/ viernes 27 de marzo de 2020

Falleció Laura Castañeda, arqueóloga de sitios como el Cerro de la Estrella

Su trabajo permitió comprender varios asentamientos prehispánicos, en particular de la Cuenca de México

Laura Adriana Castañeda Cerecero (1958-2020), fue una arqueóloga completa, hecha en el trabajo de campo y el análisis de gabinete, le permitió comprender el devenir de varios asentamientos prehispánicos, en particular de la Cuenca de México. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) reconoció la pérdida irreparable de esta investigadora que estudió antiguos espacios como el Cerro de la Estrella, en Iztapalapa, del que fue responsable.

En esa mítica elevación cuyo nombre original era Huixchtecatl, “Cerro de los Huizaches”, la especialista reconoció espacios ceremoniales y habitacionales que fueron construidos y utilizados en distintos periodos, desde la época clásica hasta el posclásico temprano y tardío.

La investigadora de la Dirección de Estudios Arqueológicos (DEA), señalaba que fue en este último lapso, el posclásico tardío, que en el lado poniente del Cerro de la Estrella, se asentaron grupos colhuas, que fueron los primeros en llevar a cabo, en 1351, la ceremonia del Fuego Nuevo, que sería de gran importancia para las contemporáneas sociedades de Mesoamérica.

Con la fundación y el desarrollo de Tenochtitlan, los mexicas consolidarían este ritual que se repetía cada 52 años, en el día en que coincidía nuevamente el inicio de los calendarios ritual y solar, para evitar la muerte del astro creador. Así sucedió hasta la caída de la capital tenochca, a manos de los conquistadores españoles y las huestes indígenas aliadas.

Partícipe en distintos eventos académicos como el VII Coloquio Internacional de Otopames, Laura Castañeda fue autora y coautora de libros y artículos como Iconografía mexicana vols. IX y X, Flora y Fauna; La producción alfarera en el México antiguo vol. I; Figurillas coloniales del cerro Mazatepetl, Magdalena Contreras y Huixquilucan. Dos sitios de tradición otomí: análisis arqueológico y ritual.

Foto: Especial

Laura Castañeda se formó en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), perteneció a la generación 1978 y tuvo como maestros a grandes personajes como su querido Ángel García Cook, a quien cariñosamente llamaba ‘profe’.

Inició su labor profesional en el Centro INAH Puebla, posteriormente apoyó la coordinación de Arqueología de la ENAH para incorporarse luego a Monumentos Prehispánicos, la actual Dirección de Estudios Arqueológicos, en donde desarrolló toda su labor académica y donde se desempeñó los últimos años como Subdirectora de Investigación y Conservación.

Durante el 1o. de octubre de 1979 al 16 de febrero de 1980, siendo aún estudiante de arqueología, la joven Laura Castañeda Cerecedo acompañó al arqueólogo Román López García a realizar trabajos de mantenimiento en La Quemada, Zacatecas.

Ya estando en campo, Román López le dijo que seleccionara un sitio para excavar. Lo que a la joven le parecía difícil de determinar por no tener experiencia, pues nunca había excavado. Así que después de pensarlo escogió un espacio frente al basamento piramidal en la Plaza de los Sacrificios y la sorpresa fue grande: descubrió una escultura en piedra.

Era una figura femenina de 70 centímetros, labrada en una roca basáltica. Este hallazgo es de vital importancia debido a que acerca a la concepción de la figura humana en el periodo prehispánico zacatecano e hizo notar que la escultura no estuvo ausente en las sociedades antiguas de Zacatecas. Al igual que en el resto de Mesoamérica, fue un elemento complementario a la arquitectura.

Este fue el primer descubrimiento de su tipo y quizás el único en el sitio. Para Laura Castañeda tener un hallazgo así, en su primera excavación fue motivo de gran alegría y satisfacción, narra el arqueólogo Carlos Torreblanca, director del proyecto de investigación en La Quemada, donde solo saben de la existencia de unas esculturas por documentos del siglo XIX. Por lo cual, la pieza descubierta por Laura Castañeda es la primera escultura localizada in situ que se conserva aún.

En el campo profesional fue especialista de la región huasteca, particularmente de los materiales correspondientes a su desarrollo temprano del formativo; formó parte de varios proyectos en el estado de Puebla, destacándose en Cantona.

Participó activamente en labores sindicales gestionando importantes beneficios para la base académica.

Desde su posición como subdirectora apoyó gran cantidad de proyectos, impulsando de manera importante sitios de la Ciudad de México; asimismo de manera visionaria fundó un taller de drones y fotogrametría; también realizó los últimos años labores como editora de la Revista Arqueología de la Coordinación Nacional de Arqueología.

Sus compañeros y amigos reconocen en Laura Castañeda a una persona generosa, honesta, infatigable y de gran integridad profesional, a la extrañarán mucho por su alegría y compañerismo. Descanse en paz.

EG

Laura Adriana Castañeda Cerecero (1958-2020), fue una arqueóloga completa, hecha en el trabajo de campo y el análisis de gabinete, le permitió comprender el devenir de varios asentamientos prehispánicos, en particular de la Cuenca de México. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) reconoció la pérdida irreparable de esta investigadora que estudió antiguos espacios como el Cerro de la Estrella, en Iztapalapa, del que fue responsable.

En esa mítica elevación cuyo nombre original era Huixchtecatl, “Cerro de los Huizaches”, la especialista reconoció espacios ceremoniales y habitacionales que fueron construidos y utilizados en distintos periodos, desde la época clásica hasta el posclásico temprano y tardío.

La investigadora de la Dirección de Estudios Arqueológicos (DEA), señalaba que fue en este último lapso, el posclásico tardío, que en el lado poniente del Cerro de la Estrella, se asentaron grupos colhuas, que fueron los primeros en llevar a cabo, en 1351, la ceremonia del Fuego Nuevo, que sería de gran importancia para las contemporáneas sociedades de Mesoamérica.

Con la fundación y el desarrollo de Tenochtitlan, los mexicas consolidarían este ritual que se repetía cada 52 años, en el día en que coincidía nuevamente el inicio de los calendarios ritual y solar, para evitar la muerte del astro creador. Así sucedió hasta la caída de la capital tenochca, a manos de los conquistadores españoles y las huestes indígenas aliadas.

Partícipe en distintos eventos académicos como el VII Coloquio Internacional de Otopames, Laura Castañeda fue autora y coautora de libros y artículos como Iconografía mexicana vols. IX y X, Flora y Fauna; La producción alfarera en el México antiguo vol. I; Figurillas coloniales del cerro Mazatepetl, Magdalena Contreras y Huixquilucan. Dos sitios de tradición otomí: análisis arqueológico y ritual.

Foto: Especial

Laura Castañeda se formó en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), perteneció a la generación 1978 y tuvo como maestros a grandes personajes como su querido Ángel García Cook, a quien cariñosamente llamaba ‘profe’.

Inició su labor profesional en el Centro INAH Puebla, posteriormente apoyó la coordinación de Arqueología de la ENAH para incorporarse luego a Monumentos Prehispánicos, la actual Dirección de Estudios Arqueológicos, en donde desarrolló toda su labor académica y donde se desempeñó los últimos años como Subdirectora de Investigación y Conservación.

Durante el 1o. de octubre de 1979 al 16 de febrero de 1980, siendo aún estudiante de arqueología, la joven Laura Castañeda Cerecedo acompañó al arqueólogo Román López García a realizar trabajos de mantenimiento en La Quemada, Zacatecas.

Ya estando en campo, Román López le dijo que seleccionara un sitio para excavar. Lo que a la joven le parecía difícil de determinar por no tener experiencia, pues nunca había excavado. Así que después de pensarlo escogió un espacio frente al basamento piramidal en la Plaza de los Sacrificios y la sorpresa fue grande: descubrió una escultura en piedra.

Era una figura femenina de 70 centímetros, labrada en una roca basáltica. Este hallazgo es de vital importancia debido a que acerca a la concepción de la figura humana en el periodo prehispánico zacatecano e hizo notar que la escultura no estuvo ausente en las sociedades antiguas de Zacatecas. Al igual que en el resto de Mesoamérica, fue un elemento complementario a la arquitectura.

Este fue el primer descubrimiento de su tipo y quizás el único en el sitio. Para Laura Castañeda tener un hallazgo así, en su primera excavación fue motivo de gran alegría y satisfacción, narra el arqueólogo Carlos Torreblanca, director del proyecto de investigación en La Quemada, donde solo saben de la existencia de unas esculturas por documentos del siglo XIX. Por lo cual, la pieza descubierta por Laura Castañeda es la primera escultura localizada in situ que se conserva aún.

En el campo profesional fue especialista de la región huasteca, particularmente de los materiales correspondientes a su desarrollo temprano del formativo; formó parte de varios proyectos en el estado de Puebla, destacándose en Cantona.

Participó activamente en labores sindicales gestionando importantes beneficios para la base académica.

Desde su posición como subdirectora apoyó gran cantidad de proyectos, impulsando de manera importante sitios de la Ciudad de México; asimismo de manera visionaria fundó un taller de drones y fotogrametría; también realizó los últimos años labores como editora de la Revista Arqueología de la Coordinación Nacional de Arqueología.

Sus compañeros y amigos reconocen en Laura Castañeda a una persona generosa, honesta, infatigable y de gran integridad profesional, a la extrañarán mucho por su alegría y compañerismo. Descanse en paz.

EG

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