/ sábado 31 de diciembre de 2022

Benedicto XVI defendió el futbol desde su catolicismo: Es como volver al paraíso

Benedicto XVI era aficionado del Bayern Múnich y defendió a toda costa el balompié, deporte de sus amores

Joseph Ratzinger, papa emérito, falleció este día a los 95 años de edad. En vida, fue conocido como un ferviente seguidor del Bayern Munich y del futbol en general. Para él, el deporte más popular del mundo era como una vuelta al paraíso.

El club bávaro le dio la distinción de ser un socio de honor. Si bien, vivía en Roma, siempre estaba al pendiente de lo que sucedía con el Bayern. Cuentan que no se perdía los partidos, pese a su cargada agenda eclesiástica. Como todo buen alemán, parte de su disciplina era saber lo que sucedía con el equipo de sus amores. Para Ratzinger o Benedicto XVI, el balón tenía que ver con Dios.

Te puede interesar: Benedicto XVI, el papa que le iba al Bayern Múnich y disfrutaba del futbol con Francisco

Y así lo dejó escrito desde que era cardenal. En un artículo difundido por Catholic.net, Ratzinger hizo una defensa tremenda al balompié.

“Cuando se hojea la prensa y se escucha la radio, se comprueba enseguida que hay un tema dominante: el futbol y la liga de fútbol. Este deporte se ha convertido en un acontecimiento universal que une a los hombres de todo el mundo por encima de las fronteras nacionales, con un mismo sentir, con idénticas ilusiones, temores, pasiones y alegrías. Todo esto nos revela que nos encontramos frente a un fenómeno genuinamente humano”, describió.

Durante años, se ha cuestionado sobre si el balompié es parte del circo que sirve como distractor. ¿Qué pensaba Ratzinger de esto?

“Pero, incluso si aceptáramos esta respuesta (que es pan y circo, como rezaba la frase de la Antigua Roma) tendríamos que preguntarnos: ¿y a qué se debe semejante fascinación, que lleva poner el juego junto al pan, y a darle la misma importancia?”, apuntó.

“Volviendo de nuevo en la antigua Roma, podríamos contestar a esta pregunta diciendo que aquel grito que pedía “pan y juego” era la expresión del deseo de una vida paradisiaca. En este sentido, el juego es se presenta como una especie de regreso al hogar primero, al paraíso; como una escapatoria de la existencia cotidiana, con su dureza esclavizante”, enlistó como parte de las virtudes balompédicas.

Ratzinger explicaba que el futbol “consiste, esencialmente, en que sabe unir de forma convincente estos dos sentidos: ayuda al hombre a autodisciplinarse y le enseña a colaborar con los demás dentro de un equipo, mostrándole como puede enfrentarse con los otros de una forma noble”

Sin embargo, advertía sobre un peligro latente como en auge: “la seriedad sombría del dinero, unida a los intereses mercantiles, pueden echar todo esto a perder”.

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Ratzinger no quería que se perdiera la esencia del futbol, un deporte que amó hasta hacerle una hermosa defensa desde su catolicismo.

Joseph Ratzinger, papa emérito, falleció este día a los 95 años de edad. En vida, fue conocido como un ferviente seguidor del Bayern Munich y del futbol en general. Para él, el deporte más popular del mundo era como una vuelta al paraíso.

El club bávaro le dio la distinción de ser un socio de honor. Si bien, vivía en Roma, siempre estaba al pendiente de lo que sucedía con el Bayern. Cuentan que no se perdía los partidos, pese a su cargada agenda eclesiástica. Como todo buen alemán, parte de su disciplina era saber lo que sucedía con el equipo de sus amores. Para Ratzinger o Benedicto XVI, el balón tenía que ver con Dios.

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Y así lo dejó escrito desde que era cardenal. En un artículo difundido por Catholic.net, Ratzinger hizo una defensa tremenda al balompié.

“Cuando se hojea la prensa y se escucha la radio, se comprueba enseguida que hay un tema dominante: el futbol y la liga de fútbol. Este deporte se ha convertido en un acontecimiento universal que une a los hombres de todo el mundo por encima de las fronteras nacionales, con un mismo sentir, con idénticas ilusiones, temores, pasiones y alegrías. Todo esto nos revela que nos encontramos frente a un fenómeno genuinamente humano”, describió.

Durante años, se ha cuestionado sobre si el balompié es parte del circo que sirve como distractor. ¿Qué pensaba Ratzinger de esto?

“Pero, incluso si aceptáramos esta respuesta (que es pan y circo, como rezaba la frase de la Antigua Roma) tendríamos que preguntarnos: ¿y a qué se debe semejante fascinación, que lleva poner el juego junto al pan, y a darle la misma importancia?”, apuntó.

“Volviendo de nuevo en la antigua Roma, podríamos contestar a esta pregunta diciendo que aquel grito que pedía “pan y juego” era la expresión del deseo de una vida paradisiaca. En este sentido, el juego es se presenta como una especie de regreso al hogar primero, al paraíso; como una escapatoria de la existencia cotidiana, con su dureza esclavizante”, enlistó como parte de las virtudes balompédicas.

Ratzinger explicaba que el futbol “consiste, esencialmente, en que sabe unir de forma convincente estos dos sentidos: ayuda al hombre a autodisciplinarse y le enseña a colaborar con los demás dentro de un equipo, mostrándole como puede enfrentarse con los otros de una forma noble”

Sin embargo, advertía sobre un peligro latente como en auge: “la seriedad sombría del dinero, unida a los intereses mercantiles, pueden echar todo esto a perder”.

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