Formador de medallistas olímpicos, mundiales, panamericanos y centroamericanos, Jorge Rueda, falleció este domingo a los 76 años.
El deporte mexicano está de luto. Uno de los grandes maestros que dio muchas alegrías a nuestro país perdió la vida
Jorge Rueda solía observar con tranquilidad a sus clavadistas. Aunque en la película de su vida destacan en particular las medallas olímpicas que alumnos destacados como Carlos Girón, Jesús Mena y Fernando Platas cosecharon bajo su enseñanza, el legado del entrenador va mucho más allá del agua.
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Nacido en Uruapan, Michoacán, Rueda creció dentro de una familia numerosa. Desde muy pequeño, guiado por el ejemplo de sus padres, el deporte y la enseñanza caminaron por una misma senda, entonces dedicaba las tardes a entrenar a sus hermanos y a llevarlos al beisbol y la natación. Años más tarde, sin embargo, encontraría en los clavados el deporte idóneo para desarrollar sus técnicas como maestro.
Dueño de una capacidad destacada para exponer sus ideas, Rueda pronto contó con el reconocimiento internacional. El primer gran resultado se dio de la mano de Carlos Girón, en aquella medalla de plata, que bien pudo ser de oro, en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. La presea le dio un prestigio que no hizo más que crecer en los años que siguieron, al llevar al podio olímpico a otros talentos como Jesús Mena, bronce en Seúl 1988, y Fernando Platas, segundo lugar en Sydney 2000, en un recorrido a través de tres décadas que refleja su vigencia.
En el camino también dirigió a figuras como Marijose Alcalá, Yahel Castillo, Paola Espinosa, Rommel Pacheco, Adriana Jiménez y Laura Sánchez.
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Carismático, bromista, dicharachero, con un imán para caerle bien a las personas, así lo describen quienes trabajaron con él durante tardes enteras en las fosas de clavados.
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“Entrenábamos con chascarrillos, entre bromas, de forma muy alegre, parecía que estabas en una comedia. No quiero decir que no se trabajara o se buscara la calidad, al contrario, sus resultados lo demuestran: un pilar en las medallas olímpicas de clavados en México”, cuenta el también entrenador Iván Bautista, quien llegó a los clavados gracias a un programa de servició social impulsado por Jorge Rueda para los estudiantes de la Escuela Superior de Educación Física, durante su época en la Clínica 23 del IMSS, en la década de los noventas.
Ahí conoció de cerca al profe y marcó el inicio de una amistad que se extendió a lo largo de los años, cuando compartieron equipo en el Comité Olímpico Mexicano y posteriormente en las albercas de Guadalajara.
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