/ viernes 8 de noviembre de 2024

Gonzalo Lizardo explora los alcances y poderes de los mitos en su novela El rito del poder

El escritor zacatecano presenta “El rito del poder”, una novela sobre los nuevos mitos mexicanos

Desde sus primeros escritos el autor zacatecano Gonzalo Lizardo (1965) se ha interesado en explorar los alcances y poderes de los mitos, un tema que le apasionan porque considera que son relatos que “nos condicionan y nos manipulan porque nos indican de dónde venimos y a dónde vamos”.

En su más reciente novela, “El rito del poder” (MR ediciones, 2024) Lizardo se lanza tras la búsqueda de los nuevos mitos mexicanos, a través de una narración en la que combina el thriller político y el terror sobrenatural.

La trama cuenta la historia de “Moctezuma” y “Kristina”, dos periodistas que investigan los hechos sucedidos en torno al asesinato de un candidato presidencial en 1994. Una investigación de resultados tanto intrigantes como fantásticos, ya que ella es una periodista especializada en política, él publica en un semanario de lo insólito, por lo que es experto en fantasmas, ovnis, posesiones demoníacas y todo tipo de ritos posibles.

“Pienso que en México desde la Colonia existe una especie de esquizofrenia o bipolaridad ideológica y religiosa, porque tenemos un primer mestizaje entre los dioses mexicas y el cristianismo. Sin embargo, esto se complicó aún más con la llegada del Tratado de Libre Comercio (TLC) que también derivó en una globalización de la ideología, que explotó aún más las prácticas religiosas, como la magia negra, la santería y muchas otras”, explica Gonzalo Lizardo, en entrevista con El Sol de México.

“A partir de ahí no es fácil advertir un esquema mitológico en México. Creo que actualmente vivimos una época neopagana, con infinidad de variantes de religiones y creencias paganas provenientes de África, del Caribe y de la magia y la tradición masónica, etcétera. Hoy hay una especie de democracia entre lo mitológico y lo espiritual”.

Reflejo de lo humano

Sin animarse a definir si su obra podría ser considerada realista o de fantasía, Lizardo construye una realidad en la que los demonios, los espíritus y la magia tienen injerencia en el acontecer de la historia mexicana. Tema que si bien considera en la literatura latinoamericana no ha sido del todo explorado, sí lo ha sido a través de los mismos decires de la gente.

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“La imaginación colectiva crea mitos y leyendas que en el fondo son reflejo de lo político. El chupacabras se volvió símbolo del sexenio salinista, pero también, en esa época surgió otro ser mitológico que sigue teniendo un gran peso, que es La Santa Muerte, aunque tiene sus orígenes desde antes de la Colonia.

“Es como el reverso de la Guadalupana. La Santa Muerte sería el arquetipo de una madrastra que protege, pero con violencia y que, su vez, es una representación de nuestros deseos y nuestros miedos como mexicanos”.

Además de estos mitos, los personajes de esta obra se percatan de un resurgimiento de la alianza entre la iglesia y el gobierno mexicano, cosa que Lizardo asegura, si sucedió, dando pie a una especie de lucha religiosa en la que ciertos grupos se vieron beneficiados.

Ilusión de realidad

En cuanto a su elección de abordar el thriller y a periodistas como protagonistas, Gonzalo comenta que está consciente de que en nuestra realidad, “el periodista es el nuevo detective”, además de que le pareció idóneo porque en le permitió explorar los alcances entre la verdad y la mentira, en un momento en que el periodismo comenzó a independizarse del poder.

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“Creo que el mundo corrupto de los detectives continúa, pero me resultó más idóneo que fueran periodistas los indagadores de la verdad, que, además yo lo tuve que hacer doble, porque eran dos aristas las que gobiernan la novela. Uno debía investigar lo sobrenatural y el otro lo político.

“Esto en la novela se ve representado por el periódico ‘Unomásuno’ y el ‘Semanario de lo insólito’, que aunque uno es serio y el otro de puro entretenimiento, ambos ofrecen lo mismo: una ilusión de realidad que los ciudadanos necesitamos para poder subsistir”, finaliza.

Desde sus primeros escritos el autor zacatecano Gonzalo Lizardo (1965) se ha interesado en explorar los alcances y poderes de los mitos, un tema que le apasionan porque considera que son relatos que “nos condicionan y nos manipulan porque nos indican de dónde venimos y a dónde vamos”.

En su más reciente novela, “El rito del poder” (MR ediciones, 2024) Lizardo se lanza tras la búsqueda de los nuevos mitos mexicanos, a través de una narración en la que combina el thriller político y el terror sobrenatural.

La trama cuenta la historia de “Moctezuma” y “Kristina”, dos periodistas que investigan los hechos sucedidos en torno al asesinato de un candidato presidencial en 1994. Una investigación de resultados tanto intrigantes como fantásticos, ya que ella es una periodista especializada en política, él publica en un semanario de lo insólito, por lo que es experto en fantasmas, ovnis, posesiones demoníacas y todo tipo de ritos posibles.

“Pienso que en México desde la Colonia existe una especie de esquizofrenia o bipolaridad ideológica y religiosa, porque tenemos un primer mestizaje entre los dioses mexicas y el cristianismo. Sin embargo, esto se complicó aún más con la llegada del Tratado de Libre Comercio (TLC) que también derivó en una globalización de la ideología, que explotó aún más las prácticas religiosas, como la magia negra, la santería y muchas otras”, explica Gonzalo Lizardo, en entrevista con El Sol de México.

“A partir de ahí no es fácil advertir un esquema mitológico en México. Creo que actualmente vivimos una época neopagana, con infinidad de variantes de religiones y creencias paganas provenientes de África, del Caribe y de la magia y la tradición masónica, etcétera. Hoy hay una especie de democracia entre lo mitológico y lo espiritual”.

Reflejo de lo humano

Sin animarse a definir si su obra podría ser considerada realista o de fantasía, Lizardo construye una realidad en la que los demonios, los espíritus y la magia tienen injerencia en el acontecer de la historia mexicana. Tema que si bien considera en la literatura latinoamericana no ha sido del todo explorado, sí lo ha sido a través de los mismos decires de la gente.

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“La imaginación colectiva crea mitos y leyendas que en el fondo son reflejo de lo político. El chupacabras se volvió símbolo del sexenio salinista, pero también, en esa época surgió otro ser mitológico que sigue teniendo un gran peso, que es La Santa Muerte, aunque tiene sus orígenes desde antes de la Colonia.

“Es como el reverso de la Guadalupana. La Santa Muerte sería el arquetipo de una madrastra que protege, pero con violencia y que, su vez, es una representación de nuestros deseos y nuestros miedos como mexicanos”.

Además de estos mitos, los personajes de esta obra se percatan de un resurgimiento de la alianza entre la iglesia y el gobierno mexicano, cosa que Lizardo asegura, si sucedió, dando pie a una especie de lucha religiosa en la que ciertos grupos se vieron beneficiados.

Ilusión de realidad

En cuanto a su elección de abordar el thriller y a periodistas como protagonistas, Gonzalo comenta que está consciente de que en nuestra realidad, “el periodista es el nuevo detective”, además de que le pareció idóneo porque en le permitió explorar los alcances entre la verdad y la mentira, en un momento en que el periodismo comenzó a independizarse del poder.

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“Creo que el mundo corrupto de los detectives continúa, pero me resultó más idóneo que fueran periodistas los indagadores de la verdad, que, además yo lo tuve que hacer doble, porque eran dos aristas las que gobiernan la novela. Uno debía investigar lo sobrenatural y el otro lo político.

“Esto en la novela se ve representado por el periódico ‘Unomásuno’ y el ‘Semanario de lo insólito’, que aunque uno es serio y el otro de puro entretenimiento, ambos ofrecen lo mismo: una ilusión de realidad que los ciudadanos necesitamos para poder subsistir”, finaliza.

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