La presencia de poblaciones callejeras reflejó un aumento tras la pandemia por Covid-19 en especial en las urbes del mundo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), estimó que, alrededor de 207 millones de personas se sumarían a las filas de la población que vive por debajo de la línea de pobreza, como consecuencia de la crisis económica, por resultada de la situación de sanitaria.
En resultado del censo de poblaciones callejeras del Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS), 2019-2020, reveló la existencia de 4 mil 354 personas en dicha situación, mientras que la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social de la Ciudad reportó un padrón de 932 casos en la Ciudad de México.
La cifra es contrastante para Luis Enrique Hernández Aguilar, director de la Asociación Civil El Caracol quien, desde hace 27 años trabaja con personas en situación de calle y, estima que las cifras no concuerdan por una cuestión metodológica. “Tan solo nosotros, el año pasado en el trabajo que hicimos para el tema de Covid de enero a diciembre, trabajamos aproximadamente con alrededor de 2 mil personas”, aclaró.
Entre los beneficiados, están 45 familias, las que se vieron forzadas a vivir en la calle a causa de la pandemia por Covid-19, mismas que recibieron apoyo de El Caracol A.C, para conseguir un techo en condiciones dignas, así como empleo, oportunidades educativas y de salud.
Para cinco de esas familias, formarte parte de las poblaciones callejeras fue nuevo, mientras las 40 restantes, ya habías sido apoyadas anteriormente, pero al perder el empleo y oportunidades a causa de la pandemia, se habían resignado de nueva cuenta a dormir en la banqueta, hasta la intervención de la asociación.
“Nosotros tenemos una meta institucional cada año, establecemos un determinado número de personas que dejen de vivir en la calle, entre niños, adultos, personas adultas mayores”, contó a LA PRENSA Luis Enrique, quien trabaja directamente en las calles atendiendo las necesidades de esta población.
Debido al seguimiento de la organización, es que detectan cuando algunas de las personas que han ayudado, regresan a la misma condición donde los conocieron, por lo que vuelven a emprender acciones que les garanticen sus derechos y una vida digna.
Según las estadísticas de los dos últimos censos, las alcaldías con más población de calle son Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza y es donde, por la movilidad es un tanto obvio que se van a concentra entre el 65 y 70 por ciento de dicha población, manifestó Hernández Aguilar.
“En El Caracol trabajamos con la población más dura, con la que nadie quiere trabajar, la mayoría de las organizaciones atienden niños y, a veces, a sus mamás, o a la población que está en espacios comunitarios o población de un nivel económico bajo. Nosotros trabajamos con la población que está directamente en la calle”, reconoció Hernández.
Nadie aspira a dormir en una banqueta
La declaratoria Universal de los Derechos Humanos, aprobada por el Consejo de las Naciones Unidas en 1948, garantizan el acceso a toda persona al bienestar: alimentación, vivienda, educación, asistencia médica, vestido y otros servicios sociales básicos, entre otros.
En dicho tenor, El Caracol, contribuye en favor de la defensoría de “los derechos humanos, en ese sentido cuando las personas viven alguna posible violación a sus derechos, los acompañamos para que echemos andar un procedimiento de queja ante los órganos de defensa de los derechos humanos o, en su defecto, acompañar alguna denuncia en el Ministerio Público en contra de servidores o la persona que los hayan violentado”, especificó.
“Todas y todos los ciudadanos somos plenos sujetos de derechos por el solo hecho de vivir en un país como México, donde la Constitución nos garantiza nuestros derechos, sin embargo, cuando una persona termina en tal nivel de desventaja económica y social, empieza a ser vista como una persona de una categoría social inferior”, expuso Luis Enrique.
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“Somos de las pocas organizaciones que tienen el trabajo de calle como una alternativa, con educadoras y educadores profesionales que salen a trabajar y desarrollar acciones educativas y, desde el año pasado, incursionamos en el modelo La Escuela de la Mariposa que lo que busca es promover la inclusión educativa de niñas y niños, ya sean que están trabajando en cruceros viven en la calle o en alguna zona donde ellos no tengan acceso escolar”.
El director de la organización, invita a la reflexión sobre las personas que llegan a la vía pública, “nadie está en la calle solo porque le gusta dormir en una banqueta, hay una serie de condiciones que lo llevan ahí (…) les estamos invitando a que cualquier persona que vean que vive en la calle, hagan lo imposible por tratarlo bien, estamos en la pandemia, si tiene gel regalen un poco, si no quieres ayudar, al menos salúdelos son vecinos y vecinas con el único tema que están en una desgracia y necesitan un apoyo por parte de todos”.
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