/ viernes 5 de febrero de 2021

Papalote Museo del Niño, en pie de lucha para evitar su cierre

Solo se ha recaudado 23 de los 50 mdp que necesita para evitar su cierre definitivo

De los 50 millones que necesita el Papalote Museo del Niño para sobrevivir ante la pandemia, ha recaudado menos de la mitad: 23 millones 603 mil pesos. Una cantidad que, en su mayoría, fue aportada por grandes empresas que desde siempre han sido aliadas del museo, como Bimbo o ADO.

En conferencia de prensa virtual, la directora del recinto, Dolores Beistegui, reiteró que el peligro de que el Papalote cierre sus puertas para siempre es muy real, luego de que el museo se viera obligado a cerrar sus puertas durante siete meses, de marzo a septiembre de 2020 y en todo lo que va de 2021, a causa de la crisis sanitaria de covid-19.

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“Reconocemos públicamente que no podemos seguir sosteniendo nuestro trabajo si no contamos con nuevos recursos”, aseguró la directiva.

Ante los cuestionamientos de si el Papalote Museo del Niño tiene entradas caras en comparación con otros museos de la Ciudad de México, Beistegui comentó que Papalote es una asociación civil que no depende del gobierno en ninguna de sus instancias y que el precio final del boleto no está subvencionado, como sí sucede en otros museos del país que están a cargo de la Secretaría de Cultura, el Instituto Nacional de Bellas Artes o el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

“De las 22 millones de personas que nos han visitado en todos estos años que llevamos operando, 15% han ingresado sin costo. Nunca le hemos negado la entrada a ningún grupo vulnerable. Nuestra manera de financiar apoyos a estos sectores es a través de los donativos y las aportaciones de empresas y fundaciones que son nuestros aliados”, afirmó Béistegui.

Para cumplir sus objetivos, el museo ha trabajado desde siempre muy de cerca con organismos como la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la extinta Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), explicó. Pero eso no quiere decir que reciba dinero de alguna institución pública, del orden federal ni de la Ciudad de México, precisó.

Para poder mantener el edificio ubicado en la segunda sección del Bosque de Chapultepec, los directivos del Papalote tomaron la decisión de recortar el 50% del salario de sus 110 trabajadores fijos. Antes de la pandemia, eran 159.

El resto del personal está conformado por los famosos “cuates”, los jóvenes de servicio social que guían y atienden a los visitantes desde que se fundó el museo hace casi 30 años. Mientras el museo permanezca cerrado, los “cuates” no tienen forma de seguir trabajando.

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La directora negó que los “cuates” recibieran pagos injustos o tratos indignos, tal como se ha denunciado en las redes sociales en las últimas semanas. “Hoy día los cuates’ tienen contrato y hay tantos jóvenes que quieren entrar a este programa que siempre debemos rechazar a muchos”, agregó.

Además de ser el primer museo del país dedicado exclusivamente a los niños, el Papalote realiza una contribución notable a la convivencia familiar y a la educación de las nuevas generaciones, consideró Beistegui. Por ello, dijo, es necesario emprender un “proyecto de corresponsabilidad” que exija “un esfuerzo solidario entre todos”. De lo contrario, mencionó, la supervivencia del museo será complicada.

De los 50 millones que necesita el Papalote Museo del Niño para sobrevivir ante la pandemia, ha recaudado menos de la mitad: 23 millones 603 mil pesos. Una cantidad que, en su mayoría, fue aportada por grandes empresas que desde siempre han sido aliadas del museo, como Bimbo o ADO.

En conferencia de prensa virtual, la directora del recinto, Dolores Beistegui, reiteró que el peligro de que el Papalote cierre sus puertas para siempre es muy real, luego de que el museo se viera obligado a cerrar sus puertas durante siete meses, de marzo a septiembre de 2020 y en todo lo que va de 2021, a causa de la crisis sanitaria de covid-19.

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“Reconocemos públicamente que no podemos seguir sosteniendo nuestro trabajo si no contamos con nuevos recursos”, aseguró la directiva.

Ante los cuestionamientos de si el Papalote Museo del Niño tiene entradas caras en comparación con otros museos de la Ciudad de México, Beistegui comentó que Papalote es una asociación civil que no depende del gobierno en ninguna de sus instancias y que el precio final del boleto no está subvencionado, como sí sucede en otros museos del país que están a cargo de la Secretaría de Cultura, el Instituto Nacional de Bellas Artes o el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

“De las 22 millones de personas que nos han visitado en todos estos años que llevamos operando, 15% han ingresado sin costo. Nunca le hemos negado la entrada a ningún grupo vulnerable. Nuestra manera de financiar apoyos a estos sectores es a través de los donativos y las aportaciones de empresas y fundaciones que son nuestros aliados”, afirmó Béistegui.

Para cumplir sus objetivos, el museo ha trabajado desde siempre muy de cerca con organismos como la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la extinta Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), explicó. Pero eso no quiere decir que reciba dinero de alguna institución pública, del orden federal ni de la Ciudad de México, precisó.

Para poder mantener el edificio ubicado en la segunda sección del Bosque de Chapultepec, los directivos del Papalote tomaron la decisión de recortar el 50% del salario de sus 110 trabajadores fijos. Antes de la pandemia, eran 159.

El resto del personal está conformado por los famosos “cuates”, los jóvenes de servicio social que guían y atienden a los visitantes desde que se fundó el museo hace casi 30 años. Mientras el museo permanezca cerrado, los “cuates” no tienen forma de seguir trabajando.

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La directora negó que los “cuates” recibieran pagos injustos o tratos indignos, tal como se ha denunciado en las redes sociales en las últimas semanas. “Hoy día los cuates’ tienen contrato y hay tantos jóvenes que quieren entrar a este programa que siempre debemos rechazar a muchos”, agregó.

Además de ser el primer museo del país dedicado exclusivamente a los niños, el Papalote realiza una contribución notable a la convivencia familiar y a la educación de las nuevas generaciones, consideró Beistegui. Por ello, dijo, es necesario emprender un “proyecto de corresponsabilidad” que exija “un esfuerzo solidario entre todos”. De lo contrario, mencionó, la supervivencia del museo será complicada.

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