan de Dios, en el Centro Histórico, para bendecir sus argollas y darle gracias a San Antonio de Padua por haberles concedido el milagro de encontrarse en octubre del año pasado y comprometerse el 28 de abril.
Brenda, de 26 años, soñaba desde niña con enamorarse y casarse, pero no lograba cumplirlo hasta que el año pasado una persona muy cercana a ella le contó que debía pedírselo a San Antonio a cambio de 13 monedas dadas por 13 hombres desconocidos.
“Me dijeron que aunque hubiera muchas iglesias de San Antonio aquí tenía que venir y el año pasado de camino al Metro fui pidiendo las 13 monedas y se las dejé. Le dije que si me cumplía conseguir esposo, lo iba a traer el 13 de junio a presentárselo y así lo hice”, contó Brenda.
San Antonio de Padua también es conocido por ser el santo de las cosas y causas perdidas
Como cada 13 de junio, desde hace más de 100 años, mujeres de todas las edades y algunos hombres acuden al templo de San Juan de Dios, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, para pedir novio, esposo, y hasta la salud de las familias o un buen trabajo.
Elio Masferrer, antropólogo de las religiones, asegura que en la sociedad, los santos cumplen un rol que los antropólogos denominan eficacia simbólica, es decir, son intermediarios y tiene efecto sobre la realidad. A través de ellos también se rescata la historia y se vinculan comunidades.
Desde hace más de 40 años, Oralia Vega ofrece algún presente a los asistentes a la misa de San Antonio. Este año regaló rebanadas de pastel, en agradecimiento al santo que ayudó en los años 70 a encontrar a su hermano y que luego apoyó a su hija a encontrar el amor.
San Antonio de Padua también es conocido por ser el santo de las cosas y causas perdidas.
“La primera vez que supe de San Antonio fue por una persona que nos regaló una imagen y nos dijo que la pusiéramos en el uniforme de mi hermano desaparecido. A los 20 días encontramos a mi hermano en Tijuana, porque hasta allá se lo llevaron quienes lo robaron. Luego hace 20 años mi yerno sí me lo mandó porque yo se lo pedí para mi hija, un esposo con vocación al matrimonio”, explicó Oralia.
Además este santo le concedió el mismo milagro a tres de sus sobrinas.
Amado Méndez, sacristán del templo, cuenta que ha observado a muchas mujeres hacer el ritual de las 13 monedas porque sus abuelas, madres y amigas les hablan de él.
“Aquí hay tantas historias de personas que son creyentes y se les ha cumplido lo que piden que no acabaría. Hay unas muy jóvenes que llegan acompañadas de sus amigas, otras con su mamá o tías, y también hay quien viene sola. Muchas piden un novio o esposo, algo que perdieron o hasta un buen trabajo”, contó Amado, quien considera que no hay edad ni clase social para pedir un milagro.
Este santo no solo recibe monedas, también lazos rojos en donde los creyentes escriben sus deseos y agradecimientos, además de dejarle algunas fotografías de sus bodas. Si San Antonio cumple, hay que llevarle bolillos, considerados como señal de abundancia. El padre bendice el pan y se obsequia a los asistentes.
El amor, esposo o novio, no es todo lo que le piden, pues Isaac, uno de los pocos hombres que se animó a solicitarle algo, viajó desde el estado de Hidalgo para ofrecer sus 13 monedas, de un peso, con la intención de conseguir trabajo.
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“Tener fe en algo que es una tradición no me quita nada, al contrario me da esperanza de encontrar lo que estoy pidiendo”, dijo.
Amado Méndez explica que la figura de casi dos metros de altura, que data de 1734, cada año se cubre con incontables milagros. Y a pesar de que este antiguo templo permanece cerrado debido a una restauración por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) porque su estructura se dañó en el sismo del 19 de septiembre del 2019, las y los creyentes acuden sin falta cada 13 de junio a la pequeña parroquia adaptada a escasos metros de distancia de la iglesia original.