/ miércoles 8 de julio de 2020

Trabajadores de limpia en riesgo por el mal manejo de desecho de cubrebocas

Recolección y procesamiento de basura se hace sin control sanitario

Durante la emergencia sanitaria, el cubrebocas se ha posicionado como uno de los insumos más representativos de la seguridad, pero su manejo inadecuado lo convierte en una posible fuente de contagio de SARS-CoV-2, en particular para quienes recolectan y procesan los desechos, afirmó Héctor Castillo-Berthier, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

Indicó que cuando es arrojado a la basura, pasa de protector a foco de infección, porque en la mayoría de los casos se mezcla con los desechos cotidianos. “Se tira gran cantidad, y seguramente muchos están contaminados, y si a ello se suma la manera informal de recolectar los residuos y procesarlos, sin control sanitario, no hay modo de salvaguardar la salud de los trabajadores de limpia”.

Al respecto, Rocío Valdez, académica de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO), con 24 años de experiencia como personal de salud, advirtió que el solo uso de la mascarilla no nos exime de la posibilidad de contagio, y menos si se usa de manera inadecuada.

“Debe cubrir nariz y boca, y nunca se debe tocar la parte externa. Cuando se sienta húmeda debe retirarse por las cintas que se adhieren a la cara y desecharla en una bolsa dentro de un bote de basura, para que no tenga contacto con otras personas, como quienes recolectan y procesan los desechos”, explicó la universitaria, quien obtuvo el premio “Enfermera Isabel Cendala y Gómez” 2013, que otorga la Secretaría de Salud a la Mejor Enfermera del Año.

Simple y útil, con costos que van desde los cinco hasta cientos de pesos, el barbijo, cubrebocas, tapabocas o mascarilla es necesario incluso en el segundo semestre de 2020, para el regreso a la “nueva normalidad”. Se venden en establecimientos comerciales tras un aparador, en Internet, y los hay con texturas, bordados, tricapa, tipo concha, rígidos, flexibles, lavables, sanitizados, plisados, antivirales, certificados y con fijador metálico.

Castillo-Berthier, autor del trabajo académico “La sociedad de la basura”, para el cual se desempeñó hace años como barrendero, machetero en un camión recolector y pepenador en un tiradero, dijo que, en teoría los desechos de insumos como los tapabocas deberían ser incinerados; en el caso de la ciudadanía, deberían depositarlos en una bolsa señalada.

El pasado 14 de abril el gobierno de México, a través de la Secretaría de Salud, en colaboración con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), hizo pública la “Cartilla de Mejores Prácticas para la Prevención del COVID-19 en el Manejo de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU)”, donde se señala que se debe proveer de equipo de protección personal (EPP) a los trabajadores de la recolección, formales e informales.

Asimismo, se invita a los ciudadanos, como complemento auxiliar, a aplicar en residuos la solución anti-COVID-19, que puede prepararse con ⅓ de taza de cloro por cuatro litros de agua, o cuatro cucharaditas de cloro por un litro de agua. En el caso de superficies que puedan ser dañadas por el cloro, se puede utilizar una concentración de etanol al 70 por ciento.

Durante la emergencia sanitaria, el cubrebocas se ha posicionado como uno de los insumos más representativos de la seguridad, pero su manejo inadecuado lo convierte en una posible fuente de contagio de SARS-CoV-2, en particular para quienes recolectan y procesan los desechos, afirmó Héctor Castillo-Berthier, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

Indicó que cuando es arrojado a la basura, pasa de protector a foco de infección, porque en la mayoría de los casos se mezcla con los desechos cotidianos. “Se tira gran cantidad, y seguramente muchos están contaminados, y si a ello se suma la manera informal de recolectar los residuos y procesarlos, sin control sanitario, no hay modo de salvaguardar la salud de los trabajadores de limpia”.

Al respecto, Rocío Valdez, académica de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO), con 24 años de experiencia como personal de salud, advirtió que el solo uso de la mascarilla no nos exime de la posibilidad de contagio, y menos si se usa de manera inadecuada.

“Debe cubrir nariz y boca, y nunca se debe tocar la parte externa. Cuando se sienta húmeda debe retirarse por las cintas que se adhieren a la cara y desecharla en una bolsa dentro de un bote de basura, para que no tenga contacto con otras personas, como quienes recolectan y procesan los desechos”, explicó la universitaria, quien obtuvo el premio “Enfermera Isabel Cendala y Gómez” 2013, que otorga la Secretaría de Salud a la Mejor Enfermera del Año.

Simple y útil, con costos que van desde los cinco hasta cientos de pesos, el barbijo, cubrebocas, tapabocas o mascarilla es necesario incluso en el segundo semestre de 2020, para el regreso a la “nueva normalidad”. Se venden en establecimientos comerciales tras un aparador, en Internet, y los hay con texturas, bordados, tricapa, tipo concha, rígidos, flexibles, lavables, sanitizados, plisados, antivirales, certificados y con fijador metálico.

Castillo-Berthier, autor del trabajo académico “La sociedad de la basura”, para el cual se desempeñó hace años como barrendero, machetero en un camión recolector y pepenador en un tiradero, dijo que, en teoría los desechos de insumos como los tapabocas deberían ser incinerados; en el caso de la ciudadanía, deberían depositarlos en una bolsa señalada.

El pasado 14 de abril el gobierno de México, a través de la Secretaría de Salud, en colaboración con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), hizo pública la “Cartilla de Mejores Prácticas para la Prevención del COVID-19 en el Manejo de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU)”, donde se señala que se debe proveer de equipo de protección personal (EPP) a los trabajadores de la recolección, formales e informales.

Asimismo, se invita a los ciudadanos, como complemento auxiliar, a aplicar en residuos la solución anti-COVID-19, que puede prepararse con ⅓ de taza de cloro por cuatro litros de agua, o cuatro cucharaditas de cloro por un litro de agua. En el caso de superficies que puedan ser dañadas por el cloro, se puede utilizar una concentración de etanol al 70 por ciento.

Policiaca

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