Tampa (Florida) se convertirá el domingo en la primera ciudad en hospedar un Super Bowl en el que compite su propio equipo, los Buccaneers, entre grandes restricciones para evitar que el mayor evento deportivo de Estados Unidos cause un repunte del coronavirus.
Aunque Tom Brady y los 'Bucs' disponen de la inédita ventaja de enfrentar a los Kansas City Chiefs como locales, las gradas del Raymond James Stadium solo podrán tener una ocupación por debajo de la mitad, con unos 25.000 aficionados de los 65.000 que puede albergar, lo que será un récord de baja asistencia al evento.
Unas 7.500 de esas entradas fueron reservadas para trabajadores sanitarios ya vacunados como gesto de agradecimiento por su labor en la batalla contra el coronavirus, que ha tenido en Florida uno de los principales escenarios en el país.
Otros 14.500 boletos se destinarán a aficionados a quienes no se requerirá la vacunación o una prueba negativa de covid-19 pero sí se les entregará un kit con equipo de protección, que incluye una mascarilla KN95 y gel de mano antibacterial.
REFUERZAN MEDIDAS PARA COMBATIR EL COVID-19
Las autoridades de Tampa, donde se han detectado casos de la variante británica, han reforzado las medidas de prevención para que el Super Bowl y los miles de aficionados que atrae no afecten a esta tendencia.
Los esfuerzos de la ciudad y la pérdida de ingresos para su economía respecto a un Super Bowl normal llevaron al comisionado de la NFL, Roger Goodell, a avanzar que se consideraría a Tampa de nuevo como sede a partir de la próxima edición vacante, en 2024.
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