/ domingo 29 de noviembre de 2020

¡Bebé a bordo! De operador de convoy del Metro a partero

HISTORIAS EN EL METRO

Manuel López Olvera trabajaba como vigilante en la estación Atlalilco de la Línea 12 del Metro cuando observó que una usuaria salía de uno de los vagones, empezó a sentirse mal, estaba embarazada y en ese momento se le rompió la fuente. No hubo más que atender el parto en ese mismo lugar porque el bebé ya venía en camino.

No tenía ninguna experiencia previa, pero sí la capacitación adecuada por eso lo hizo muy bien, aunque bastante nervioso. Recuerda con una sonrisa que cuando empezó a atender a la mujer notó que ya se le estaba asomando la cabecita al bebé y su carita parecía expresar ¡Ahí les voy!

Foto: Cortesía

Reconoce que antes había mejor capacitación para el personal del Metro en primeros auxilios y otras medidas preventivas de apoyo a los usuarios, pero hace tiempo –señala – ya se ha olvidado eso.

También laboró cuando se iniciaron los trabajos de construcción de la Línea 12. Dice que había muchos problemas con los ejidatarios porque se negaban a vender sus terrenos. Hubo una ocasión que en la zona de Tlahuac intentaron prenderles fuego con gasolina a él y a sus compañeros, pero lograron evitarlo.

En otra de sus anécdotas, Manuel cuenta que logró impedir que una persona se suicidara en la estación Tepito –de la Línea B del Metro que corre de Buenavista a Ciudad Azteca --. Le confesó después que deseaba quitarse la vida debido a su situación económica grave. A este hombre, recuerda Manuel, lo mandaron a una casa de asistencia cercana.

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Tras 15 años en seguridad, Manuel se ánimo a hacer su examen para conductor. Tampoco es fácil – explica --; tuvo que hacer todo el procedimiento como si fuera de nuevo ingreso: exámenes sicométricos, pruebas médicas y un curso de cinco meses en el cual tuvo que acreditar todas las materias.

Tiene seis años como conductor. Comenta que, por fortuna, no le ha tocado arrollar a ningún usuario, pero alguna vez él iba con su tren hacia Garibaldi y del otro lado su compañero circulaba a Constitución de 1917 – de la Línea 8 –, cuando vio que una persona se lanzaba a las vías y fue atropellado de lleno. Falleció al instante.

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Es satisfactorio cuando la gente reconoce lo que hacemos – confiesa Manuel -- como una ocasión cuando conducía su tren hacia la terminal Constitución de 1917; observó que un grupo de niños miraba por el cristal mientras él circulaba. Al bajarse en Cerro de la Estrella se acercaron a la cabina le dijeron: señor, muchas gracias por su trabajo.

Foto: Cortesía

Ya han pasado 21 años desde que Manuel llegó al Sistema de Transporte Colectivo. Está muy agradecido porque en el Metro integró una familia con su esposa Yessica, quien también es conductora – se conocieron en el trabajo – y su hijo de cuatro años de edad.


Manuel López Olvera trabajaba como vigilante en la estación Atlalilco de la Línea 12 del Metro cuando observó que una usuaria salía de uno de los vagones, empezó a sentirse mal, estaba embarazada y en ese momento se le rompió la fuente. No hubo más que atender el parto en ese mismo lugar porque el bebé ya venía en camino.

No tenía ninguna experiencia previa, pero sí la capacitación adecuada por eso lo hizo muy bien, aunque bastante nervioso. Recuerda con una sonrisa que cuando empezó a atender a la mujer notó que ya se le estaba asomando la cabecita al bebé y su carita parecía expresar ¡Ahí les voy!

Foto: Cortesía

Reconoce que antes había mejor capacitación para el personal del Metro en primeros auxilios y otras medidas preventivas de apoyo a los usuarios, pero hace tiempo –señala – ya se ha olvidado eso.

También laboró cuando se iniciaron los trabajos de construcción de la Línea 12. Dice que había muchos problemas con los ejidatarios porque se negaban a vender sus terrenos. Hubo una ocasión que en la zona de Tlahuac intentaron prenderles fuego con gasolina a él y a sus compañeros, pero lograron evitarlo.

En otra de sus anécdotas, Manuel cuenta que logró impedir que una persona se suicidara en la estación Tepito –de la Línea B del Metro que corre de Buenavista a Ciudad Azteca --. Le confesó después que deseaba quitarse la vida debido a su situación económica grave. A este hombre, recuerda Manuel, lo mandaron a una casa de asistencia cercana.

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Tras 15 años en seguridad, Manuel se ánimo a hacer su examen para conductor. Tampoco es fácil – explica --; tuvo que hacer todo el procedimiento como si fuera de nuevo ingreso: exámenes sicométricos, pruebas médicas y un curso de cinco meses en el cual tuvo que acreditar todas las materias.

Tiene seis años como conductor. Comenta que, por fortuna, no le ha tocado arrollar a ningún usuario, pero alguna vez él iba con su tren hacia Garibaldi y del otro lado su compañero circulaba a Constitución de 1917 – de la Línea 8 –, cuando vio que una persona se lanzaba a las vías y fue atropellado de lleno. Falleció al instante.

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Es satisfactorio cuando la gente reconoce lo que hacemos – confiesa Manuel -- como una ocasión cuando conducía su tren hacia la terminal Constitución de 1917; observó que un grupo de niños miraba por el cristal mientras él circulaba. Al bajarse en Cerro de la Estrella se acercaron a la cabina le dijeron: señor, muchas gracias por su trabajo.

Foto: Cortesía

Ya han pasado 21 años desde que Manuel llegó al Sistema de Transporte Colectivo. Está muy agradecido porque en el Metro integró una familia con su esposa Yessica, quien también es conductora – se conocieron en el trabajo – y su hijo de cuatro años de edad.


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