El humor mexicano, y sin duda el chilango, se manifiesta de diversas maneras. En nuestra forma de hablar, en cómo nos comportamos, en cómo vemos la vida y, ¡cómo no!, en cómo anunciamos un producto, advertimos que no se realice una acción en nuestra propiedad o en la búsqueda de hacer reír a quien se cruza con los letreros que ponemos en escaparates, ventanas, postes, puertas, puestos, transportes o negocios.
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A veces, un letrero de los que pueblan la Ciudad de México son un ejemplo del arte en el manejo del lenguaje en doble sentido, otras nos indican que la inseguridad nos rodea, en muchas ocasiones más manifiestan la molestia o el enojo de quien lo pone ante la repetición insistente de un acción de los transeúntes alrededor de su propiedad, o lo que les afecta directamente en el lugar donde laboran y/o habitan.
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¿Quién no ha ido a algún tianguis y se ha topado con un cartón que, además de anunciar el precio del producto, ostenta una frase que cautiva al comprador?, como aquella que dice: "Muñeco de todas, pero juguete de ninguna"; o cuando te subes a un microbús y lees "Ando viajando chido", sin saber bien a bien a qué se refiere lo que acabamos de leer.
No cabe duda que la mente de los chilangos opera de maneras misteriosas... y para muestra las cientos de frases que día a día nos encontramos en nuestro camino.
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