/ miércoles 14 de septiembre de 2022

Por el rescate de Xochimilco y del campo mexicano

Arca Tierra es un proyecto sustentable de restauración de la zona chinampera de Xochimilco, en donde se trabaja mediante una cultura regenerativa y de comercio justo a través de la producción sustentable de alimentos

En el siglo X la tribu de los Xochimilcas fue la primera en llegar al Valle del Anáhuac y se ubicaron en lo que ahora es el pueblo de Santa Cruz Acalpixca para posteriormente iniciar con la construcción de chinampas, como las conocemos hoy en día. Actualmente Xochimilco es Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, Área Natural Protegida, sitio Ramsar Humedal de importancia mundial y sitio SIPAM (Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial) por la FAO.

Debido a la importancia de Xochimilco, tanto por su ubicación como por todo lo que tiene que ofrecer, hace 13 años nació Arca Tierra, de la mano de Lucio Usobiaga, filósofo mexicano que se propuso crear este proyecto que hoy en día es un lugar de encuentro para agricultores, campesinos, restaurantes y personas que viven en la ciudad, interesadas en una alimentación saludable y en apoyar al campo.

“El proyecto nace desde 2009 y el propósito es ayudar a la restauración de la zona chinampera, mediante una cultura regenerativa y de comercio justo a través de la producción sustentable de alimentos”, explica Lucio Usobiaga, fundador y director de Arca Tierra.

Te puede interesar: Vivimos felices… nomás no tenemos agua: pobladores de Xochimilco

Actualmente, este proyecto tiene presencia en Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo y Puebla, lugares en los que ha generado un impacto social y ambiental al lograr la conversión de 24.5 hectáreas en áreas productivas enfocadas en la agricultura regenerativa.

Esto hecho bajo tres pilares operativos del proyecto como la venta de alimentos artesanales y productos orgánicos; la venta de vegetales a tiendas y restaurantes en la Ciudad de México e Hidalgo, y la creación de experiencias turísticas y gastronómicas en la Chinampa del Sol, ubicada en Xochimilco.


¿Por qué iniciar en una chinampa?

Lucio cuenta que el descubrir Xochimilco más allá de las conocidas trajineras fue lo que le hizo dedicarse a esto por completo y elegir este lugar como inicio.

Arca Tierra opera cinco chinampas en Xochimilco de las cuales tres son rentadas y dos son propias, cuatro de ellas son totalmente productivas en temas de agricultura.

Respecto a algunos datos sobre las chinampas, en Xochimilco existen alrededor de 2 mil 215.5 hectáreas de zona chinampera y 402.6 km de red canalera. De estas hectáreas 369.7 están urbanizadas, mientras que mil 99 son chinampas abandonadas, que podrían en un futuro ser víctimas de urbanización, y por último existen 422.2 hectáreas de chinampas activas.

Es por esto que se considera necesaria la recuperación de chinampas abandonadas para lograr conservar la cultura chinampera, incluyendo las tradiciones de siembra, festividades, patrimonio biocultural y cocina tradicional.


Los pocos y grandes apoyos

A pesar de que el programa Sembrando Vida, que fue presentado por el Gobierno Federal en 2018, ha ofrecido ayuda en las alcaldías de Xochimilco y Tláhuac para contribuir al rescate de las chinampas todavía no se han visto resultados claros en esta zona.

El fundador de Arca Tierra comenta: “No tenemos intención de participar en un programa de apoyo gubernamental, desde hace tiempo no lo hacemos y el motivo es porque es desgastante y el costo-beneficio es bajo”.

Mariana Sandoval, agricultora ubicada en los límites de Valle de Bravo, Estado de México, también comenta que desde hace tres años en los que ella se ha dedicado al campo tampoco ha recibido apoyos del gobierno.

“Tengo entendido que en los invernaderos en los que yo trabajo sí hubo apoyos de gobiernos pasados para poder montarlos, pero desde que yo estoy aquí no hemos recibido ningún apoyo, a veces nos han ofrecido fertilizantes químicos pero nosotros no podemos usarlos en la agricultura sustentable, entonces todo sale de nuestra bolsa”, explica.

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A pesar de esta situación, tanto Arca Tierra como algunos de los agricultores han encontrado un gran apoyo en organizaciones civiles como el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, con quienes se han hecho proyectos de coinversión tanto monetario como de intercambio de conocimientos e inclusive han recibido apoyo de universidades, como de la Universidad de Chapingo, quienes han impartido diversos cursos referentes a temas de agricultura, agroecología, tipos de suelo y herramientas a los campesinos que trabajan con Arca Tierra.

Agricultores, las piezas clave del proyecto

Francisco Contreras, quien pertenece a la cuarta generación de una familia dedicada completamente al campo en la zona de Tlalpan, menciona que trabajar en el campo implica dedicar los 365 días del año, pero que esto le ha traído beneficios económicos, emocionales y físicos.

Tras rechazar desde joven esta labor y preferir dedicarse a ser obrero, Francisco decide darle una segunda oportunidad al campo.

“Yo comienzo a trabajar con maíz nativo, maíces de colores y empiezo a encontrarle el sentido y fui conociendo acerca de los antioxidantes, los pigmentos, los carbohidratos, los azúcares y fibras. Actualmente trabajamos con maíz que está adaptado a 2 mil 800 metros sobre el nivel del mar que son aptos para esta zona de la ciudad”, menciona.

Además de conocer más sobre el maíz, Francisco decide dejar de trabajar con pesticidas y agroquímicos o maíces modificados genéticamente o híbridos y opta por maíz criollo, del cual puede continuar sacando semillas sin tener que comprar a empresas que venden y fabrican el maíz híbrido.

Si bien para Francisco trabajar en el campo le ha cambiado la vida, menciona estar muy preocupado por el futuro de la agricultura mexicana:

“El campo está en riesgo, pues la mano de obra ya es escasa, la edad de los agricultores ronda entre los 40 a 70 años, ahora los jóvenes no tienen interés en el campo o si es que lo tienen deciden estudiar agronomía y se van a trabajar a las empresas”, advierte Francisco.


Mariana Sandoval, economista de profesión, decidió dejar la ciudad de México e irse con su pareja hace tres años a Amanalco, Estado de México, a trabajar en los invernaderos de jitomate de sus suegros.

“Hemos tenido altibajos porque es difícil depender de lo que producimos, pero al final hemos avanzado bastante en este tiempo, actualmente ya no producimos únicamente jitomate saladet, pues aprendimos a sembrar otras variedades de jitomate y otras cosas, pues en términos de agricultura orgánica necesitas ampliar tu gama de alimentos, pues así cuidas la tierra y no la desgastas con un solo cultivo”, detalla Mariana.

Al día de hoy, Arca Tierra colabora con 35 familias campesinas a las que les compra sus productos a precios justos.


Restaurantes y tiendas, los grandes aliados

Daniela Moreno, directora adjunta de Maizajo, molino y tortillería que busca rescatar los maíces nativos mexicanos, forma parte de la red de 46 tiendas y restaurantes a quienes Arca Tierra distribuye sus productos de manera semanal.

“Un proyecto como este es importante ya que están intentando hacer que la gente haga conciencia sobre lo que consume, y si bien lo están haciendo poco a poco yo destacaría que respetan todo el proceso desde la agricultura hasta que llega a una de las mesas”, comenta Daniela, quien ha colaborado con Arca Tierra por 5 años, tanto para Maizajo, en donde se surte del maíz criollo provisto por este proyecto, como para banquetes personalizados, en donde sus menús los basa y crea dependiendo la temporalidad de frutas y verduras.

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Consumidores, grandes apoyos con pequeños cambios

Suscriptora semanal de las canastas de Arca Tierra por más de seis años, Claudia dice estar agradecida con proyectos que apoyen al comercio local, más allá de un tema de agricultura orgánica y sustentable.

“Yo estaba interesada en adquirir productos que fueran locales, que incluso vinieran de grandes ciudades, pues no le doy importancia a un producto que tenga un sello que diga orgánico (...) Me gusta este proyecto porque me encanta cocinar y a veces me envían cosas que yo no compraría como algunos vegetales y porque la verdura no se ve como a la que estamos acostumbrados”, explica Claudia.

Arca Tierra envía a 250 familias en la Ciudad de México de manera semanal canastas con frutas y verduras cosechadas en los lugares en los que tiene presencia.


¿Cómo sumarnos?

“Lo principal es querer cambiar los hábitos alimenticios, comer bien, pues comiendo bien se puede apoyar a agricultores y a los entornos naturales y culturales de gran valor, entonces esto se vuelve un ganar ganar, porque comiendo bien y rico cuido mi salud y cuido la salud del planeta”, menciona Lucio Usobiaga.

Arca Tierra ofrece el servicio de envío de canastas de manera semanal a cualquier parte de la Ciudad de México, mediante una suscripción que equivale a la elección de una o varias canastas de diversos tamaños y precios, dependiendo el número de integrantes de una familia y que contienen varios productos, desde tortillas y huevo, hasta vegetales y frutas.

Otra manera de apoyar es vivir de cerca la experiencia de poder conocer las chinampas, experimentar el proceso de la agricultura sostenible e incluso poder disfrutar de platillos hechos con productos sacados de la misma tierra en donde participan restaurantes y chefs que han desarrollado proyectos culinarios, que toman en cuenta la experiencia del campo y priorizan la conservación de los ingredientes endémicos.

Más información en su página web: https://www.arcatierra.com o en Instagram y Facebook.

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En el siglo X la tribu de los Xochimilcas fue la primera en llegar al Valle del Anáhuac y se ubicaron en lo que ahora es el pueblo de Santa Cruz Acalpixca para posteriormente iniciar con la construcción de chinampas, como las conocemos hoy en día. Actualmente Xochimilco es Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, Área Natural Protegida, sitio Ramsar Humedal de importancia mundial y sitio SIPAM (Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial) por la FAO.

Debido a la importancia de Xochimilco, tanto por su ubicación como por todo lo que tiene que ofrecer, hace 13 años nació Arca Tierra, de la mano de Lucio Usobiaga, filósofo mexicano que se propuso crear este proyecto que hoy en día es un lugar de encuentro para agricultores, campesinos, restaurantes y personas que viven en la ciudad, interesadas en una alimentación saludable y en apoyar al campo.

“El proyecto nace desde 2009 y el propósito es ayudar a la restauración de la zona chinampera, mediante una cultura regenerativa y de comercio justo a través de la producción sustentable de alimentos”, explica Lucio Usobiaga, fundador y director de Arca Tierra.

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Actualmente, este proyecto tiene presencia en Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo y Puebla, lugares en los que ha generado un impacto social y ambiental al lograr la conversión de 24.5 hectáreas en áreas productivas enfocadas en la agricultura regenerativa.

Esto hecho bajo tres pilares operativos del proyecto como la venta de alimentos artesanales y productos orgánicos; la venta de vegetales a tiendas y restaurantes en la Ciudad de México e Hidalgo, y la creación de experiencias turísticas y gastronómicas en la Chinampa del Sol, ubicada en Xochimilco.


¿Por qué iniciar en una chinampa?

Lucio cuenta que el descubrir Xochimilco más allá de las conocidas trajineras fue lo que le hizo dedicarse a esto por completo y elegir este lugar como inicio.

Arca Tierra opera cinco chinampas en Xochimilco de las cuales tres son rentadas y dos son propias, cuatro de ellas son totalmente productivas en temas de agricultura.

Respecto a algunos datos sobre las chinampas, en Xochimilco existen alrededor de 2 mil 215.5 hectáreas de zona chinampera y 402.6 km de red canalera. De estas hectáreas 369.7 están urbanizadas, mientras que mil 99 son chinampas abandonadas, que podrían en un futuro ser víctimas de urbanización, y por último existen 422.2 hectáreas de chinampas activas.

Es por esto que se considera necesaria la recuperación de chinampas abandonadas para lograr conservar la cultura chinampera, incluyendo las tradiciones de siembra, festividades, patrimonio biocultural y cocina tradicional.


Los pocos y grandes apoyos

A pesar de que el programa Sembrando Vida, que fue presentado por el Gobierno Federal en 2018, ha ofrecido ayuda en las alcaldías de Xochimilco y Tláhuac para contribuir al rescate de las chinampas todavía no se han visto resultados claros en esta zona.

El fundador de Arca Tierra comenta: “No tenemos intención de participar en un programa de apoyo gubernamental, desde hace tiempo no lo hacemos y el motivo es porque es desgastante y el costo-beneficio es bajo”.

Mariana Sandoval, agricultora ubicada en los límites de Valle de Bravo, Estado de México, también comenta que desde hace tres años en los que ella se ha dedicado al campo tampoco ha recibido apoyos del gobierno.

“Tengo entendido que en los invernaderos en los que yo trabajo sí hubo apoyos de gobiernos pasados para poder montarlos, pero desde que yo estoy aquí no hemos recibido ningún apoyo, a veces nos han ofrecido fertilizantes químicos pero nosotros no podemos usarlos en la agricultura sustentable, entonces todo sale de nuestra bolsa”, explica.

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A pesar de esta situación, tanto Arca Tierra como algunos de los agricultores han encontrado un gran apoyo en organizaciones civiles como el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, con quienes se han hecho proyectos de coinversión tanto monetario como de intercambio de conocimientos e inclusive han recibido apoyo de universidades, como de la Universidad de Chapingo, quienes han impartido diversos cursos referentes a temas de agricultura, agroecología, tipos de suelo y herramientas a los campesinos que trabajan con Arca Tierra.

Agricultores, las piezas clave del proyecto

Francisco Contreras, quien pertenece a la cuarta generación de una familia dedicada completamente al campo en la zona de Tlalpan, menciona que trabajar en el campo implica dedicar los 365 días del año, pero que esto le ha traído beneficios económicos, emocionales y físicos.

Tras rechazar desde joven esta labor y preferir dedicarse a ser obrero, Francisco decide darle una segunda oportunidad al campo.

“Yo comienzo a trabajar con maíz nativo, maíces de colores y empiezo a encontrarle el sentido y fui conociendo acerca de los antioxidantes, los pigmentos, los carbohidratos, los azúcares y fibras. Actualmente trabajamos con maíz que está adaptado a 2 mil 800 metros sobre el nivel del mar que son aptos para esta zona de la ciudad”, menciona.

Además de conocer más sobre el maíz, Francisco decide dejar de trabajar con pesticidas y agroquímicos o maíces modificados genéticamente o híbridos y opta por maíz criollo, del cual puede continuar sacando semillas sin tener que comprar a empresas que venden y fabrican el maíz híbrido.

Si bien para Francisco trabajar en el campo le ha cambiado la vida, menciona estar muy preocupado por el futuro de la agricultura mexicana:

“El campo está en riesgo, pues la mano de obra ya es escasa, la edad de los agricultores ronda entre los 40 a 70 años, ahora los jóvenes no tienen interés en el campo o si es que lo tienen deciden estudiar agronomía y se van a trabajar a las empresas”, advierte Francisco.


Mariana Sandoval, economista de profesión, decidió dejar la ciudad de México e irse con su pareja hace tres años a Amanalco, Estado de México, a trabajar en los invernaderos de jitomate de sus suegros.

“Hemos tenido altibajos porque es difícil depender de lo que producimos, pero al final hemos avanzado bastante en este tiempo, actualmente ya no producimos únicamente jitomate saladet, pues aprendimos a sembrar otras variedades de jitomate y otras cosas, pues en términos de agricultura orgánica necesitas ampliar tu gama de alimentos, pues así cuidas la tierra y no la desgastas con un solo cultivo”, detalla Mariana.

Al día de hoy, Arca Tierra colabora con 35 familias campesinas a las que les compra sus productos a precios justos.


Restaurantes y tiendas, los grandes aliados

Daniela Moreno, directora adjunta de Maizajo, molino y tortillería que busca rescatar los maíces nativos mexicanos, forma parte de la red de 46 tiendas y restaurantes a quienes Arca Tierra distribuye sus productos de manera semanal.

“Un proyecto como este es importante ya que están intentando hacer que la gente haga conciencia sobre lo que consume, y si bien lo están haciendo poco a poco yo destacaría que respetan todo el proceso desde la agricultura hasta que llega a una de las mesas”, comenta Daniela, quien ha colaborado con Arca Tierra por 5 años, tanto para Maizajo, en donde se surte del maíz criollo provisto por este proyecto, como para banquetes personalizados, en donde sus menús los basa y crea dependiendo la temporalidad de frutas y verduras.

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Suscriptora semanal de las canastas de Arca Tierra por más de seis años, Claudia dice estar agradecida con proyectos que apoyen al comercio local, más allá de un tema de agricultura orgánica y sustentable.

“Yo estaba interesada en adquirir productos que fueran locales, que incluso vinieran de grandes ciudades, pues no le doy importancia a un producto que tenga un sello que diga orgánico (...) Me gusta este proyecto porque me encanta cocinar y a veces me envían cosas que yo no compraría como algunos vegetales y porque la verdura no se ve como a la que estamos acostumbrados”, explica Claudia.

Arca Tierra envía a 250 familias en la Ciudad de México de manera semanal canastas con frutas y verduras cosechadas en los lugares en los que tiene presencia.


¿Cómo sumarnos?

“Lo principal es querer cambiar los hábitos alimenticios, comer bien, pues comiendo bien se puede apoyar a agricultores y a los entornos naturales y culturales de gran valor, entonces esto se vuelve un ganar ganar, porque comiendo bien y rico cuido mi salud y cuido la salud del planeta”, menciona Lucio Usobiaga.

Arca Tierra ofrece el servicio de envío de canastas de manera semanal a cualquier parte de la Ciudad de México, mediante una suscripción que equivale a la elección de una o varias canastas de diversos tamaños y precios, dependiendo el número de integrantes de una familia y que contienen varios productos, desde tortillas y huevo, hasta vegetales y frutas.

Otra manera de apoyar es vivir de cerca la experiencia de poder conocer las chinampas, experimentar el proceso de la agricultura sostenible e incluso poder disfrutar de platillos hechos con productos sacados de la misma tierra en donde participan restaurantes y chefs que han desarrollado proyectos culinarios, que toman en cuenta la experiencia del campo y priorizan la conservación de los ingredientes endémicos.

Más información en su página web: https://www.arcatierra.com o en Instagram y Facebook.

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