El tiempo parece que nunca pasó. Los 14 años que alejaron a Javier Aguirre de la Selección Mexicana se esfumaron cuando sonó el silbatazo inicial. México y el Vasco fueron de la mano, aprovecharon un tenue rival y firmaron un reencuentro perfecto, 3-0 final.
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La vida llevó al entrenador a varios lugares, pero eso nunca le sacó el sentimiento por el Tricolor del corazón. El técnico soñó con su vuelta y la concretó con los pocos mexicanos que siguieron con la velita prendida con ver a su representación en Los Ángeles.
La grada se vio castigada, aunque eso no mermó el deseo de competir de Aguirre. Su peculiar estilo en Mallorca quedó a un costado. Con un 4-3-3, confió en el Tala Rangel; Isra Reyes, Cachorro Montes, Johan Vásquez, Jesús Gallardo; Luis Romo, Luis Chávez, Orbelín Pineda; Piojo Alvarado, Julián Quiñones y Santi Giménez.
México no le falló a su técnico. Pocos minutos pasaron para que Orbelín se hiciera presente en el marcador. Romo, Alvarado y hasta la finta del Bebote sirvieron para que el Maguito levantara a los presentes con un disparo que besó la red.
La mano de Rafa Márquez también se notó. La mezcla entre el Vasco y el Káiser zamorano sirvió para dominar un choque en el que sólo un remate de cabeza de Smith desestabilizó al Tala Rangel, con una noche tranquila a diferencia de su debut con la playera de todos.
Los postes evitaron el segundo y hasta el tercero. El Tricolor se fortaleció de la ilusión de nueva cuenta. Los aficionados aplaudieron la llegada al descanso luego de un claro dominio nacional.
En el complemento, la lesión de Quiñones le abrió la puerta al Chino Huerta. El Puma aprovechó sus minutos en el campo. Orbelín y Romo volvieron a conjugarse. Luis cedió para que el jugador de moda en el Pedregal hiciera el segundo con pocos segundos en el campo. De nueva cuenta, entre Orbe y el contención cementero hicieron el tercero con suerte. Luis le pegó desde lejos, la defensa desvió y terminó por sacudir la portería del arquero neozelandés.
Tras la diana de Romo, por ahí del minuto 57, el partido se terminó. Los cambios le bajaron más el ritmo a un guion exacto, que tuvo como protagonista a Aguirre, quien, pese a la ventaja, agitó varios insultos desde su mandíbula.
No hubo más en el Rose Bowl, México ganó, gustó y goleó en un reencuentro perfecto que podría quedar manchado el próximo martes, cuando el Tricolor se enfrente al cuarto mejor equipo del continente, la Canadá de Jesse Marsch.
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