Me subí en Indios Verdes alrededor de las 11 de la noche. Venía de una reunión cerca de ahí. Iba a recorrer casi toda la línea, así que me acomodé en uno de los asientos.
El vagón estaba prácticamente vacío. Conté seis usuarios. Atrás de mí abordó una niña con uniforme de secundaria: blusa blanca, suéter y falda beige, una mochila en la espalda.
Es una chica alta, morena, de cabello lacio largo, grandes ojos negros, muy agradable. Empezó a pedir dinero entre los pocos parroquianos ¿Qué haces a esta hora de la noche? ¿Tus papás te permiten andar en la calle? ¿Por qué andas pidiendo dinero a esta hora? Le pregunté.
Se detuvo a un lado mío y muy tranquilamente empezó a platicarme. Me dijo que de esa manera ayuda a sus papás. Saca unas cuantas monedas, pero sirven para comprar algunos útiles y los pasajes.
Lo hace desde hace dos años.Ella estudia en la Secundaria Técnica 35 “Lázaro Cárdenas” de la Secretaría de Educación Pública, que está cerca de la estación Potrero, en la colonia Capultitlán, alcaldía Gustavo A. Madero ---Eso lo investigué después porque la pequeña sólo me dijo el nombre de la escuela y “cerca del Metro Potrero”.
Vive en Tecamac, en el Estado de México, muy retirado de su centro escolar.¿Cuántos años tienes? Tengo 12. Ah caray, estás muy alta para tener 12, le contesté.
Y sí, aparenta más edad, aunque tiene una carita de niña inocente. En el examen de ingreso el año pasado le tocó en el turno vespertino.
Va en primer grado. Sale a las ocho de la noche y desde esa hora hasta casi el cierre a las 12 de la noche, se dedica a pedir dinero. Dijo que va muy bien en la escuela porque no le puede fallar a sus papás.
Después de su “trabajo” en el Metro se va a su casa, cuenta sus “ganancias”, se duerme, se levanta a las 6 de la mañana, acompaña a su mamá por la leche, preparan el desayuno, desayunan, lleva a su hermanito al jardín de niños a unas calles cerca de su casa y después hace tareas y estudia. Sale de su casa a las 12 para llegar a las 13: 45 a la secundaria.
Ella viaja pidiendo dinero solo de Indios Verdes a Potrero. No va más allá. No quiere arriesgarse y le da miedo.
Bueno, señor, me voy, me dijo después de unos minutos de charla.
Le di diez pesos y la vi bajarse apurada en Potrero para irse al andén de regreso hacia Indios Verdes. Me dejó preocupado. Una niña sola casi a la medianoche con tanta inseguridad y riesgo en la ciudad.