Keith Haring era un activista del arte urbano cuando, ya enfermo de sida y consciente de que su tiempo se acababa, se dedicó a pintar murales en sus viajes, uno de ellos en 1989 en la pared de un club de Barcelona (noreste de España), en una finca que iba a ser derribada, aunque finalmente la obra se salvará de la piqueta.
La alerta de que los nuevos dueños querían construir en este espacio, que ahora ocupa unos billares, una residencia de mayores, activó el interés de las administraciones por una obra que tasaron en 120.000 euros (unos 146.244 dólares al cambio actual).
El ayuntamiento de la ciudad, tras autentificar la pintura, puso el caso en conocimiento de la Generalitat (gobierno regional), que incoó un expediente para su protección, además de informar al Ministerio de Cultura.
Haring, que moriría en Nueva York al año siguiente, realizó esta obra en la pared de la cabina de dj del Ars Studio, un mítico local donde pinchaba César de Melero, "padrino del house" de la escena de la capital española, y cuya amistad motivó que el artista dejara su huella "en este templo del baile", recuerda el veterano dj a EFE.
"Vino una noche, vio el espacio y me pidió que quitara los discos y el resto de cosas para poder pintar, mientras pinchaba su colega Gil Vázquez, que había venido con él desde Nueva York y que ahora es el responsable de la Fundación Haring", rememora De Melero, contento de que el mural se vaya a salvar, pero a su vez enfadado del trato recibido por esta obra que "Haring regaló a Barcelona".
El resultado fue "Acid", -el acid house marcaba la pauta entonces, comenta el dj-, una de las típicas figuras del paisaje visual de Haring: un "monigote" con una flor como cabeza, pintado en rojo, que parece retorcerse con el patrón rítmico del house, una intervención que el propio De Melero capturó en vídeo y con polaroids para dar fe del "momentum".
Posiblemente, el artista realizó aquella silueta con la pintura sobrante del gigantesco mural que esos mismos días había hecho en el barrio del Raval, "barrio chino" de entonces, una impactante obra bautizada "Todos juntos podemos parar el sida", alegoría de la enfermedad que acabó con su vida.
Parece que sobre el arte efímero y callejero de Haring siempre sobrevolaba la amenaza de la excavadora. El muro en el que realizó los 34 metros de longitud de este laberinto de cuerpos, serpientes y jeringuillas fue derribado en 1992, en cumplimiento del Plan Especial del Raval, aunque el Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona), previsor, hizo un calco a tamaño natural que permitió su reproducción junto al museo, en 2014.
Mientras caía su hermano mayor, en la otra punta de la ciudad, en el local de la calle Atenas, el pequeño "Acid" -a Melero no le gusta el nombre de "niño flor" que otros le atribuyen- tampoco tenía el reconocimiento esperado.
Ars Studio cerraba puertas en 1992, y el espacio estuvo sin actividad hasta que en 1995 el empresario Gabriel Carral abrió unos billares, que han venido funcionando desde entonces.
Carral reconoce a EFE que cuando vio el mural no sabía nada del trabajo de Haring, y que fue De Melero el que puso a su equipo en antecedentes, y el que les rogó que lo cuidaran.
"No se ha tocado desde 1989, lo he conservado lo mejor que he sabido sin tener mucha experiencia en las pinturas grafiteras. En aquella época se fumaba dentro de los clubes, y no sé si la nicotina ha ayudado a conservarlo mejor o peor", bromea Carral, que convirtió el trabajo de Haring en el logotipo de su negocio.
El responsable de los billares, que tendrá que dejar el local en septiembre próximo, tenía intención de llevárselo consigo porque, según afirmaba, había acordado en su contrato con los primeros propietarios que podría quedarse con los elementos decorativos.
Carral incluso llegó a hablar con una galería para que tasaran el mural -que fijó su precio sobre los 120.000 euros- y determinar cuál sería la mejor forma de poder extraerlo sin dañarlo.
Sin embargo, los nuevos dueños, que compraron la finca con la idea inicial de construir un geriátrico -aunque la pandemia provocó un parón del proyecto-, manifestaron que el mural es de su propiedad al encontrarse en un elemento estructural, y así se lo comunicaron a Carral, tras llegar a un acuerdo.
Rafael Benages, gerente de la empresa propietaria, indica a Efe que tuvieron conocimiento de la importancia del mural por la comunicación de la Generalitat, que les instaba a protegerlo.
"La pandemia ha cambiado mucho las cosas y tendremos que redefinir todo el proyecto", señala Benages acerca del futuro del edificio, aunque insiste en que la pintura de Haring estará a salvo.
"Este mural está allí y no lo tocará nadie, lo vamos a proteger, seguro", afirma el propietario, que ahora deberá establecer con la Generalitat los mecanismos de conservación, a ser posible que permitan al público seguir disfrutando de la obra.
El ayuntamiento, tras verificar su autoría, hizo incluir una garantía de protección del mural en el plan especial urbanístico a los nuevos dueños y solicitó a la Generalitat su declaración como Bien de Interés Cultural, informan fuentes municipales.
Para el director del Macba, Ferran Barenblit, resulta interesante que Barcelona cuente con dos piezas de Haring, el mural contra el sida y el del antiguo Ars.
"Son piezas hermanas, y es muy significativo que hiciera estas dos piezas y que cada una desde su lugar saludan a públicos diferentes. Las administraciones han protegido la pieza, eso es una grandísima noticia. Han actuado como se esperaba en una situación como esta y ahora nos queda que se pueda seguir disfrutando de una pieza tan bonita durante mucho tiempo", se mostró esperanzado.
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