/ martes 17 de octubre de 2023

A faldas del volcán Xitle, la Familia Zarco mantiene vivo el amor y la pasión por las hortalizas agroecológicas

Sus cultivos protegen la salud y además, ayudan a regenerar la tierra

A las faldas del volcán Xitle, cerca del Pico del Águila en el Ajusco, Carmen Ramírez Borja, su esposo Zeferino Zarco Álvarez y su hijo Emmanuel producen hortalizas agroecológicas en los ejidos de San Andrés Totoltepec, en el Paraje Los Llanos, alcaldía Tlalpan.

Esta familia siembra legumbres sanas, libres de sustancias tóxicas y químicas, que no sólo protegen la salud de las personas, también resguardan y regeneran la tierra. Por ello son poseedores del sello verde. Además, son muy famosos por sus espectaculares acelgas arcoíris.

TE RECOMENDAMOS: Tortilla de maíz disminuye colesterol y triglicéridos

 

 

En una visita que realizó LA PRENSA a su parcela -que se mantiene viva pese a la fracción de los terrenos ejidales que se siguen vendiendo para la construcción de casas-, resaltan la importancia de sembrar sin plaguicidas que dañan el cuerpo humano. “Fuera fungicidas, pesticidas y herbicidas”, comenta segura, la señora Carmen.

Narran que para ellos, la pandemia del Covid 19 les abrió la oportunidad de iniciar el cultivo de hortalizas en el 2020, ellos ya cultivan la flor de la hortensia en maceta y en flor.

La familia inició el cultivo agroecológico en un metro cuadrado, con la siembra de cilantro. En el tiempo de la pandemia, "nos dimos cuenta de que era mejor sembrar algo para comer, -pues para muchas personas poder comprar una hortensia era un lujo". Luego empezaron a sembrar espinacas, cilantro, acelga, arúgula, kale, lechuga y a comercializarlas. A la fecha, siembran 500 metros cuadrados.

Foto: David Deolarte | La Prensa

La plática con Carmen y Zeferino transcurrió frente a uno de los montículos de siembra y frente a sus acelgas de tallos, amarillos, rojos, naranja, rosados, morados; los dos orgullosos de su oficio y de la naturaleza que la rodea. Ya que cada planta a su alrededor cuenta una historia de esfuerzo y pasión.

Han equipado su vivero, gracias a los apoyos que ofrece el programa social el Altépetl Bienestar que promueve la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenard) de la Sedema. Han podido comprar una motobomba, electrobomba, captadoras de aguas de lluvia, malla sombra para proteger los cultivos.

Ante la necesidad de armar la infraestructura para la protección de sus cultivos, Zeferino aprendió a soldar, hizo una roladora para hacer arcos y colocar la malla sombra y otras necesidades que requiere su vivero.

“Aunque no es agrónomo… como si lo fuera”, ha aprendido a hacer bioles orgánicos, un supermagro -un biofertilizante líquido- que se elabora con materia orgánica, estiércol de vaca que le agregan 9 sales minerales, detalló Zarco Álvarez.

Junto con su hijo Emmanuel elabora la composta, con abono de caballo, borrego o gallinaza, y cuando van a sembrar, hacen un trasplante y le agregan la materia orgánica.

De trato amable y amplia sonrisa, Carmen resaltó que la idea de sembrar hortalizas agroecológicas fue de Corenadr y su titular, la ingeniera Columna López Gutiérrez, quien ha estado logrado que se mantengan las parcelas sanas. “Que la tierra se vuelva a regenerar.

“Nosotros donde estamos sembrando, en San Andrés Totoltepec, es la mera esponja de los mantos acuíferos del Ajusco y debemos aprender a mantenerlos limpios”, afirmó.

Al inicio cultivos pequeñitos

Carmen narró que al inicio, sus hortalizas eran muy pequeñas, porque el suelo no estaba nutrido, como se debía, pero a raíz de cómo les fueron enseñando a preparar bioles y compostas orgánicas los técnicos de la Corenadr y con las capacitaciones del Altépetl, los enseñaron a cómo preparar la tierra como lo hacían los antepasados agro ecológicamente y en bancales de cultivo.

Orgullosa describe que ahora sus cultivos son grandes, más verdes, crecen acelgas con tallos de colores, y ya sembramos más hortalizas, todas llenas de salud.

“No es sólo aventar la semillas para que crezcan…no…nosotros lo vamos haciendo con mucho cuidado, mucha pasión, mucha dedicación y mucho amor, porque con esos cultivos “nos mantenemos sanos, son alimentos que proporcionan diversos nutrientes que el cuerpo necesita”.

Foto: David Deolarte | La Prensa

Forman parte de una tercera generación de trabajadores de campo, desde los tatarabuelos, bisabuelos y padres de Zeferino. Pero también la familia de Carmen, aunque no tenían terrenos para la siembra, trabajaron en el campo. “Si somos de familias campesinas”.

“Mi abuela sí tenía unos terrenitos, junto con un tío. Ella raspaba los magueyes de pulque sembraba y me enseñaba cómo sembrar, juntar el frijol, la pizca y el desgrane de maíz en piedras y luego lo vendían a la comunidad, citó Carmen.

En el tiempo del papá de Zeferino no se hablaba de agroecología, pero se puede decir que ya la practicaba, ya que con el excremento de gallina, “don Juan Zarco", le ponía a sus parcelas en San Andrés.

Los esposos Zarco Ramírez están muy agradecidos con la Directora General de la Corenadr, por los apoyos para iniciar su microempresa agrícola, en el cerro del Ajusco.

Cuando comenzó su producción, sólo la vendían el pueblo y después con el apoyo del programa Altépetl Bienestar, “nos buscaron espacios para la comercialización, por lo que acudimos a todas las caravanas que llevan la producción agrícola de la zona de comercialización a diversos lugares de la CDMX.

Sábados y domingos van a Los Pinos; el miércoles al Huerto Roma en la colonia Roma Sur; al IMER una vez al mes, al Conalitecg San Ángel, también acuden a vender a la Casa del Virrey, Tlalpan, entre otros que integran la Red de Mercaditos Solidarios.

Los esposos recordaron que en el 2020 comenzaron a vender en la Casa de Pólvora, en la cuarta sección de Chapultepec, donde llegaban los turistas, posteriormente en Los Pinos.

No tienen medida de lo que produce en kilos en su parcela, pero la siembra le alcanza para llevar a todos los lugares citados, donde comercian sus hortalizas. De las diversas hortalizas hace manojos de aproximadamente 200 gramos. Pero también venden lechugas, ramos de ajenjo, menta, y otras yerbas medicinales que se dan en su terreno.

Todo el año, tiene producción de acelgas de colores, espinacas, kale, cilantro, lechugas, cilantro, rabanitos, col, coliflor, brócoli

Ejemplifica que “a la acelga, le cortan, y a los tres o 4 días ya tiene nuevos retoños”. La gran parte del trabajo la hacen los tres, pero en fechas de mayor trabajo, contratan a otra persona. Laboran casi todo el año, desde la mañana hasta la noche, reconocen que la labor en el campo es muy ardua, pero les gusta.

El trabajo, no es de cargar kilos o hacer grandes esfuerzos, pero se pasan mucho tiempo agachados. Y también es pesado andar cortando, ya que duele la cintura, explicó Carmen.

Consumidor paga lo agroecológico

Para que el consumidor valore el trabajo que realizan con productos sanos, sin fertilizantes ni químicos; les explican lo que es la agroecología. “Por lo que pagar 20 pesos por un manojo de espinacas u otras hortalizas, no me parece caro.., les explicamos que les vendemos 20 pesos de pura salud.

“Nosotros sembramos limpio, utilizamos agua de lluvia y si se acaba compramos agua potable, que en muchas ocasiones es agua del Pico del Águila, no utilizamos ningún agua tratada. Con la anterior y esta explicación han logrado concientizar a las personas que consumen sus hortalizas en que valoren y consuman cultivos agroecológicos. “No hay mejor inversión que aprender a comer saludable”.

La certificación obtenida a través de Corendr garantiza para sus clientes la compra de alimentos de calidad.

A la entrada del vivero se ubica una gran olla de 45 mil litros de agua de lluvia, pero tiene otras dos ollas para captar del agua de lluvia, que en ocasiones le alcanza para 6 meses, por lo que en marzo, abril, mayo, junio y julio compran entre 5 y 6 pipas de 20 mil litros de agua potable.

Están seguros que están contribuyendo a proteger y regenerar el suelo del Ajusco, área estratégica para la CDMX, donde se recargan los mantos acuíferos.

“Para poder instalar su invernadero, tuvo que hacer trámites y cumplir requisitos ante la Sedema, que le otorgó un permiso, corroboraron.

La familia Zarco Ramírez, es la única en los Ejidos de San Andrés Totoltepec que siembran hortalizas agroecológicas, lo cual los llena de orgullo. Como están tan seguros que sus productos son 100% sanos, Carmen corta de su huerto hojas de kale y espinaca y se los come”.

Son originarios de San Andrés Totoltepec, desde sus tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y ellos, por ello Zeferino tiene un pedazo de tierra de ese ejido.

Venden directamente a los consumidores, no dejan nada a crédito, ya que su trabajo es muy arduo y se debe valorar. “Aquí estamos entregando y pagando”-

Forman parte de los 8 mil 500 productores reciben apoyos de Altépetl Bienestar y de los 550 que ya obtuvieron certificación agroecológica, por lo que cuentan con el llamado sello verde.

Síguenos en Facebook: La Prensa Oficial y en Twitter: @laprensaoem

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A las faldas del volcán Xitle, cerca del Pico del Águila en el Ajusco, Carmen Ramírez Borja, su esposo Zeferino Zarco Álvarez y su hijo Emmanuel producen hortalizas agroecológicas en los ejidos de San Andrés Totoltepec, en el Paraje Los Llanos, alcaldía Tlalpan.

Esta familia siembra legumbres sanas, libres de sustancias tóxicas y químicas, que no sólo protegen la salud de las personas, también resguardan y regeneran la tierra. Por ello son poseedores del sello verde. Además, son muy famosos por sus espectaculares acelgas arcoíris.

TE RECOMENDAMOS: Tortilla de maíz disminuye colesterol y triglicéridos

 

 

En una visita que realizó LA PRENSA a su parcela -que se mantiene viva pese a la fracción de los terrenos ejidales que se siguen vendiendo para la construcción de casas-, resaltan la importancia de sembrar sin plaguicidas que dañan el cuerpo humano. “Fuera fungicidas, pesticidas y herbicidas”, comenta segura, la señora Carmen.

Narran que para ellos, la pandemia del Covid 19 les abrió la oportunidad de iniciar el cultivo de hortalizas en el 2020, ellos ya cultivan la flor de la hortensia en maceta y en flor.

La familia inició el cultivo agroecológico en un metro cuadrado, con la siembra de cilantro. En el tiempo de la pandemia, "nos dimos cuenta de que era mejor sembrar algo para comer, -pues para muchas personas poder comprar una hortensia era un lujo". Luego empezaron a sembrar espinacas, cilantro, acelga, arúgula, kale, lechuga y a comercializarlas. A la fecha, siembran 500 metros cuadrados.

Foto: David Deolarte | La Prensa

La plática con Carmen y Zeferino transcurrió frente a uno de los montículos de siembra y frente a sus acelgas de tallos, amarillos, rojos, naranja, rosados, morados; los dos orgullosos de su oficio y de la naturaleza que la rodea. Ya que cada planta a su alrededor cuenta una historia de esfuerzo y pasión.

Han equipado su vivero, gracias a los apoyos que ofrece el programa social el Altépetl Bienestar que promueve la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenard) de la Sedema. Han podido comprar una motobomba, electrobomba, captadoras de aguas de lluvia, malla sombra para proteger los cultivos.

Ante la necesidad de armar la infraestructura para la protección de sus cultivos, Zeferino aprendió a soldar, hizo una roladora para hacer arcos y colocar la malla sombra y otras necesidades que requiere su vivero.

“Aunque no es agrónomo… como si lo fuera”, ha aprendido a hacer bioles orgánicos, un supermagro -un biofertilizante líquido- que se elabora con materia orgánica, estiércol de vaca que le agregan 9 sales minerales, detalló Zarco Álvarez.

Junto con su hijo Emmanuel elabora la composta, con abono de caballo, borrego o gallinaza, y cuando van a sembrar, hacen un trasplante y le agregan la materia orgánica.

De trato amable y amplia sonrisa, Carmen resaltó que la idea de sembrar hortalizas agroecológicas fue de Corenadr y su titular, la ingeniera Columna López Gutiérrez, quien ha estado logrado que se mantengan las parcelas sanas. “Que la tierra se vuelva a regenerar.

“Nosotros donde estamos sembrando, en San Andrés Totoltepec, es la mera esponja de los mantos acuíferos del Ajusco y debemos aprender a mantenerlos limpios”, afirmó.

Al inicio cultivos pequeñitos

Carmen narró que al inicio, sus hortalizas eran muy pequeñas, porque el suelo no estaba nutrido, como se debía, pero a raíz de cómo les fueron enseñando a preparar bioles y compostas orgánicas los técnicos de la Corenadr y con las capacitaciones del Altépetl, los enseñaron a cómo preparar la tierra como lo hacían los antepasados agro ecológicamente y en bancales de cultivo.

Orgullosa describe que ahora sus cultivos son grandes, más verdes, crecen acelgas con tallos de colores, y ya sembramos más hortalizas, todas llenas de salud.

“No es sólo aventar la semillas para que crezcan…no…nosotros lo vamos haciendo con mucho cuidado, mucha pasión, mucha dedicación y mucho amor, porque con esos cultivos “nos mantenemos sanos, son alimentos que proporcionan diversos nutrientes que el cuerpo necesita”.

Foto: David Deolarte | La Prensa

Forman parte de una tercera generación de trabajadores de campo, desde los tatarabuelos, bisabuelos y padres de Zeferino. Pero también la familia de Carmen, aunque no tenían terrenos para la siembra, trabajaron en el campo. “Si somos de familias campesinas”.

“Mi abuela sí tenía unos terrenitos, junto con un tío. Ella raspaba los magueyes de pulque sembraba y me enseñaba cómo sembrar, juntar el frijol, la pizca y el desgrane de maíz en piedras y luego lo vendían a la comunidad, citó Carmen.

En el tiempo del papá de Zeferino no se hablaba de agroecología, pero se puede decir que ya la practicaba, ya que con el excremento de gallina, “don Juan Zarco", le ponía a sus parcelas en San Andrés.

Los esposos Zarco Ramírez están muy agradecidos con la Directora General de la Corenadr, por los apoyos para iniciar su microempresa agrícola, en el cerro del Ajusco.

Cuando comenzó su producción, sólo la vendían el pueblo y después con el apoyo del programa Altépetl Bienestar, “nos buscaron espacios para la comercialización, por lo que acudimos a todas las caravanas que llevan la producción agrícola de la zona de comercialización a diversos lugares de la CDMX.

Sábados y domingos van a Los Pinos; el miércoles al Huerto Roma en la colonia Roma Sur; al IMER una vez al mes, al Conalitecg San Ángel, también acuden a vender a la Casa del Virrey, Tlalpan, entre otros que integran la Red de Mercaditos Solidarios.

Los esposos recordaron que en el 2020 comenzaron a vender en la Casa de Pólvora, en la cuarta sección de Chapultepec, donde llegaban los turistas, posteriormente en Los Pinos.

No tienen medida de lo que produce en kilos en su parcela, pero la siembra le alcanza para llevar a todos los lugares citados, donde comercian sus hortalizas. De las diversas hortalizas hace manojos de aproximadamente 200 gramos. Pero también venden lechugas, ramos de ajenjo, menta, y otras yerbas medicinales que se dan en su terreno.

Todo el año, tiene producción de acelgas de colores, espinacas, kale, cilantro, lechugas, cilantro, rabanitos, col, coliflor, brócoli

Ejemplifica que “a la acelga, le cortan, y a los tres o 4 días ya tiene nuevos retoños”. La gran parte del trabajo la hacen los tres, pero en fechas de mayor trabajo, contratan a otra persona. Laboran casi todo el año, desde la mañana hasta la noche, reconocen que la labor en el campo es muy ardua, pero les gusta.

El trabajo, no es de cargar kilos o hacer grandes esfuerzos, pero se pasan mucho tiempo agachados. Y también es pesado andar cortando, ya que duele la cintura, explicó Carmen.

Consumidor paga lo agroecológico

Para que el consumidor valore el trabajo que realizan con productos sanos, sin fertilizantes ni químicos; les explican lo que es la agroecología. “Por lo que pagar 20 pesos por un manojo de espinacas u otras hortalizas, no me parece caro.., les explicamos que les vendemos 20 pesos de pura salud.

“Nosotros sembramos limpio, utilizamos agua de lluvia y si se acaba compramos agua potable, que en muchas ocasiones es agua del Pico del Águila, no utilizamos ningún agua tratada. Con la anterior y esta explicación han logrado concientizar a las personas que consumen sus hortalizas en que valoren y consuman cultivos agroecológicos. “No hay mejor inversión que aprender a comer saludable”.

La certificación obtenida a través de Corendr garantiza para sus clientes la compra de alimentos de calidad.

A la entrada del vivero se ubica una gran olla de 45 mil litros de agua de lluvia, pero tiene otras dos ollas para captar del agua de lluvia, que en ocasiones le alcanza para 6 meses, por lo que en marzo, abril, mayo, junio y julio compran entre 5 y 6 pipas de 20 mil litros de agua potable.

Están seguros que están contribuyendo a proteger y regenerar el suelo del Ajusco, área estratégica para la CDMX, donde se recargan los mantos acuíferos.

“Para poder instalar su invernadero, tuvo que hacer trámites y cumplir requisitos ante la Sedema, que le otorgó un permiso, corroboraron.

La familia Zarco Ramírez, es la única en los Ejidos de San Andrés Totoltepec que siembran hortalizas agroecológicas, lo cual los llena de orgullo. Como están tan seguros que sus productos son 100% sanos, Carmen corta de su huerto hojas de kale y espinaca y se los come”.

Son originarios de San Andrés Totoltepec, desde sus tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y ellos, por ello Zeferino tiene un pedazo de tierra de ese ejido.

Venden directamente a los consumidores, no dejan nada a crédito, ya que su trabajo es muy arduo y se debe valorar. “Aquí estamos entregando y pagando”-

Forman parte de los 8 mil 500 productores reciben apoyos de Altépetl Bienestar y de los 550 que ya obtuvieron certificación agroecológica, por lo que cuentan con el llamado sello verde.

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