La poca gente presente en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México llenó de gritos y vítores el inmueble. Las felicitaciones estuvieron a la orden del día, al pueblo mexicano poco le ha importado la derrota contra Brasil, pues recibió a sus niños como unos auténticos héroes.
La sonrisa apenas se pintó en los elementos nacionales, mostraron satisfacción de la bienvenida, pero la herida todavía está abierta y tardará un poco más en sanar.
A su arribo a la capital mexicana, los elementos nacionales no hablaron, tal como suelen hacerlo todos los seleccionados. Es entendible que, aunque tuvieran permiso, la situación los haga guardar silencio.
Algunos elementos fueron recibidos por sus familiares. Los abrazos y besos no faltaron para consentirlos, ellos, por supuesto, se dejaron querer. “Felicidades, eres mi campeón”, decían con mucho amor.
En la mano de Eugenio Pizzuto regresó un trofeo alternativo para un muchacho de 17 años: el Play Station, ese que viajó en los brazos de Efraín Álvarez y que fue su compañero de aventuras durante toda la travesía brasileña.
El Tricolor fue evacuado del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, por una puerta cercana a la de las llegadas internacionales.
El equipo que hizo vibrar a todo el país, viajó vía terrestre a Toluca, capital del Estado de México, donde recibirá un homenaje durante el partido de la Liga de Naciones, contra Bermudas.