Imagínese si pudiera alimentar su hervidor usando la energía generada por los esquejes de vegetales que se descomponen silenciosamente en el contenedor de abono de su cocina. Esa realidad podría no estar tan lejos con el crecimiento de la tecnología del biogás.
El biogás es una alternativa ecológica a los combustibles fósiles que no solo ayuda a reducir las emisiones tóxicas, sino que también proporciona energía limpia y barata. Está compuesto por una mezcla de metano, dióxido de carbono y un poco de sulfuro de hidrógeno y vapor de agua, todo lo cual es producido por microbios que viven en materia prima orgánica dentro de un recipiente digestor hermético.
La eficiencia del sistema depende del tamaño y la capacidad de aislamiento del digestor, así como de la cantidad de metano producido a partir de la "materia prima", que puede ser cualquier cosa, desde hojas de zanahoria y cáscaras de cebolla hasta residuos de jardinería.
El biogás es "verde" porque reduce la liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera por la descomposición de los desechos de alimentos. En cambio, estos gases se almacenan y utilizan para generar calor y electricidad, lo que hace que la energía producida a partir de los desechos sea más sostenible.
Sin embargo, aunque el biogás se ha promovido como una forma de ayudar a reducir las emisiones de carbono desde hace algunos años, y en realidad se ha utilizado para alimentar hogares desde el siglo X a.C. (para calentar el agua de los baños en el Medio Oriente), todavía sólo representó alrededor del 0,004% del consumo total de gas de la UE en 2019. Entonces, ¿por qué la absorción es tan baja y qué se puede hacer al respecto?
Los microdigestores (entre dos y diez metros cúbicos) pueden alimentar sistemas domésticos individuales hasta por 12 horas al día, mientras que los grandes digestores de 50 metros cúbicos se pueden conectar a la red de gas local para apoyar a las comunidades durante hasta 250 horas.
El diagrama a continuación muestra cómo funcionan estos sistemas: la tubería en la parte superior de la imagen normalmente conduciría a un tanque de gas comunitario o un electrodoméstico.
Cómo funciona
Un ejemplo de un innovador sistema de biogás a pequeña escala es el microdigestor Methanogen. Hay uno en funcionamiento en el jardín comunitario de Calthorpe, un centro comunitario urbano multifuncional en Islington, Londres. La unidad se encuentra en un cobertizo reutilizado junto a un huerto. La energía, generada a partir de los alimentos y los desechos del jardín de las casas circundantes, se suministra a la placa de cocina del centro a través de una tubería.
El digestor está a cargo de voluntarios de la comunidad, cuya misión es mejorar el bienestar físico y emocional de los residentes que viven en las áreas circundantes del centro animándolos a cultivar alimentos y pasar más tiempo en la naturaleza.
Una iniciativa aún más ambiciosa se está ejecutando en la isla sueca de Gotland, donde se ha creado una aldea ecológica, Suderbyn, utilizando materiales sin carbono. Se instaló un digestor administrado por la comunidad para generar calor utilizando alimentos y desechos agrícolas de la comunidad. Inspirados por el éxito de Suderbyn, se han lanzado sitios similares en el Reino Unido en Hockerton, cerca de Nottingham y en Grimsby.
¿y por qué no están surgiendo más digestores? Nuestra investigación se propuso comprender los desafíos responsables de la lenta adopción de esta tecnología.
Para comprender mejor las actitudes de las personas hacia el biogás, llevamos a cabo un estudio sobre la generación comunitaria de biogás en Europa. Nuestra investigación, realizada a través de entrevistas y talleres de consulta, encontró que una de las barreras para detener el uso de biogás era el prejuicio que surge de la poca comprensión pública de la tecnología y sus beneficios.
A las personas con las que hablamos les preocupaba que los digestores locales produjeran un olor desagradable o que su apariencia industrial arruinara el paisaje. De hecho, muchos digestores son bastante pequeños y solo producirían olores si el sistema fallara.
Otros obstáculos incluyen la falta de experiencia técnica en la construcción o mantenimiento de digestores, la falta de incentivos para atraer empresas locales y el alto costo del digestor, que, dependiendo de su tamaño, puede costar entre 12 mil y 158 mil euros.
El uso de biogás para generar energía renovable tiene el potencial de acelerar significativamente la descarbonización (reduciendo la producción de carbono de un país) al ayudar a que la cadena de suministro de energía sea más sostenible a largo plazo. Pero sin el apoyo del gobierno, el futuro del biogás sigue siendo incierto.