A pocos días de que el Super Bowl LVIII se lleve a cabo desde Las Vegas, Nevada, miles de personas van llegando a la "Ciudad del Pecado" para disfrutar lo que pinta para ser una de las mejores definiciones que la NFL ha visto en años recientes, por lo que grandes figuras históricas tanto de los Chiefs como de los 49ers, ya están mostrando su apoyo al equipo de sus amores. Precisamente uno de ellos es Joe Montana, quienes millones de aficionados y expertos consideran el mejor quarterback de la historia.
Con 16 temporadas en la NFL y ganador de cuatro anillos de Super Bowl, la carrera de Montana es una de las más envidiables, pues más allá de los grandes números que sumó, dejó momentos históricos que siempre permanecerán en la memoria de los seguidores de la liga, pero así como protagonizó grandes jugadas, también fue estrella de momentos bastantes curiosos.
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Uno de los momentos más épicos que demostró como Joe fue el GOAT de su generación, se dio cuando en un duelo durante sus primeros años en la NFL, le dio curiosidad ver a donde guiaba el teléfono que ambas bancas de los estadios de la liga poseen.
Creyendo que simplemente era para uso directo entre coordinadores que veían el duelo en las alturas y los entrenadores que están a nivel de campo, Montana un día pensó en marcar el clásico 9 para ver si la línea le daba al redial, que para sorpresa del histórico jugador, pasó.
En palabras del mismo quarterback, esto fue lo que sucedió:
"Un día después de hablar con el coordinador ofensivo, colgué el teléfono y pensé '¿a dónde más podré marcar?', por lo que decidí apretar el 9 y de inmediato me dio línea. De inmediato marqué a mi casa y mi esposa sorprendida me respondió preguntando, ¿qué estás haciendo, no deberías estar jugando?".
Hablar con su esposa durante los juegos se volvió una costumbre
Entre risas Montana sólo le dijo a su esposa "te marco para decirte que te amo" y fue a partir de ese momento que Joe decidió usar dicha línea teléfonica durante cada partido de su carrera para hablar con su esposa y tratar de relajarse de la presión que vivía dentro del emparrillado.
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