Vagoneras del Metro denuncian que han aumentado las remisiones al juzgado cívico tras ser detenidas en alguna estación, así como la estigmatización y criminalización a su trabajo de parte de los policías del Sistema de Transporte Colectivo, quienes las retienen sin estar vendiendo, por ser conocidas o porque las panearon las cámaras.
Al no tener argumento para detenerlas “nos acusan de robo de celulares o carteras cuando no hay una persona que nos acuse o señale”, narró Brenda Loa, quien vende en los vagones desde hace 18 años.
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Ven a grupos de 4 personas con morral o bolsas y las detienen, y luego se las llevan al “Torito”, bajo protocolos no escritos que tienen las autoridades del Metro, manifestó el investigador del Colegio de México, Erick Serna Luna.
En la presentación del informe “Justicia y trabajo bajo la CDMX: la situación laboral y la criminalización del comercio popular en el Metro”, realizado por Wiegoglobal, la joven vendedora comentó que al detenerlas y enviarlas al “Torito”, donde al llegar se tardan hasta 2 horas en atenderlas, si las detienen a la 1 de la tarde, van saliendo del Centro de Sanciones Administrativas a las 3 o 4 de la madrugada.
“Ahí tenemos que pagar mil 95 pesos de multa o realizar 13 horas de trabajo comunitario –sólo si eres de la CDMX, sino debes cumplir con 13 horas de arresto–; si eres de otro lado, hay que pagar la multa; nosotros estamos trabajando, no le robamos nada a nadie”, citó Brenda, quien ofrece cintas adhesivas de doble cara.
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Vagonear no es cosa fácil, agregó, “corremos el riesgo que los usuarios nos agredan, que los policías nos detengan, nos roben la mercancía, el frenón del tren si llevamos a nuestros hijos, porque no tenemos a donde dejarlos, y que nos digan que nos los van a quitar por ‘ponerlos a trabajar con nosotras’”.
Tania Espinosa Sánchez, coordinadora para la Ciudad de México de Wiego (Mujeres en Empleo Informal, Globalizando y Organizando), expuso que aunque existen prohibiciones al comercio en los trenes, se sigue realizando en los vagones y en otros espacios del Metro.
La especialista y activista resaltó que la prohibición al comercio popular en el Metro, las coloca en una relación especial con las autoridades, pues su actividad se entiende como una infracción administrativa.
Sin embargo, por la política que se ha construido contra estas personas y por el actuar de los grupos policiacos y cómo ejercen la fuerza, en ocasiones parece que se castiga a esta infracción como si fuera un delito.
Las mujeres que comercian en los vagones del Metro, como sucede en otros espacios, sufren una evidente desigualdad de género que agudiza el resto de las inequidades, tanto económicas como sociales.
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Por ello, agregó Tania Espinosa, es fundamental escuchar las voces de las mujeres que viven del comercio popular en los vagones para conocer sus necesidades, las desigualdades que viven y sus expectativas de vida dentro y fuera de los vagones del Metro?
Las cifras revelan sobre el aumento de las remisiones y abren un debate de los vacíos jurídicos y las formas en las que se interpretan las normas que prohíben el comercio popular en el Metro.
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