/ jueves 21 de noviembre de 2024

Unidad Habitacional Nonoalco Tlatelolco: 60 años de la utopía urbanista que cambió a la CDMX

Un día como hoy, pero de 1964, el complejo habitacional fue inaugurado por el presidente Miguel Alemán Valdés

La Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco es un emblemático conjunto habitacional en la Ciudad de México, cuyo legado tiene profundas implicaciones tanto en la historia urbana como en la memoria colectiva de la ciudad. Su construcción y desarrollo están marcados por diversos aspectos históricos, sociales y culturales que reflejan el contexto de la época en que se gestó.

La Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco fue diseñada y construida entre los años 1959 y 1965 por Mario Pani, uno de los mejores arquitectos mexicanos, en el marco del crecimiento acelerado de la Ciudad de México durante la segunda mitad del siglo XX.

TE RECOMENDAMOS: Mercado de Tlatelolco, el tianguis más grande que tuvo Mesoamérica hace 500 años

El proyecto fue impulsado por el gobierno mexicano en respuesta a la creciente demanda de vivienda para las clases medias y bajas, y fue uno de los primeros en integrar el concepto de vivienda vertical de gran escala en el país. Su diseño fue encargado a varios arquitectos y urbanistas, siendo Mario Pani uno de los más reconocidos.

El nombre "Nonoalco-Tlatelolco" hace referencia a dos lugares históricos: Nonoalco, una zona prehispánica, y Tlatelolco, una importante ciudad mexica que formaba parte de la alianza del Triple Alianza. Este vínculo al pasado prehispánico fue una forma de dar un sentido de continuidad histórica a un proyecto urbano moderno.

Arquitectura de Tlatelolco

El diseño de la unidad habitacional incluía varios edificios de gran altura, lo que representaba una respuesta innovadora a la escasez de espacio en la ciudad. Además de los departamentos, Nonoalco-Tlatelolco también contaba con servicios comunitarios, espacios recreativos, áreas comerciales y equipamiento urbano, lo que la convertía en una "ciudad dentro de la ciudad". La disposición de los edificios, el uso del concreto y las áreas comunes fue muy innovadora para la época, influenciada por la arquitectura modernista que predominaba en México durante esos años.

Foto: Cristóbal Morales / La Prensa

Foto: Cristóbal Morales / La Prensa

Impacto social y cultural

La unidad habitacional Nonoalco-Tlatelolco tuvo un impacto significativo en la vida de sus habitantes. Muchos de los primeros residentes llegaron a ser trabajadores del gobierno, obreros y personas de clase media que se beneficiaron de la política de viviendas públicas. La vida en Nonoalco-Tlatelolco fue una de convivencia en un espacio común, pero también generó tensiones derivadas de las diferencias socioeconómicas de los residentes.

Además, la unidad habitacional fue testigo de importantes eventos históricos. Uno de los más significativos fue el Movimiento Estudiantil de 1968, pues Nonoalco-Tlatelolco se convirtió en el epicentro de las protestas que llevaron a la masacre del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas. Este evento dejó una profunda huella en la memoria colectiva de los mexicanos y marcó a la unidad habitacional como un símbolo de resistencia y de la lucha por los derechos humanos.

Foto: Cristóbal Morales / La Prensa

El legado de Tlatelolco para la Ciudad de México

Hoy en día, Tlatelolco sigue siendo un referente en cuanto a vivienda pública y urbanismo. Es un espacio en el que la historia, la arquitectura y la vida cotidiana se entrelazan. En la actualidad, el complejo sigue siendo una de las zonas urbanas más densamente pobladas de la CDMX, y ha sido objeto de varios proyectos de renovación y rehabilitación. Además, varios de sus edificios y espacios se han convertido en centros culturales, como la Unidad de Vinculación Artística de la UNAM y por supuesto, la zona arqueológica, que conservan y difunden la memoria histórica de la unidad y sus eventos trascendentales.

Foto: Cristóbal Morales / La Prensa


En resumen, el legado de la Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco es fundamental tanto en términos urbanos como históricos. Su construcción, impacto social y la relevancia de los eventos que allí ocurrieron la han consolidado como un símbolo de la historia de la ciudad y de la lucha por una mejor calidad de vida para los habitantes urbanos.

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La Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco es un emblemático conjunto habitacional en la Ciudad de México, cuyo legado tiene profundas implicaciones tanto en la historia urbana como en la memoria colectiva de la ciudad. Su construcción y desarrollo están marcados por diversos aspectos históricos, sociales y culturales que reflejan el contexto de la época en que se gestó.

La Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco fue diseñada y construida entre los años 1959 y 1965 por Mario Pani, uno de los mejores arquitectos mexicanos, en el marco del crecimiento acelerado de la Ciudad de México durante la segunda mitad del siglo XX.

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El proyecto fue impulsado por el gobierno mexicano en respuesta a la creciente demanda de vivienda para las clases medias y bajas, y fue uno de los primeros en integrar el concepto de vivienda vertical de gran escala en el país. Su diseño fue encargado a varios arquitectos y urbanistas, siendo Mario Pani uno de los más reconocidos.

El nombre "Nonoalco-Tlatelolco" hace referencia a dos lugares históricos: Nonoalco, una zona prehispánica, y Tlatelolco, una importante ciudad mexica que formaba parte de la alianza del Triple Alianza. Este vínculo al pasado prehispánico fue una forma de dar un sentido de continuidad histórica a un proyecto urbano moderno.

Arquitectura de Tlatelolco

El diseño de la unidad habitacional incluía varios edificios de gran altura, lo que representaba una respuesta innovadora a la escasez de espacio en la ciudad. Además de los departamentos, Nonoalco-Tlatelolco también contaba con servicios comunitarios, espacios recreativos, áreas comerciales y equipamiento urbano, lo que la convertía en una "ciudad dentro de la ciudad". La disposición de los edificios, el uso del concreto y las áreas comunes fue muy innovadora para la época, influenciada por la arquitectura modernista que predominaba en México durante esos años.

Foto: Cristóbal Morales / La Prensa

Foto: Cristóbal Morales / La Prensa

Impacto social y cultural

La unidad habitacional Nonoalco-Tlatelolco tuvo un impacto significativo en la vida de sus habitantes. Muchos de los primeros residentes llegaron a ser trabajadores del gobierno, obreros y personas de clase media que se beneficiaron de la política de viviendas públicas. La vida en Nonoalco-Tlatelolco fue una de convivencia en un espacio común, pero también generó tensiones derivadas de las diferencias socioeconómicas de los residentes.

Además, la unidad habitacional fue testigo de importantes eventos históricos. Uno de los más significativos fue el Movimiento Estudiantil de 1968, pues Nonoalco-Tlatelolco se convirtió en el epicentro de las protestas que llevaron a la masacre del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas. Este evento dejó una profunda huella en la memoria colectiva de los mexicanos y marcó a la unidad habitacional como un símbolo de resistencia y de la lucha por los derechos humanos.

Foto: Cristóbal Morales / La Prensa

El legado de Tlatelolco para la Ciudad de México

Hoy en día, Tlatelolco sigue siendo un referente en cuanto a vivienda pública y urbanismo. Es un espacio en el que la historia, la arquitectura y la vida cotidiana se entrelazan. En la actualidad, el complejo sigue siendo una de las zonas urbanas más densamente pobladas de la CDMX, y ha sido objeto de varios proyectos de renovación y rehabilitación. Además, varios de sus edificios y espacios se han convertido en centros culturales, como la Unidad de Vinculación Artística de la UNAM y por supuesto, la zona arqueológica, que conservan y difunden la memoria histórica de la unidad y sus eventos trascendentales.

Foto: Cristóbal Morales / La Prensa


En resumen, el legado de la Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco es fundamental tanto en términos urbanos como históricos. Su construcción, impacto social y la relevancia de los eventos que allí ocurrieron la han consolidado como un símbolo de la historia de la ciudad y de la lucha por una mejor calidad de vida para los habitantes urbanos.

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