Pachuca.- La copa de la Liga MX regresó a la Cuna del futbol mexicano. Tuvieron que pasar seis años, la espera fue larga, pero finalmente la séptima estrella se hizo realidad para Pachuca con un total de ocho goles hidalguenses. Ningún club había logrado una masacre tan infernal, hasta ahora.
La tercera ha sido la vencida para Guillermo Almada. El director técnico ha convertido a los Tuzos en el equipo más ganador de los torneos cortos y la Selección Mexicana ya lo espera. 3-1 final, 8-2 global.
El mismísimo Diablo requería de un milagro. Pachuca sólo vivió un trámite en el Hidalgo.
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Toluca empezó con la urgencia, se vio muy rápido su necesidad de marcar un gol lo antes posible. Al menos demostró que quería meterse en la pelea, a pesar de los cuatro tantos de diferencia. Era todo o nada y lo sabían.
Los Tuzos contuvieron como pudieron, incluso pudieron romper cualquier ilusión mexiquense con un gol más, pero Nicolás Ibáñez erró. Erick Sánchez también lo intentó de lejos, pero Volpi reaccionó a tiempo. El sexto fue frustrado.
Como si los Tuzos necesitaran más festejos a su favor, se adueñaron del balón sin que los Diablos pudieran hacer algo. En ese momento apareció Raúl López y metió presión. El Dedos llegó a velocidad, se animó desde lejos y sacó un disparo que se coló en la red de Ustari. El festejo fue emotivo, dedicado a su madre quien falleció antes del juego de ida.
¡Había partido en la Bella Airosa! El impulso anímico llegó. Toluca buscó el segundo, pero nunca lo encontró. Los hidalguenses reaccionaron y tuvieron su recompensa con un penalti a su favor por una mano de Meneses. El VAR avaló la decisión y se escuchó “seis, seis” por todo el recinto. Ibáñez no concedió el deseo y falló desde los once pasos. Volpi fue el héroe, pero segundos después fue el villano cuando el Pocho lo venció.
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Todo estaba definido. Pachuca sólo jugó con la desesperación de los Diablos y la remontada se concretó. El campeón de goleo no podía faltar a la fiesta. Nico Ibáñez marcó su gol 31 en el año.
El octavo lo hizo Cabral y concretó la masacre. Pachuca levantó la séptima de forma endemoniada.
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