Una carpa traída de Bélgica con una altura de 18 metros es la que alberga poco a poco a los asistentes al concierto de Björk programado a las 20:00 horas.
El interior es negro y contiene una superficie plana con butacas minimalistas y al fondo gradas ascendentes. En en todo momento se escuchan sonidos selváticos que podrían ser de guacamayas.
Minutos antes de iniciar el concierto se avisa que no se tomen fotos, ni se graben videos porque distraen a la artista. El escenario está cubierto por un telar blanco y la expectativa crece en punto de las 20:14 cuando bajan las luces de donde se encuentra el público y se oye de fondo un coro de cantos autóctonos.
El Parque Bicentenario estrena este espacio que presenta el show Cornucopia de la cantante islandesa, creado y producido por ella y dirigido por la cineasta argentina Lucrecia Martel.
Este espectáculo conceptual tiene una intención ecológica, pero lo que se ve cuando la artista entra a escena es todo un concepto de arte y performance.
Porque al entrar en escena en medio de imágenes sicodélicas, Björk, vestida de olanes y con cuernos en la cabeza, como una fauno vanguardista se hace acompañar por flautistas en tanto emite su canto lleno de matices.