La Ciudad de México fue la entidad que en 2021 ejerció los mayores recursos presupuestales para atender la primera infancia, con un gasto per cápita de 4 mil 330 pesos, seguida por Chihuahua y Colima con gastos per cápita por arriba de los 2 mil 500 pesos.
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Así lo informaron investigadores del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) al dar a conocer su estudio “Gasto para la Primera Infancia 2021”, en el cual destacan la importancia de invertir en la primera infancia, como una de las intervenciones más efectiva para reducir las desigualdades a lo largo de la vida, incluso más que tratar de compensarlas en las siguientes etapas de la vida.
En 2021, el gasto exclusivo para la primera infancia fue de 16,120 millones de pesos; es decir, 1,247 pesos per cápita y representó el 0.21 % del total del gasto ejercido en el año, informaron las investigadoras del CIEP, Sunny A. Villa Juárez y Tania Beltrán Castillo.
Caso entidades federativas
En las entidades federativas se advierte una relación negativa entre el gasto per cápita en primera infancia y la pobreza infantil; es decir, los estados que ejercieron menores niveles de gasto público en primera infancia, tienen una mayor proporción de población infantil en condiciones de pobreza.
En contraste, las entidades que ejercieron menores recursos per cápita destinados a la atención de la primera infancia fueron Hidalgo y Chiapas, quienes ejercieron menos de 300 pesos per cápita para la primera infancia.
Esto representa una brecha de 4,000 pesos per cápita de diferencia en comparación con la Ciudad de México, Chihuahua y Colima, que son las tres las entidades federativas que ejercieron más gasto.
Crece desigualdad
Las investigadoras advierten que esta distribución desigual del gasto por niño o niña profundiza la desigualdad de oportunidades para la primera infancia en las diferentes entidades federativas. Además, destacan que se observa una relación negativa entre el gasto per cápita por entidad federativa y el porcentaje de pobreza infantil en ella.
Chiapas, Guerrero y Oaxaca son las entidades que tienen mayor porcentaje de población infantil en situación de pobreza, esta situación no está siendo compensada a través de gasto público para su atención.
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Por otro lado, las entidades federativas que tienen menor porcentaje de población en pobreza infantil no son forzosamente las que ejercen mayores niveles de gasto per cápita.
Destacan Baja California, Coahuila y Nuevo León, entidades que presentan un porcentaje de pobreza infantil menor al 35 %, ejerciendo un gasto per cápita menor a los mil 700 pesos. Este resultado se puede deber a otros factores sociales, económicos y políticos.
Cerrar brechas
Las investigadoras señalan que el gasto público es una de las herramientas para cerrar las brechas de oportunidades y desarrollo, hacerlo desde la primera infancia es la vía más redituable. El Gasto Exclusivo para Primera Infancia (GEPI) en 2021 fue de 16 mil 124 mdp, lo que representa mil 247 pesos para la atención de cada infancia. Este gasto es, 69.6 y 5.1 veces menor que el gasto per cápita en pensiones y costo de la deuda en 2022.
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Explican que la política pública de atención a primera infancia se centra principalmente en recursos para la atención de los Centros de Atención Infantil (CAI) para madres y padres que trabajan en el sector formal, mientras que, los padres y madres que no tienen un empleo formal solo puede acceder al 14.8 % del GEPI. Además, es necesario que la información relacionada con la ejecución del Programa de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras (PABNNHMT) se reporte con transparencia con el fin de analizar su incidencia.
La distribución del GEPI entre las entidades federativas fue desigual y no abona a cerrar las brechas de pobreza en las que viven algunas infancias. Invertir en la primera infancia tiene resultados favorables para reducir las disparidades sociales pues existe evidencia de que, los niños y niñas beneficiarios de programas integrales de cuidado tienen mejores resultados a lo largo de la vida, este efecto, es mayor en las infancias más vulnerables, señalan las investigadoras en su estudio.
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