Han pasado 55 años desde aquél fatídico día, cuando los estudiantes se encontraron de lleno con la cruda realidad y la Plaza de las Tres Culturas se tiñó de rojo y tristemente quedó inmortalizada en la historia moderna de México junto a la palabra masacre.
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El movimiento estudiantil de 1968, en el que participaban tanto politécnicos como universitarios, es un punto de inflexión en la sociedad mexicana; atrás quedaron los ideales reventados por una bengala que iluminó el cielo dando inicio a la noche más larga de Tlatelolco.
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Las marcas de las balas permanecen indelebles en las paredes de la unidad que fue testigo del trágico mitin en el que se protestaba por los derechos estudiantiles, no en contra de los Juegos Olímpicos que estaban en puerta.
Para la posteridad queda una lista lapidaria e incompleta de algunos de los compañeros caídos. A más de medio siglo, la lucha de los jóvenes no se olvida.
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